La elección de García Magán evidencia las fisuras en el apoyo de los obispos a Omella
La Plenaria respalda al auxiliar de Toledo, frente al candidato del presidente que no entró en la terna
César García Magán asume la secretaría general de la Conferencia Episcopal
«El Evangelio, ¿es conservador o progresista?, yo no me etiqueto»
Dice la máxima eclesial que lo más parecido a un obispo es otro obispo. Y es cierto. Pero eso no significa que sea un colectivo uniforme. Muy al contrario, las sensibilidades eclesiales, los 'acentos' como también los llaman ellos, son muy diversos y generan ... afecciones y desapegos, que habitualmente pasan inadvertidos.
No es de extrañar que una de las primeras intervenciones de los periodistas al recién elegido secretario general de la Conferencia Episcopal, César García Magán, le pedía que se etiquetara como conservador o progresista. García Magán tiró de su escuela diplomática para retrucar al periodista con otra pregunta: «El Evangelio, ¿es conservador o progresista?, yo no me etiqueto».
Una anécdota que pone en evidencia dos cosas. La primera, que García Magán ha asumido con plenitud y ganas la portavocía de los obispos y que tiene tablas para ello. Lo que aleja los rumores de que su llegada a la secretaría general implicaba que delegara la portavocía en una mujer. Y la segunda, que se inaugura una nueva etapa en la que García Magán va a cobrar un gran protagonismo, como rostro visible del episcopado y –a sus 60 años, una edad «para tomarse la vida en serio»–, con una proyección de futuro.
Superado ya el ecuador de la etapa de Omella y Osoro (de 76 y 77 años, respectivamente, y con la renuncia ya presentada al Papa) al frente de la Conferencia Episcopal, los obispos han votado un secretario más con la mirada puesta en el futuro que buscando la complacencia con la actual cúpula. Una realidad que comenzó a evidenciarse en la tarde del martes, en la reunión de la Comisión Permanente que tenía que elaborar la terna de candidatos.
Descartes en la lista
La opción clara era la de César García Magán, que contaba desde hace meses con el respaldo de la mayoría de los obispos, como finalmente se demostró. De hecho, apareció el primero en la terna, un detalle que en ámbitos eclesiales sirve para atisbar el favorito de quien elabora la lista.
A él se sumó la candidatura de Fernando Giménez Barriocanal, que contaba con el respaldo requerido de diez obispos y la autorización de su arzobispo, el de Madrid. Se añadió también la opción del auxiliar de Valencia, Arturo Ros. La terna se hizo pública casi hora y media después del horario aproximado que se había indicado a la prensa.
En la reunión, se manejaron otros tres nombres. Dos fueron descartados, uno por no contar con el preceptivo apoyo de su obispo y otro porque el propio candidato no aceptó entrar en la lista. El tercero, el del obispo de Teruel, José Antonio Satué, había sido aireado en ambientes eclesiales como el favorito del cardenal Omella, con quien le une una larga amistad. Pero la Permanente, para disgusto del presidente de la Conferencia Episcopal, tomó la opción de no añadir otro candidato.
La votación que se produjo ayer demostró que las intuiciones de la Permanente y su capacidad de interpretar el sentir del episcopado eran las correctas. García Magán obtuvo la mayoría absoluta en la primera votación, con el respaldo de 40 obispos. Además, 14 votaron a Giménez Barriocanal, 12 a Ros y 5 fueron un blanco.
Éstos últimos votos en blanco suponen un número sorprendentemente alto en una elección de este tipo, pues implican un desacuerdo con la totalidad de los candidatos o, quizás, un malestar con el mismo procedimiento.
Así, la Conferencia Episcopal afronta un nuevo ciclo con dos rostros visibles, el del cardenal Omella como presidente y el de García Magán como secretario. Dos obispos que han contado con un amplio respaldo en su elección, pero dos acentos diferentes y dos horizontes bien distintos.
García Magán tiene cinco años por delante para demostrar su solvencia y buen hacer. Omella afronta los últimos 15 meses de su mandato, con el horizonte de la jubilación puesto en marzo de 2024, o incluso antes si el Papa le acepta su renuncia. De ellos depende que la bicefalia sea fructífera.
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