Jaime Mayor Oreja: «Caminamos hacia el totalitarismo, la cultura de cancelación y la balcanización»
La plataforma NEOS se presenta como una alternativa cultural basada en los fundamentos cristianos
Una propuesta «inequívoca» ante las «leyes de ingeniería social»

En los últimos dos años, Jaime Mayor Oreja (San Sebastián, 1951) ha tratado de situar a la plataforma NEOS como el punto de referencia de quienes defienden los valores cristianos como fundamento de la vida pública. Surgían entonces de un diagnóstico que identificaba, en ... la pérdida de esos valores cristianos, la raíz de los problemas de España. Ahora avanzan un paso más y presentan una «propuesta de marcado carácter propositivo» y un plan de actuación para consolidar esa «minoría creativa» que contribuya a ese cambio.
—¿Por qué una batalla cultural? ¿No sería más sencillo y práctico transformar la sociedad desde la política?
—La crisis no está en la política, ni siquiera en la economía, la crisis está en los fundamentos, está en la persona. Europa ha perdido el alma. Hemos vivido en Occidente durante décadas como si Dios no existiera. Por eso se trata de una batalla cultural, una lucha de actitud personal. Desde el respeto máximo que me merecen los que están en los partidos, pienso que es un momento para las minorías, minorías creativas como decía Benedicto XVI, que den la trascendencia necesaria al debate cultural.
—¿Se trata entonces de ocupar un espacio que estaba abandonado? Porque en la política española la izquierda siempre ha tenido un modelo cultural, pero la derecha ha sido incapaz de contraponerle el suyo. Por complejo, porque al renunciar a la tradición judeocristiana que lo inspiraba, no han sido capaces de armar uno nuevo.
—Hay una vista a la izquierda en general en la sociedad española. Es decir, se admira al de las izquierdas que ha dejado de serlo. Hay un complejo de inferioridad, muchas veces de la derecha respecto de la izquierda. Como lo hay del conjunto de los españoles respecto del nacionalismo vasco y catalán. Es evidente que eso hace que el proyecto de ruptura, de 'vendetta', de venganza de la izquierda, muchas veces pueda sobre la verdad y que en la derecha la comodidad pueda sobre la verdad. Eso produce una incomparecencia en el debate cultural. Pero, insisto, no solo es una cuestión de los partidos. Es que hay un vista a la izquierda. Un cierto complejo. Es decir, es mejor que mis ideas las defienden quienes no piensan como yo.
—Su propuesta se plantea desde el «no todo vale» y como una lucha contra el relativismo. ¿Estamos viviendo en España la mayor expresión de esa forma de hacer política?
—La respuesta es que sí, en España se vive la caricatura de la crisis. Europa vive la crisis, el mundo occidental vive la crisis, pero nosotros vivimos la caricatura de eso. La primera legislatura de Sánchez ha sido un récord Guinness de ingeniería social. En ningún país occidental europeo hemos tenido tantas leyes en la misma dirección, de reemplazo, sustitución y destrucción de un orden social basado en fundamentos cristianos. Ahora vamos a abrir la segunda parte que tiene dos objetivos. Primero, una tendencia totalitaria. Es decir, caminamos hacia el totalitarismo, hacia la cultura de la cancelación. Y la segunda cuestión, la otra cara del problema, es la balcanización. A través de los acuerdos que están suscribiendo, se trata de balcanizar España a través del derecho de la autodeterminación.
—Frente a eso, plantean una regeneración cultural, pero ¿no sería necesario un cambio en la vida política?
—Hace falta una regeneración en España y en Europa. Y eso pasa también por la refundación del concepto de partido, de esa tendencia a representarlo todo. Nosotros aportamos un pequeño grano de arena, en apoyo a la política. Les decimos que es necesario crear las condiciones para que los que tenemos fe no desaparezcamos de la vida pública. La fe no es algo que uno guarda para sí o para su familia. La fe no se impone, pero no se esconde.
—Pero eso requiere cambios...
—Claro que hay que ir a una cierta regeneración. Las democracias europeas tienen una obsesión enfermiza de destrucción de un orden social de fundamentos cristianos. Es el caso de Macron pretendiendo que el aborto sea declarado un derecho fundamental. En vez de recuperar una unidad sobre fundamentos, se trata de reemplazarlos unos por otros. Hay una obsesión de reemplazar un orden social por otro. Eso es suicida. Por eso nos atacan, como Hamas o Rusia, porque olfatean la debilidad de una civilización que ha dejado de creer. Una civilización de fin de semana, que parece lo único intocable.
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