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El desafío del obispo excomulgado: «Seguiremos en Belorado, no reconocemos al Papa ni a Iceta»

ABC entrevista Pablo Rojas, que no está dispuesto a asumir la decisión del comisario pontificio: «Voy camino del monasterio, basta que diga que no esté para que vaya. Estaré allí hasta que todo se tranquilice»

La Santa Sede toma el control de Belorado, destituye a la abadesa y «prohíbe» el acceso al monasterio al obispo excomulgado

El obispo excomulgado Pablo Rojas, detrás, precedido por el único sacerdote conocido de la Pía Unión, José ceacero rafael Gutiérrez
José Ramón Navarro-Pareja

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«Nosotros seguiremos en Belorado, el capellán estará allí y dirá la misa como lo hace habitualmente, mientras un juez no diga nada en contra, y como no lo pude decir, seguirá todo como hasta ahora». En una conversación telefónica con ABC, el obispo Pablo Rojas -bajo cuya jurisdicción se han puesto las clarisas cismáticas- reconocía en la tarde de este miércoles que no estaba dispuesto a acatar la prohibición expresa de «acceso y permanencia en los monasterios» que el arzobispo Mario Iceta, en calidad de comisario pontificio de la Santa Sede, había decretado para él y su sacerdote José Ceacero, esa misma mañana.

De hecho, su actitud parecía bien distinta. «Después de las declaraciones del señor Iceta, voy camino a Belorado. Basta que diga que no esté para que vaya», reconoció a este diario. «Voy para apoyarlas y quedarme allí hasta que todo se tranquilice», añadía Rojas en lo que parece un nuevo desafío al actual arzobispo de Burgos, con quien parece mantener una discrepancia personal desde que en 2019, entonces como obispo de Bilbao, decretó su excomunión.

El obispo excomulgado reconocía también que «las monjas no aceptan a Iceta como comisario», puesto que como explican en su manifiesto publicado cuando anunciaron su ruptura con la Iglesia católica, «ni reconocen a Bergoglio como Papa ni al sr. Iceta como obispo. Por lo tanto, lo que dicen no es vinculante y prima el derecho civil sobre el canónico». De esta forma, Rojas señala que la decisión tomada por la Santa Sede es «ilegal». «Se está viendo que no tienen capacidad, porque si así fuera habrían depuesto a la abadesa y ya hubieran entrado en Belorado o en cualquiera de las otras dos propiedades».

Cuestionado por este diario sobre que precisamente esa era la decisión que Iceta, como comisario había anunciado por la mañana, Rojas insistía en que «la madre Isabel sigue siendo la abadesa a efectos legales» y que no ha respondido al burofax enviado por Iceta «porque ya no está bajo su jurisdicción». También añadía que las monjas no abandonan el cenobio porque «la nuda propiedad es de ellas y así aparece en los registros de la propiedad». Y especificaba que ese patrimonio es «tanto el monasterio de Derio, como el de Belorado e incluso el de Orduña, con una compra aplazada pero del que tienen escritura pública mientras un juez no resuelva el contrato».

Sobre la petición hecha por Iceta para hablar, una a una, con las monjas de forma que puedan clarificar su decisión o ratificarse en su posición cismática, Rojas opina que no habría incoveniente «si lo concede la abadesa», aunque insiste en que «Iceta no puede imponer nada porque no tiene ninguna jurisdicción sobre ellas». También descarta que las clarisas vayan a retornar a la disciplina de Roma. «Las monjas están felices con su decisión», añade.

En negociaciones desde hace un año

Rojas explica que, aunque las monjas «dicen que empezaron en el año 2020 [durante la pandemia] en ese tiempo no estaban en contacto con nosotros». Por contra, reconoce que la relación de la Pía Unión con las clarisas «se lleva fraguando desde hace un año», aunque hasta el momento en que se hizo pública «se había llevado todo con escrupulosa sigilidad (sic)». Un sigilo impuesto «para no perjudicar a las monjas, y no por nuestra parte, ya que nuestra postura es pública».

Rojas niega que conociera a las monjas a raíz de una visita al convento para comprar trufas, como él mismo había afirmado en una entrevista televisiva hace unos días. «No, no, un servidor jamás» exclamaba ante la pregunta, para añadir que «la primera vez que fui al monasterio de Belorado fue en vísperas del 13 de mayo, nunca antes había estado». «Las clarisas no se ponen en contacto directo con un servidor -añade-, sino que es de forma indirecta a través de un miembro de la Pía Unión, un numerario consagrado que vive en Vizcaya».

Según su versión, las monjas residentes en Orduña son quienes hablan con esta persona «primero por teléfono y whatsapp y después presencialmente». Más tarde, Rojas delegó en uno de sus sacerdotes, el único que hemos conocido hasta el momento, la atención a las religiosas. «Sí, ha sido don José [Ceacero] quien ha llevado todos los acercamientos y todas las cosas con las monjas», confirma a ABC.

Sólo más tarde, según cuenta, y en los días previos al anuncio del cisma, se desplazó hasta Belorado. En ese sentido reconoce que su llegada al monasterio «fue el día 10 de mayo», el día en que está fechada la carta con que la que acoge bajo su jurisdicción a la comunidad de clarisas. «Luego se protocolariza el manifiesto en la notaría de Orduña», añade.

Así, la presencia este jueves del obispo Rojas y su sacerdote Ceacero en el monasterio de Belorado parece garantizada a pesar de la «prohibición» decretada por el ahora comisario pontificio. «Este jueves es el Corpus Christi y voy para poder celebrar y presidir la procesión, en un día muy grato y de regocijo en el que estaremos altamente ocupados», concluye desafiante el obispo excomulgado.

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