Ishai Dror, químico ambiental: «Podemos conseguir agua casi pura, sin contaminación, pero eso cuesta dinero»
El experto del Instituto Weizmann de Ciencias avisa de que estamos expuestos «todo el tiempo» a impurezas, pero existen soluciones
La contaminación de 'químicos eternos' en el agua ha sido subestimada en todo el mundo

Para el científico israelí Ishai Dror, la elección entre beber agua del grifo y agua embotellada está clara: de grifo, pero utilizando un filtro para eliminar contaminantes. A este químico ambiental especializado en agua del Instituto Weizmann de Ciencias (en Israel) le sobran ejemplos ... sobre cómo fármacos, microplásticos o las llamadas 'sustancias químicas eternas', los PFAS, lo han inundado todo. Una simple bolsita de té libera casi 12.000 millones de microplásticos y otros 3.000 millones de nanoplásticos tras apenas unos minutos en agua caliente. Y en una botella de plástico cualquiera, la concentración es de 240.000 de partículas por litro. «Estamos expuestos todo el tiempo en todas partes», explicó hace unos días en Madrid, en una jornada científica sobre los retos del agua organizada por la Fundación Ramón Areces y la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce).
La gestión del agua es compleja. Siempre ha habido dificultades de acceso, conflictos y sequías a las que ahora se añade el reto del cambio climático, el aumento de la población, la gestión de residuos y depuradoras y las nuevas sustancias químicas propias de la vida moderna. Las previsiones de la ONU apuntan a que la población mundial urbana con problemas de acceso al agua se va a duplicar entre 2016 y 2050. En resumen, la tendencia mundial se encamina a una crisis del agua.
Sustancias 'eternas'
Incluso en este contexto, el especialista no duda: «Mi mayor preocupación es la contaminación. Cuando consideramos la cantidad de contaminación que estamos generando y la complejidad de los procesos necesarios para eliminar los contaminantes del agua, me parece que es el mayor reto que tenemos», asegura en entrevista con ABC. ¿Queda alguna fuente incólume? «No me atrevería a decir que sí. Si las hay, o bien son muy difíciles de acceder o bien son muy pequeñas. Si buscamos fuentes abundantes de agua limpia y pura, sería muy difícil de encontrar».
Los PFAS o 'sustancias químicas eternas', sin ir más lejos, están ya «en todas partes», explica Dror. En el agua, en artículos cotidianos como el teflón, en materiales ignífugos, pesticidas, envoltorios alimentarios... «Estamos todos expuestos a los PFAS», dice. Son unas sustancias muy tóxicas. Una vez entran en el cuerpo, no se van. Al contrario, se van acumulando. Se han relacionado con diferentes tipos de cáncer, con alteraciones en el funcionamiento pulmonar, hepático y renal, así como del sistema reproductivo.
Algo similar ocurre con otros contaminantes emergentes, como son los plásticos. Los nanomateriales [que «crean unos riesgos para la salud y el medio ambiente imprevisibles»] y los elementos tecnológicamente críticos completan el cuadrilátero de los químicos emergentes más desafiantes, aunque Dror tampoco se olvida de los otros compuestos activos. «Sabemos que tenemos fármacos en el agua, pero no sabemos cuántos, en qué cantidad, no sabemos muchas veces qué principios activos están en el agua, pero a efectos de regulación necesitamos mucha más información. Todos los nuevos contaminantes emergentes de los que he hablado ya están en el entorno. La pregunta sería qué compuestos son los más problemáticos y qué nivel de toxicidad tienen, para que el regulador haga algo al respecto».
Por ello, en opinión del experto necesitamos «con urgencia» desarrollar la química analítica. «La necesitamos para poder detectar los contaminantes a unas concentraciones muy bajas». Y para detectar materiales como los nanoplásticos que hoy son prácticamente inapreciables.
«Necesitamos también entender cómo los contaminantes actúan en el medio ambiente, cómo se mueven, cómo cambian y cómo el medio ambiente los cambia a ellos». El ser humano empezó a producir plástico en 1950, pero los productos que se produjeron entonces no tienen por qué mantenerse inalterables hoy, por ejemplo. «Necesitamos entender qué es lo que ocurre después de un tiempo a los 5, a los 10, a los 50, a los 100 años, cómo se difunde la contaminación, cómo cambia. Quizá desaparezcan algunos compuestos. Necesitamos entender la química de los elementos que tenemos entre manos para intentar diseñar técnicas que nos permitan remediar el efecto que tienen. En todos esos campos hay una enorme cantidad de trabajo que hacer todavía».
Soluciones
La buena noticia es que existen soluciones a la contaminación del agua. «Podemos conseguir agua prácticamente pura, quizá luego haya que añadirle algunos minerales u otros componentes necesarios, pero existen soluciones, lo que pasa es que cuestan dinero. El desafío que lleva consigo la solución a la contaminación es encontrar una manera de transmitir el mensaje a la población de que las cosas tienen un precio», dice Dror.
El científico es consciente de que el conocimiento puede cambiar radicalmente los próximos años. No sería la primera vez. «Durante 50 años, se dijo que la radiactividad era lo mejor para la salud», recordó en la charla. Podías beber agua radiactiva, cepillarte los dientes con pasta radiactiva y comprar cremas para, literalmente, irradiar belleza. «Hasta el chocolate podía ser radiactivo». Hoy parece una aberración. «No sabemos si dentro de 120 años, cuando la gente eche la vista atrás, dirá: 'Qué poco sabían estos. No sabían nada'. Es posible que no sepamos muchas cosas, que pensemos que estamos haciendo bien y la historia demuestre que no».
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A pesar de los esfuerzos el problema de la contaminación se mueve a largo plazo. «Cuando hablo con mis alumnos les digo que van a tener trabajo para toda la vida. Hemos contaminado tantos recursos hídricos que van a tener trabajo en el campo de la contaminación durante toda su vida, aunque no empeorara la situación», reconoce. La prevención y la educación, sin embargo, siguen siendo la mejor baza. La idea es no empeorar el problema.
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