Condenados al exilio académico: el castigo que sufren los 'herejes' del cambio climático
Expulsados de la universidad, desautorizados por organizaciones científicas o desacreditados por los medios. Son muchos los investigadores cancelados por cuestionar alguno de los 'dogmas' climáticos. Eso sí, sus libros-protesta se convierten a menudo en verdaderos 'best-sellers'
![Condenados al exilio académico: el castigo que sufren los 'herejes' del cambio climático](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2022/11/14/cientificos-cancelados_20221114192449-RNRn3l1HKiMWlMrts9eplAI-1200x840@abc.jpg)
El Nobel de Física Ivar Giaever tuvo que renunciar a ser miembro de la American Physical Society. El físico Richard Lindzen fue desautorizado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde ejercía como profesor emérito. La climatóloga Judith Curry abandonó el Departamento ... de Geología de la Universidad de Georgia. El físico australiano Peter Ridd fue expulsado de la Universidad James Cook. Patrick Moore, expresidente de Greenpeace Canadá, ha sido suprimido de la historia de la ONG. El activista Michael Shellenberger ha sido censurado por la revista 'Forbes'. El escritor ambientalista Bjørn Lomborg ha sido criticado por las revistas 'Nature', 'Scientific American' y 'Time' y desacreditado por el Comité Danés de Deshonestidad Científica.
No son casos aislados, solo algunos de los nombres de una extensa lista de científicos y activistas 'acosados' por cuestionar el 'consenso' sobre el cambio climático. Ninguno lo niega, a veces una puntualización ha sido suficiente para desatar la censura. Pero, ¿qué fue lo que dijeron antes de tener problemas con la Academia? Aunque consenso no sea una palabra muy científica, aparece habitualmente asociada a estas teorías.
Según el 'consenso', el cambio climático lo ha provocado el hombre
«97 horas de consenso sobre el cambio climático» fue el eslógan que se le dio a una campaña apoyada por la mayoría de gobiernos europeos y lanzada en 2014 (coincidiendo con la publicación del Quinto Informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático -IPCC-, el último hasta la fecha). La principal conclusión de aquel informe fue que el cambio climático era antropogénico, esto es, provocado por la acción del hombre. Algo en lo que más del 97 por ciento de los científicos dedicados al estudio del fenómeno coinciden.
«Las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinaria»
Carl Sagan
El tres por ciento restante discrepa de algunas de las conclusiones que defiende el IPCC pero, sobre todo, reniega de la palabra consenso aplicada al ámbito científico. En una célebre frase, Carl Sagan apuntaba que «las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias». Estaba refiriéndose a la esencia del método científico: comprobar que una hipótesis más o menos aceptada sea incorrecta.
Precisamente eso fue lo que hizo el físico australiano Peter Ridd cuando en 2017 escribió un artículo desafiando el consenso científico sobre la Gran Barrera de Coral de su país, uno de los ejemplos más extendidos sobre las consecuencias negativas del cambio climático en la naturaleza. Se ha dicho que el aumento de temperatura sería la principal amenaza del arrecife, causando reacciones de estrés en los corales.
![Imagen - La universidad James Cook le despidió por un articulo en el que cuestionaba que la Gran Barrera de Coral estuviese en peligro por el cambio climático](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2022/11/14/peter-ridd-U43340687868HRi-170x170@abc.jpg)
La universidad James Cook le despidió por un articulo en el que cuestionaba que la Gran Barrera de Coral estuviese en peligro por el cambio climático
Peter Ridd
Físico y científico marino
Ridd, que había estudiado durante 35 años la Gran Barrera de Coral, refutó esa hipótesis y aportó varios documentos en los que observaba una crisis de reproductividad en los corales. El australiano se atrevió también a criticar a otros colegas y solicitó que se reforzaran los mecanismos de comprobación de la calidad de los estudios publicados hasta entonces. La Universidad James Cook, en la que Ridd ejercía, tomó una serie de medidas disciplinarias contra el físico que, después de dos años, culminaron con su despido definitivo. Pero en 2019 el tribunal federal impuso a la universidad australiana la obligación de pagar al profesor 1,2 millones de dólares por haberle despedido ilegalmente.
Los que deciden escoger la independencia
Pero no siempre se llega a la expulsión. También hay casos de autoexilio como el Patrick Moore, uno de los fundadores de Greenpeace, y que abandonó la ONG asegurando que «el movimiento ambiental ha abandonado la ciencia y la lógica en favor de la emoción y el sensacionalismo».
