«Ha sido estremecedor»: el peor terremoto en un cuarto de siglo deja cientos de heridos en Taiwán

El temblor inicial ha ocurrido dos minutos antes de las ocho de la mañana, hora local, con epicentro en aguas frente a la costa oriental de la isla, unos veinte kilómetros al sur de la ciudad de Hualien, sede del condado del mismo nombre. Todas las víctimas mortales localizadas hasta ahora se han producido allí. La convulsión se ha extendido de inmediato por todo el territorio, provocando corrimientos de tierra, derribando edificios y carreteras e interrumpiendo durante varias horas el suministro eléctrico y de agua potable en varias ciudades.

«Estaba en mi casa, yo vivo en la montaña en Taitung, a unos cien kilómetros del epicentro, cuando empezó el meneo», cuenta el pintor español Álvaro Trugeda. «La verdad que no ha sido muy violento pero sí muy largo, eso me ha llamado la atención». «Hace tiempo hubo otro con epicentro aquí y ese sí que fue fuerte», rememora. «Es como que todo se balancea pero llega un momento en el que de pronto saltas, cambia la dirección de arriba a abajo y es entonces cuando empiezan a romperse las cosas, pero esta vez no, en Taitung ha sido un balanceo muy largo pero bastante suave. Estar en el campo hace que no lo notes tanto, los árboles se mueven pero no es destructivo, en la ciudad debe ser otra historia».

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A lo largo de la jornada, Taipéi ha experimentado hasta un centenar de réplicas, algunas de las cuales han alcanzado una magnitud 5. «Ha sido bastante estremecedor», narra Diane Lee, estadounidense que estos días se encuentra de visita en la capital taiwanesa junto a su familia. «Estaba bajando con mis hijos al desayuno del hotel cuando toda la habitación ha comenzado a agitarse, es complicado describir la sensación, como si todo el suelo se moviera», explica. «Ha habido gente que ha seguido con su día, algunos niños se han puesto a llorar... toda una gama de reacciones. Nuestra habitación ha quedado dañada y cuando hemos salido al exterior hemos visto que muchas fachadas también lo estaban».

Los efectos se han propagado mucho más allá de la isla. Las autoridades de Japón y Filipinas emitieron en un primer momento una alerta por riesgo de tsunami, la cual rebajaron poco después al comprobar que no se habían producido alteraciones relevantes en el nivel del mar. El seísmo ha alcanzado también Shanghái y otras ciudades costeras de China continental, alterando los servicios ferroviarios.

«Estaba durmiendo y el movimiento me ha despertado», cuenta Héctor Peinador, arquitecto español residente en Ningde, población de la provincia china de Fujian, 270 kilómetros al noroeste de Taipéi. «Mi apartamento está en una planta decimoquinta y he notado una oscilación suave pero muy evidente, ha durado unos diez segundos, y mi primer instinto ha sido comprobar que no se me caía nada en el salón. Estaba claro que se debía a un terremoto».

Entre el desastre también ha habido espacio para la geopolítica. A diferencia de ocasiones anteriores, Taiwán ha desestimado la ayuda ofrecida por China, evidencia de la tensión creciente en el estrecho de Formosa. «Hemos sabido que la Oficina de Asuntos de Taiwán del continente ha expresado su preocupación ante el terremoto [...]. Agradecemos encarecidamente su preocupación, pero no hay necesidad de que el lado continental nos preste su asistencia», afirmaba un breve comunicado de su contraparte, la Oficina de Asuntos Continentales de Taiwán.

«La prioridad ahora es salvar gente», ha proclamado Tsai Ing-wen. La presidenta taiwanesa ha visitado el centro nacional de emergencias, desde donde ha seguido la campaña de rescate llevada a cabo sobre el terreno por efectivos de los ministerios de Defensa, Transporte, Economía y Agricultura, junto al cuerpo de bomberos.

Taiwán no sufría una catástrofe semejante desde 1999, cuando un terremoto de magnitud 7,6 causó 2.400 muertos, 10.000 heridos y destruyó o dañó 100.000 edificios. La diferencia con las cifras actuales refleja los avances en materia de prevención de riesgos sísmicos, la cual ha evolucionado durante las últimas décadas. El Taipéi 101, por ejemplo, uno de los rascacielos más altos del mundo con 508 metros, cuenta en su interior con un péndulo de 600 toneladas y 5,5 metros de diámetro capaz de contrarrestar hasta en un 40% las sacudidas procedentes del exterior.