Dos exreligiosas acusan públicamente al sacerdote exjesuita Marko Rupnik: «Hay al menos veinte mujeres abusadas»
«Era ingenua e inexperta. En aquella ocasión me besó ligeramente en la boca, diciéndome que así besaba el altar donde celebraba la Eucaristía», explica una de ellas
El Papa levanta la prescripción para poder procesar al sacerdote artista acusado de 30 años de abusos
Dos víctimas de Marko Rupnik, el sacerdote y artista expulsado de los jesuitas, han salido del anonimato y han detallado ante la prensa en Roma los abusos espirituales, de poder y sexuales a los que éste las sometió durante años. Han denunciado además sentirse víctimas de «otro abuso», el de no haber sido creídas por las autoridades de la Iglesia católica.
Marko Rupnik (Eslovenia, 1954) está acusado de haber cometido «abusos de conciencia, acoso espiritual, psicológico o sexual» a lo largo de 30 años y contra unas 25 mujeres. Las dos exreligiosas han asegurado que denunciaron los abusos en los años 90, pero que sus denuncias fueron «repetidamente rechazadas y desestimadas». Aunque en 1993 el entonces obispo de Liubliana le retiró el permiso para ser director espiritual de una comunidad de monjas, la primera investigación preliminar no se realizó hasta octubre de 2018.
Se llaman Gloria y Mirjiam, la primera es italiana, la segunda, eslovena. Desgranan una historia de abuso «de poder, espiritual, psíquico, físico y también sexual», de quien se movía libremente con «la autoridad de un director espiritual, de un confesor». Lo hacen apoyadas por una asociación estadounidense, «Bishops Accountability», que pide al Vaticano mayor contundencia. Durante el encuentro, su presidenta, Anne Barrett Doyle, ha solicitado que se abra una comisión de investigación para aclarar si Rupnik fue encubierto por la Santa Sede «al más alto nivel». Piden también que la Iglesia instituya un fondo para religiosas que se han visto obligadas a abandonar su congregación a causa de abusos.
Las dos pertenecieron a la Comunidad de Loyola, situada en Eslovenia, y de la que era director espiritual Rupnik. No dejan transparentar amargura en sus palabras. Gloria, quien asegura que «ya hace tiempo que lo perdonó», estudiaba Medicina cuando en 1985 conoció a Rupnik y lo convirtió en su director espiritual y le fascinó con su sensibilidad artística. Luego llegaron los abrazos, los besos, y la justificación de que igual que besaba a ella, besaba el altar antes de celebrar la misa. «Era ingenua e inexperta. En aquella ocasión me besó ligeramente en la boca, diciéndome que así besaba el altar donde celebraba la Eucaristía», ha afirmado.
Asegura que el sacerdote la llevó a mantener «relaciones sexuales, incluso me obligó a ir a cines pornográficos» y a «me dijo que nuestra relación se basaba en la Trinidad e invitó a otra religiosa» a mantener junto con ella y el sacerdote un encuentro sexual. A un cierto punto, ella incluso intentó suicidarse.
Mirjam explica que «éramos chicas jóvenes, llenas de ideales, pero estos ideales, y nuestra formación en obediencia, fueron explotados para abusar de nosotras de varios modos: abusos de conciencia, de poder, espirituales, psíquicos, físicos y a menudo incluso sexuales».
No buscan «venganza». Solicitan al Papa «que se reconozca la verdad, que se reconozca el mal que hemos sufrido, y que se nos dé visibilidad porque somos muchas pero nos piden que estemos en silencio, que de alguna forma desaparezcamos. Nos desacreditan y esto ya no es aceptable».
Sanciones secretas en 2019
Según la reconstrucción facilitada por los jesuitas, ellos recibieron la primera denuncia en octubre de 2018 e impusieron sanciones diez meses después. Se refieren a la absolución sacramental de un «cómplice» de un pecado contra la castidad cometido en el Centro Aletti de Roma, y no en la comunidad religiosa eslovena. En mayo de 2020 Rupnik fue excomulgado por este delito, pero la sanción se retiró a las dos semanas cuando reconoció el delito e indemnizó a la víctima. Desde entonces, le prohibieron administrar la confesión y llevar dirección espiritual.