![Imagen - «El clima se calienta pero no sabemos por qué razón. El factor humano contribuye a este calentamiento, pero no de manera decisiva»](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2022/11/14/curry-ok-U54477617057hLl-170x170@abc.jpg)
«El clima se calienta pero no sabemos por qué razón. El factor humano contribuye a este calentamiento, pero no de manera decisiva»
Judith Curry
Climatóloga
También se hizo a un lado la famosa climatóloga estadounidense Judith Curry cuando renunció a dirigir el Departamento de Geología de la Universidad de Georgia para poder expresarse libremente. «El pensamiento independiente y la climatología se han vuelto incompatibles. El clima se calienta, pero no sabemos por qué razón. El factor humano y especialmente el dióxido de carbono contribuyen a este calentamiento, pero no de manera decisiva», dijo antes de abandonar sus funciones en la universidad y lanzar Clima Etc., un foro dirigido a investigadores donde se someten a discusión los mencionados 'consensos' sobre el cambio climático. Curry ha declarado en varias ocasiones que no recibe ni un céntimo público para financiar su proyecto y, por supuesto, «cero reconocimiento académico».
Otro físico que se apartó del oficialismo medioambiental fue Ivar Giaever, galardonado en 1973 con el Premio Nobel de Física. Este estadouniense de origen noruego describió el calentamiento global antropogénico como una «nueva religión» en 'The Wall Street Journal' y afirmó en el periódico nórdico 'Aftenposten' que «era notable cuán estables habían sido las temperaturas en los últimos 150 años». En 2011, y tras ser tildado de negacionista, tuvo que renunciar a formar parte de la American Physical Society (APS), que considera el calentamiento global como una «evidencia incontrovertible».
![Imagen - «¿Las pruebas del calentamiento global son incontrovertibles?»](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2022/11/14/nobel-U25243348057eMe-170x170@abc.jpg)
«¿Las pruebas del calentamiento global son incontrovertibles?»
Ivar Giaever
Premio Nobel de Física
Giaever explicó en su carta de renuncia que «en la APS está bien visto discutir si la masa del protón cambia a lo largo del tiempo o cómo se comporta el multiverso, pero ¿las pruebas del calentamiento global son incontrovertibles?». La renuncia de Giaever se produjo después de la del fallecido físico Harold Lewis, antiguo jefe de departamento de la Universidad de California, pues la APS se había negado a revisar su postura oficial pese a la petición de algunos socios.
La Asociación de Física Americana se mantuvo en silencio ante las renuncias de algunos de sus más reputados miembros, pero también se han dado casos en los que son las propias organizaciones las que desautorizan posiciones internas discrepantes. Lo vivió el físico Richard Lindzen, que fue profesor de Meteorología en el MIT (Massachusetts Institute of Technology) e incluso había colaborado en la redacción del tercer informe publicado por el IPCC.
Lindzen afirmó en el programa de Larry King que el cambio de temperatura que se asume se producirá en el futuro es «tan poco espectacular» que «se han creado todo tipo de miedos sobre futuros escenarios, cuando la física dice que cada vez deberíamos ver menos». En marzo de 2017 Lindzen escribió una carta al entonces presidente Donald Trump en la que le pedía que retirase a los Estados Unidos del Acuerdo de París. «Ese señor no nos representa», declararon varios investigadores del MIT en una carta dirigida a Trump desautorizando a Lindzen.
El descrédito suele venir acompañado de noticias críticas con los 'discrepantes' en medios de comunicación en los que a veces comienza el 'linchamiento' ante un argumento incómodo. Las revistas 'Scientific American', 'Nature' y 'Time' se lanzaron a criticar (la primera dedicó once páginas) al ambientalista de origen danés Bjørn Lomborg tras la publicación en 2003 de 'El ecologista escéptico', un libro de más de 400 páginas y casi 3.000 notas al pie, que pone en duda un amplio rango de problemas ambientales que suelen ocupar portadas y titulares. El Comité Danés sobre Deshonestidad Científica consideró que Lomborg había sido excesivamente partidista en el tratamiento de los datos y lo consideró culpable de «deshonestidad objetiva».
Cancelados por la Academia pero autores de 'best sellers'
En el caso de Lomborg, como en el de otros muchos ambientalistas, se da una paradoja: son rechazados por la academia pero sus libros se convierten en auténticos 'best sellers' durante años. Ocurrió con 'El ecologista escéptico', pero también con títulos como 'No hay apocalipsis', de Michael Shellenberger. El periodista estadounidense expone en el mencionado libro «por qué tantos de nosotros llegamos a ver problemas ambientales importantes pero manejables como el fin del mundo, y por qué las personas que son más apocalípticas tienden a oponerse a las mejores y más obvias soluciones» para resolverlos.
Shellenberg escribió para promocionar su libro un artículo de 1.700 palabras en el que hizo la siguiente afirmación: «En nombre de los ambientalistas de todo el mundo, me gustaría disculparme formalmente por el susto climático que generamos en los últimos 30 años». 'Forbes' fue el primer medio en publicar el artículo, pero terminó por eliminarlo ante la avalancha de críticas.
Robert B. Laughlin, Premio Nobel de Física en 1998 y catedrático en la Universidad de Stanford (California) ha confesado que los científicos que cuestionan el consenso medioambiental tienen que «escoger con cuidado las palabras que utilizan», pero no tener miedo a las polémicas que puedan generar. «Mi agente me ha dicho que eso vende libros». La cancelación y el exilio académico han resultado ser todo un reclamo editorial.
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