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Los hijos de la gestación subrogada son más felices si conocen su origen antes de los 7 años

La mayor investigación en este campo concluye que la falta de vínculo genético no afecta al bienestar del niño

Kristina, madre por gestación subrogada: «Es muy fácil dar lecciones cuando puedes parir a tus hijos»

Tres mujeres embarazadas por gestación subrogada REUTERS
Elena Calvo

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Informar sobre sus orígenes a los niños nacidos por reproducción asistida con intervención de terceros -ya sea mediante gestación subrogada o donación de gametos- antes de que cumplan los 7 años hace que sean más felices. Así se desprende de un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Cambridge durante 20 años que se publica este jueves en 'Developmental Psychology', el mayor y más completo hasta la fecha.

En la última fase del estudio, cuando los nacidos por estas técnicas ya eran adultos de 20 años, los investigadores vieron que las relaciones entre madres e hijos eran mejores en las familias en las que se había hablado de sus orígenes antes de que los niños cumplieran los 7 años. «Parece haber un efecto positivo en ser sinceros con los niños sobre la forma de su concepción cuando son pequeños, antes de que vayan al colegio», señala Susan Golombok, exdirectora del Centro de Investigación Familiar de la Universidad de Cambridge y directora del estudio. Este hecho, asegura, va en la misma dirección que con los hijos adoptados, pues varias investigaciones realizadas sostienen que es mejor que los menores conozcan su procedencia.

Cuando a los niños se les comunica a esa edad temprana que nacieron mediante gestación subrogada o por donación de esperma o de óvulos, sugiere el informe, aceptan mejor sus orígenes, pues aún no son lo suficiente conscientes para enfrentarse a problemas existenciales derivados de la ausencia de vínculo genético con sus progenitores. Además, los investigadores vieron cómo aquellos hijos que descubrieron su procedencia durante la adolescencia o la edad adulta se sintieron engañados y traicionados por sus padres, empeorando su relación con ellos.

La mayoría de los padres que participaron en la investigación se lo contaron a sus hijos a los 4 años y la respuesta fue positiva. El bienestar psicológico del menor mejora cuando es conocedor a una edad temprana de cómo llegó al mundo, pero también afecta al de la madre. Así, el estudio revela cómo las mujeres que contaron a sus hijos desde bien pequeños sus orígenes sufrieron menos episodios de ansiedad y depresión que las que lo hicieron más tarde.

La investigación

Más de 100 familias

La investigación contó con la participación de 66 familias formadas por técnicas de reproducción asistida de terceros (22 por gestación subrogada, 17 por donación de óvulos y 26 por donación de esperma) y con la de 52 familias que tuvieron hijos sin tener que recurrir a esos métodos.

Adolescencia

Pese a que los investigadores esperaban encontrar desafíos en las familias formadas por reproducción asistida durante la adolescencia de los menores, no se apreciaron diferencias respecto a las familias formadas de forma natural.

Siete fases

La investigación duró 20 años y se llevó a cabo en siete fases, para analizar si el crecimiento del niño implicaba cambios en las relaciones o en su bienestar.

El estudio, sin embargo, no cuenta con la participación de jóvenes que no son conocedores de que nacieron por gestación subrogada o donación de gametos, por razones obvias, pero sí con la de sus padres.

No es perjudicial

Pese a que se partía de la hipótesis de que las técnicas de reproducción asistida de terceros tenían consecuencias negativas tanto en las relaciones familiares como en el bienestar psicológico de los niños, la investigación concluye que el hecho de que padres e hijos no tengan un vínculo genético no es perjudicial cuando los niños son criados por sus progenitores desde el principio. Estudios anteriores, sin embargo, sí habían detectado dificultad en las relaciones o problemas de adaptación infantil en familias adoptivas o reconstituidas.

Sin embargo, los investigadores hallaron alguna excepción. Las madres de las familias formadas gracias a la donación de óvulos informaron de relaciones menos positivas con sus hijos que las mujeres que tuvieron a los niños a raíz de la donación de esperma. En cambio, aquellos jóvenes que fueron concebidos por donación de esperma aseguraron que la comunicación entre la familia era peor que la que reportaron los nacidos gracias a la donación de óvulos.

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