Las denuncias relativas a víctimas de la Comunidad Loyola, de la que formaron parte las dos exreligiosas que han comparecido este miércoles, llegaron en junio de 2021. A pesar de que la investigación las considera probadas, en octubre de 2022 el Vaticano informa de que no es posible iniciar un proceso canónico ya que los delitos habían prescrito, pues las víctimas eran personas adultas.
Entonces, los jesuitas llamaron a que posibles víctimas denunciaran abusos de Rupnik y así recopilaron veinticinco casos de «abusos de conciencia, acoso espiritual, psicológico o sexual», contra mujeres mayores de edad, religiosas y laicas. Ante estos hechos, en junio de 2023, decidieron expulsarlo de la Compañía de Jesús. Paradójicamente, un obispo esloveno lo acogió en su diócesis, con la excusa de que «ningún tribunal civil o religioso» ha enviado documentos que muestren que «había sido declarado culpable de los supuestos abusos».
En septiembre de 2023 el vicariato de Roma arrojó de nuevo dudas, pues, al «examinar las principales acusaciones formuladas contra Rupnik, especialmente la que motivó la petición de excomunión», se detectaron «procedimientos gravemente anómalos cuyo examen generó también dudas fundadas sobre la propia solicitud de excomunión». Unos días después, Francisco se reunió con una colaboradora del sacerdote, Maria Campatelli, tenaz defensora de su inocencia.
La Pontificia Comisión para la Protección de Menores avisó al Papa de que estos hechos estaban hiriendo a las víctimas y en octubre de 2023 el Papa ordenó reabrir la investigación contra Rupnik, levantó la prescripción y autorizó a que si es necesario sea procesado. Esto obligará al acusado a dar explicaciones sobre lo ocurrido.
Por lo pronto, Gloria y Mirjam serán testigos en ese proceso contra Rupnik que se está preparando en el Vaticano. El portavoz del Vaticano ha asegurado este miércoles que sigue en marcha la investigación canónica sobre Rupnik. «El Dicasterio para la Doctrina de la Fe se ha puesto en contacto con las instituciones implicadas a título diverso en el asunto para recopilar toda la información disponible sobre el caso», ha explicado Matteo Bruni. «Se ha ampliado el ámbito de la búsqueda para incluir instituciones no contactadas anteriormente, y se han recibido los últimos elementos en respuesta. Ahora se tratará de estudiar la documentación adquirida para identificar qué procedimientos serán posibles y útiles».
«Investigar si hubo encubrimiento»
Las dos mujeres contaron su historia acompañadas por la abogada italiana Laura Sgrò, que se ocupa actualmente de los casos más controvertidos en el Vaticano, desde la familia de Emanuela Orlandi, adolescente desaparecida en 1983, hasta la madre del guardia suizo que supuestamente se suicidó en 1998 después de haber asesinado al comandante de este cuerpo militar.
La comparecencia de las dos supervivientes coincidió con el quinto aniversario de la cumbre mundial de presidentes de conferencias episcopales, convocada por el Papa en 2019 para abordar la crisis de los abusos. Como resultado, Francisco dispuso entonces que cada diócesis tuviera un organismo para recoger denuncias y atender a víctimas, equiparó el abuso de adultos vulnerables al de menores, eliminó el «secreto pontificio» como excusa para no colaborar con tribunales civiles, y editó un manual para que los obispos sepan cómo actuar cuando se enteran de un posible caso.
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Pero Anne Barrett Doyle lamenta que «el hecho de que en los últimos cinco años la Iglesia haya afrontado en secreto las graves acusaciones contra Rupnik tiene todas las características de un encubrimiento» también porque «ignoró todas las restricciones que se le impusieron, y no pagó ninguna pena por ello». En este sentido, solicitó «por el bien de la justicia y de la verdad» una investigación que «incluya a todos los superiores que hayan podido hacer la vista gorda, desde principios de los noventa hasta ahora, incluido el propio Papa Francisco».
Rupnik, popular por mosaicos de estilo inconfundible, ex jesuita y desde 2019 acusado de abusos, se ha convertido ahora en la piedra en el zapato del Papa.
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