Encuentran castores en el Tajo por primera vez en siglos
Investigadores descartan que la dispersión haya sido natural y apuntan a una «liberación no oficial»
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Investigadores españoles han encontrado por primera vez en el río Tajo ejemplares de castor euroasiático (Castor fiber), una especie que había estado extinta desde hace siglos en la Península hasta hace poco.
El castor euroasiático es el roedor europeo de mayor tamaño. De hábitos acuáticos, llega a medir hasta 90 centímetros. Y aunque estuvo muy extendido por el continente, fue cazado hasta casi extinguirse hace ya siglos. Los últimos registros de castor encontrados en la Península Ibérica son de «época histórica». Sin embargo, en 2003 se detectó de nuevo su presencia en España, cuando se liberaron de forma ilícita 18 individuos en la cuenca del río Ebro. Entonces considerada una especie invasora, los intentos de erradicar a los individuos fracasaron y la especie se ha dispersado por la cuenca. Hoy la legislación los considera especie autóctona y protegida. Si hasta hace poco se habían limitado al Ebro, en los últimos años han empezado a aparecer en otros puntos de la Península Ibérica, aunque los investigadores dudan de que la dispersión se esté dando de forma natural.
Según explican los investigadores Marco Ansón y Celia García-Prendes en 'Galemys. Spanish Journal of Mammalogy', la revista oficial de la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos (SECEM), el primer avistamiento de castores en el Tajo se produjo en junio de 2024 al anochecer, en Zorita de los Canes, Guadalajara.
«Tras este contacto visual, decidimos buscar indicios y nuevos avistamientos con posibles castores en el río», explican en la revista. «La presencia de castores en esta zona se confirmó mediante contacto visual y algunos indicios en las riberas del río Tajo. A lo largo de más de un kilómetro, se encontraron numerosos indicios en la vegetación que indicaban la presencia de castores en la zona», explican.
Los investigadores hicieron varios avistamientos de castor, además de encontrar ramas de árboles roídas y posicionadas en la ribera, así como grandes ramas y árboles con corteza roída. Aunque solo han captado a uno de estos roedores, «el número de individuos y la viabilidad de esta población de castores aún se desconocen».
La pregunta que queda en el aire es cómo han llegado los ejemplares hasta el Tajo. «Esta nueva localidad se encuentra a más de 100 kilómetros de la zona de castores más cercana reportada anteriormente», apuntan en la revista especializada. «Debido a la falta de reportes en el área entre ellas, descartamos un evento de dispersión natural y consideramos que una liberación no oficial es más probable para explicar la presencia de la especie en esta nueva área», concluyen.
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