El progresismo experimenta con los derechos de los niños en su laboratorio social
La última propuesta de Igualdad escama a padres y expertos: «No quieren educar, quieren impartir ideología sexual»
El sociólogo Luis Ayuso: «La izquierda no asume que la española es una sociedad profundamente familiarista»
Editorial | La familia como entorno de libertad

¿Cuántas formaciones políticas llevan a sus eslóganes la palabra familia? ¿Y de qué orientación ideológica son? El último ejemplo es Jair Bolsonaro, en Brasil. Se concibe la lucha por la familia aún con tintes tradicionales, dicen los sociólogos, cuando es la base del crecimiento y desarrollo evolutivo de una persona. Las consultoras que analizan los discursos de nuestros dirigentes señalan que por cada vez que usan el término los partidos de corte progresista, lo emplean diez los de cariz más conservador. Pero... ¿por qué? ¿Hay intención de un 'borrado' o un intento de desfiguración del papel crucial que juega la familia en la sociedad por parte de la izquierda?
Dos frases de Irene Montero han causado un enorme revuelo en las últimas semanas. Para reivindicar la necesidad de educación sexual, la ministra de Igualdad dijo que se tenía que impartir «independientemente, al margen de las familias». Este enunciado abrió las carnes de asociaciones de padres.
«La ministra relega el papel de la familia en la educación sexual y de todos los derechos que los padres tenemos como principales educadores de nuestros hijos -opina María José Solé, directora del sindicato de Padres y Madres en Cataluña-. Existe un intervencionismo cada vez mayor de los poderes públicos en los derechos de los padres, pretenden dejarnos al lado cuando somos los que mejor sabemos qué necesitan nuestros hijos».
«Se inmiscuyen a menudo»
La segunda frase de la ministra -sea reinterpretada o no- apuntaba a que los niños «tienen derecho a poder amar a quien quieran» y garantizar sus derechos reproductivos «es la puerta de entrada al resto de sus derechos». Al ser repreguntada, Montero deslizó que los padres conservadores son más represivos, amputan derechos a sus hijos. Por eso, aseguró, la izquierda levantará los vetos impuestos a los jóvenes en su transición de género (ley Trans) o en la decisión de su proyecto de vida desde los 16 años (ley del Aborto). Vox arremetió contra «la diarrea legislativa del Gobierno, con el peligro de que ha metido a la infancia en ella». El PP pidió legislar sin «sectarismos» y sin imponer ningún modelo familiar sobre otro. Los experimentos pueden salir caros.

