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La gran mezquita de Yakarta, epicentro religioso de Indonesia donde también las mujeres estudian para ser ulemas

«Comparto con el Papa la preocupación por dar a las mujeres un papel más importante y la ayuda a los pobres», dice su gran muftí

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Imagen de mujeres de Yakarta en la mezquita de Istiqlal JAVIER MARTÍNEZ-BROCAL
Javier Martínez-Brocal

Javier Martínez-Brocal

Enviado especial a Yakarta

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«El gran imán de Yakarta está en este momento atendiendo al responsable de la Agencia Nacional Antiterrorismo, pero les recibirá en unos minutos», informan nada más entrar en la mezquita de Istiqlal, la mezquita más grande del sudeste asiático, la novena del mundo, y el epicentro religioso de Indonesia. Explican que es la última visita del general Rycko Amelza Dahniel antes de que el Papa llegue al templo este jueves, para el que será el momento más relevante de este viaje.

Pocos minutos más tarde, Nasaruddin Umar, el gran imán, entra en la sala, y saluda cordialmente a un grupo muy reducido de periodistas, entre ellos el corresponsal de ABC. Viste chaqueta y camisa de tonos grises y pantalones oscuros y lleva en la cabeza un songkok. Mirándole uno no se imagina que es uno de los hombres más poderosos del país, pues de él depende el millón de mezquitas que hay en Indonesia, el país con más musulmanes del mundo, unos 244 millones. «Coordino los valores que se predican en esas mezquitas», dice quitándose importancia. Sonríe, se lleva la mano al corazón en vez de estrechar la mano y habla sin alzar la voz. «Ahora les pido unos minutos de paciencia, les atenderé después de la oración», explica.

Uno de sus asistentes nos invita a entrar con ellos en la imponente sala central de Istiqlal, y asistir a esa oración. Entramos en el lugar más importante de la mezquita, situado bajo una gran cúpula azul sostenida por doce columnas, decorada con caligrafías árabes con el nombre de Alá y el profeta y rodeada con cinco pisos y cuatro hileras de balcones.

El lugar representa el hecho religioso en este país. Decidió construirla Sukarno, primer presidente de Indonesia, y la llamó «Mezquita Istiqlal», «independencia» en árabe. Quiso que fuera edificada cerca de la catedral católica y cerca de una iglesia protestante, para evocar la armonía religiosa y la tolerancia que promovía como fundador de la nación. Fue inaugurada en 1978, y Juan Pablo II la visitó en 1989.

Por aquí pasan cada día unas 50.000 personas, pero los viernes llegan a 200.000. Rezan mirando hacia un mihrab, que señala la dirección de la Meca, donde cuelga un tapiz similar al de la kaaba. Las mujeres tienen su propia zona de oración, separada de la de los hombres por cordones y barreras.

Este martes, ante el mihrab, Nasaruddin Umar, reza rodeado por unos trescientos hombres, entre ellos el general responsable del antiterrorismo. «No hay ninguna amenaza concreta ante la visita del Papa. Desde hace dos años no hay atentados de extremistas en Indonesia, pero hay que estar siempre atentos», justifica el gran imán. «En cualquier caso, tenemos medidas de seguridad muy altas, y por aquí han venido muchos jefes de Estado», añade. La situación no le preocupa tampoco al responsable de antiterrorismo, que está intentando ampliar la visita del Pontífice. «Sería estupendo que el Papa visitara también el interior de la mezquita, sería un mensaje importante para todo el país», explica el general. «¿Pueden explicarlo en el Vaticano?», añade.

Una mezquita con una cruz

A continuación, el gran imán recuerda que el arquitecto que construyó esta mezquita era cristiano y que la diseñó como un lugar siempre abierto, con muchas entradas, para simbolizar que todas las personas, incluso los no musulmanes, son bienvenidos. «Entre las decoraciones hay también una cruz, me gusta mirarla», dice mientras un punto del tambor de la cúpula, donde bajo caligrafías árabes despunta una cruz.

«Estamos muy felices de que el Papa venga a nuestra mezquita. Es importante mostrar la tolerancia con la que aquí practicamos el islam», explica el gran imán. «Yo considero que la humanidad es una sola, que sólo hay un color y una nación, y es lo que se enseña a los musulmanes que vienen a esta mezquita», añade. Dice que vienen musulmanes de Indonesia, pero también de Oriente Medio, de Europa y de América.

Asegura que tiene buenas relaciones con el resto de países musulmanes y preside la conferencia mundial de imanes. Y cuando se le pregunta qué lección puede aprender el resto del mundo musulmán del modelo indonesio, responde que son «el único país musulmán donde las mujeres estudian para ser ulemas, (académicos de la doctrina y la ley islámicas) y este es un factor distintivo». Añade que la Universidad Al Azar de Egipto, el principal centro de formación del islam sunita, desea basarse en este programa, para ofrecerlo también en Egipto.

Gugun Gumilar, asistente de la mezquita, mostrando las instalaciones del complejo Javier Martínez-brocal

Otro factor distintivo es que convocan frecuentes encuentros con embajadores para intercambiar impresiones sobre «diplomacia religiosa e interreligiosa». «Usamos el lenguaje religioso e interreligioso para promover la paz», subraya. Su tercera iniciativa modelo es sorprendente. «Tenemos un gimnasio en las instalaciones de la mezquita que es gratuito y que utilizan personas de todas las religiones. Eso ayuda a trabajar juntos», reconoce.

Preguntado sobre lo que más aprecia del Papa, dice que «los dos tenemos en común la preocupación por dar a las mujeres un papel más importante en nuestra religión, y la ayuda a las personas pobres». «La visita del Papa es una buena noticia para todos los musulmanes de Indonesia, nos da fuerza para promover nuestra visión del islam», se despide.

Uno de sus asistentes, Gugun Gumilar, nos muestra el resto de la mezquita. Él se ocupa de los programas de intercambio cultural con estudiantes de EE.UU., «The Voice of Istiqlal», y de China. Después de visitar el enorme complejo no extraña que trabajen aquí 260 personas. Nos muestra todas sus instalaciones, sedes de organismos de ayuda, una gran biblioteca, aulas, y por supuesto el gimnasio. Incluso en una de sus alas hay una decena de sillones con masaje automático para las señoras.

Los siete accesos y salidas de la mezquita tienen nombres de atributos de Dios que aparecen en el Corán, como «el Santo», «Quien perdona», o «el Compasivo». Ya que viajamos en el mismo avión del Papa, nos hace marchar por la que se destina a los invitados más especiales, llamada «el Rey».

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