«Los gobiernos interfieren cada vez más en el papel de los padres y se arrogan el derecho de educar a los hijos»
María José Solé
Directora del Sindicat de Mares i Pares
Solé contrasta: «Los gobiernos de derechas intervienen menos en cuestiones de derechos de los padres, mientras los de izquierdas se inmiscuyen continuamente como si ellos tuvieran la patria potestad. No se fían de los padres y pretenden sustituirnos».
La polémica recuerda bastante a la que se despertó cuando la exministra de Educación Isabel Celaá aseveró que «los hijos no son de los padres, sino del Estado», aludiendo a que la responsabilidad de su educación recaía sobre la Administración. ¿Pero es que acaso los progenitores no pueden recortar los derechos de sus vástagos? ¿Hay banderines más restrictivos entre niños criados a un lado u otro del espectro ideológico? ¿Esas líneas rojas las debe marcar el Estado o las familias? Los expertos dan las respuestas.
Inhibición
El filósofo y pedagogo Gregorio Luri prefiere pensar que Montero «fue una imprudente presa de su vehemencia» en sus intervenciones, aunque tampoco niega que la izquierda, desde Sartre, Simone de Beauvoir y la portada que en 1977 protagonizó una alumna de la filósofa parisina en 'Le Monde' ha acusado siempre a las familias conservadoras de inhibir la sexualidad de los niños. Pero... «¿para qué vamos a abrir ese debate cuando Europa ya lo ha cerrado? -se pregunta Luri-. Las relaciones consentidas en la infancia no exoneran a un adulto de sus responsabilidades. La clave es la prudencia. Algunos políticos hacen declaraciones que no se creen ni ellos».
«Si la izquierda pretende desdibujar el papel de la familia en la escuela, desde luego la sociedad se encarga de reforzar ese papel al preocuparse de la educación de sus hijos cada vez más». Y añade: «En la izquierda hay cierto complejo de reconocer a la familia como institución con valores puros. Las demás formas de familia en las que no creen están corrompidas, pervertidas o alineadas».
Para Javier Rodríguez, director del Foro de la Familia, desvirtuar el papel de la institución familiar no es algo que solo ocurra con la izquierda. «Las corrientes ideológicas que están de moda atacan tanto la transmisión de la cultura como las raíces que pueden dar lugar a una identidad no alineada con sus postulados. De ahí la estigmatización solo de una religión, un sexo, o de un tipo de familia». «En el terreno del lenguaje, lamentablemente han conseguido grandes victorias, tachando de 'ultra' a toda persona que no asuma sus teorías. Esa ideología es 'familiófoba'».
Lanza un revés a Montero: «Yo no comparto en absoluto sus ideas sobre educación, pero jamás se me ocurriría aconsejarle educar a sus hijos según mi criterio. No pretendo imponer mi manera de educar, cosa que a la inversa no ocurre. Dígame entonces quién es más severo o castrador de libertades».
Educación sexual obligatoria
En el ensayo de la izquierda radical con las familias se ha metido ahora en la probeta la educación sexual obligatoria, pero los expertos denostan que se quiera adoctrinar con «ideología sexual». «Da la impresión -escribe el profesor José Antonio Marina- que los adultos no tenemos claro este asunto y estamos contagiando nuestra confusión a los niños. Hay que despojar a la escuela de un sesgo y de otro, de ideologías, no es el rompeolas de los malestares sociales. Muchos padres desconfían del sistema educativo para impartir educación sexual, pero tampoco saben cómo hacerlo ellos y el acceso a la pornografía es cada día más precoz».
Asiente la vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid Amaya Prado, para quien es imprescindible enseñar la materia en las aulas sin generar entre los niños más dudas ni provocarles desregulación emocional. «Impresiona la carencia de estos contenidos y sus consecuencias se ven en el desarrollo evolutivo de los chicos, habiendo un gran desconocimiento e ideas distorsionadas que generan comportamientos erráticos en su vida -subraya-. Además, hay una falta de consenso sobre lo que debería ser esta educación sexual y ,falta de respeto de unas ideologías frente a otras, con posicionamientos extremos».

«En la izquierda hay cierto complejo en hablar de la familia como una institución con valores puros»
Gregorio Luri
Filósofo y pedagogo
A juicio de esta experta en Psicología educativa, «es importante que la educación sexual se aborde en las familias desde que los hijos son muy pequeños, no empezar en la adolescencia; en el desarrollo evolutivo surgen inquietudes y es esencial hablarles de prevención, por ejemplo, del abuso sexual». ¿La receta? «Escuela y familias deben ir de la mano. La paternalidad no tiene tinte ideológico; un padre debe tener claro que las necesidades de los hijos están por encima de sus creencias».
Ismael Sanz, profesor titular de Economía aplicada a la educación en la Universidad Rey Juan Carlos, indica que el punto de partida es anterior: los beneficios que tiene para los hijos ser inscritos en colegios donde sus padres quieren que vayan. «La esencia es la libertad de elección del centro y la diversidad de la oferta -observa-. Lo que tiene que hacer la Administración es preocuparse más por ofrecer apoyo a los centros y ese abanico de programas para que las familias elijan el que les convenza. Solo concierne a los implicados y nadie debe inmiscuirse en este ámbito».
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Abunda, por su parte, Francisco Venzalá, presidente del sindicato de docentes de la enseñanza pública ANPE, que pide alejar a la educación de los ensayos políticos y no usarla como arma arrojadiza. «Sin ser asignatura obligatoria, ya se imparte educación sexual transversalmente como parte de los contenidos de diferentes materias, pero a día de hoy sería acogida con muchas reservas, precisamente por esa controversia a su alrededor. Su impartición, por muy aséptica y técnica que fuera, podría derivar en un conflicto». Según Venzalá, hay «mensajes que aunque desgraciadamente puedan haber sido sacados de contexto, debieran procurar ser inequívocos, máxime en cuestiones tan sensibles para la sociedad».
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