La condena a un eterno ostracismo de los ex testigos de Jehová
Pese a la sentencia judicial que reconocía la «muerte social» a la que son sometidos, nada ha cambiado para los expulsados de esta confesión religiosa
Podcast | 'Los expulsados del paraíso. Sobrevivir a los Testigos de Jehová', un relato de víctimas y supervivencia
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![Israel Flórez, presidente de la AEVTJ, y Patricia García, ante el salón del reino de Leganés (Madrid)](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2024/04/20/israel-patricia-RodNVPyrhyrnE8rm3w8TCFK-1200x840@diario_abc.jpg)
«Me siento huérfana, he perdido a mi familia, he sentido durante muchos años que no tenía un lugar en el mundo. Desde muy pequeña he vivido con la exigencia de ser perfecta, han preparado mi mente para pensar que soy parte de una minoría, ... de los escogidos, de los únicos que se salvan en el fin del mundo, así que cuando me expulsan de ahí, ¿quién soy yo? ¿cuál es mi sitio?». A pesar de la dureza y el dolor que esconden sus palabras, Patricia García habla con tono suave y agradable. Es un discurso lúcido, bien hilado, pero que trasluce una cierta sensación de derrota.
Una percepción que resulta un tanto incongruente si se piensa que Patricia es miembro de la Asociación Española de Víctimas de los Testigos de Jehová (AEVTJ), la entidad que, denunciada por la propia confesión religiosa de la que un día fueron miembros, ganó un histórico juicio en el que no sólo se amparaba la labor y la continuidad de la AEVTJ, sino que reconocía el «ostracismo y la muerte social» a la que habían sido sometidos los expulsados e, incluso, que calificar a los Testigos de Jehová como «secta destructiva» está «amparado por la libertad de expresión». Una determinante sentencia que, sin embargo, «no ha cambiado nada», según Patricia. «Al contrario, estamos todavía peor, si me llevaba mal con mi familia, que casi no había relación, ahora nada», añade. «Mi padre era el único que no me tenía bloqueada en whatsapp, hasta ahora. Alguien le ha ayudado a hacerlo, porque tiene más de ochenta años», especifica.
Porque una constante en aquel juicio, en el que testificaron hasta doce «víctimas» de los Testigos Jehová (Patricia entre ellas) para demostrar que verdaderamente lo habían sido -la confesión les denunció porque consideraba «injurioso» que se autoproclamen así-, fue la sucesión de unas vidas rotas. Y la causa común, la expulsión de la religión, o la salida voluntaria, que había implicado perder todos los lazos con sus familiares y amigos. Así lo determinan las normas internas que se presentaron en el juicio e incluso la sentencia llega a señalar que aunque los antiguos miembros de los Testigos de Jehova «no sólo fueron víctimas de diferentes daños, sino de verdaderos delitos como son los abusos sexuales o su encubrimiento [...] no cabe duda que la expulsión y sus efectos es la medida que más sufrimiento causa, pues la familia es la base del ser humano y de la sociedad». La aplicación de esta norma produce «la ruptura de las relaciones, no se les habla, se llega a echar de casa a los hijos mayores de edad, con independencia de si tiene medios para vivir solos, es decir destruye una familia», reconocía la sentencia.
Patricia fue expulsada hace 28 años, tras un «comité judicial» -el mecanismo de justicia paralela dentro de los Testigos- con una «condena de fornicadora impenitente, insumisa y rebelde hacia los 'ancianos'». Consciente del aislamiento al que iba a ser sometida a partir de ese momento, comenzó una carrera, tan desesperada como infructuosa, para ser readmitida. Sólo años después, tras una profunda depresión y varios intentos de suicidio, comprendió que su lugar estaba fuera, aunque estuviera totalmente sola.
«Después del juicio he tratado de reconciliarme con mis padres, que tienen 84 y 87 años. A través de mi hija, conseguí que vinieran a mi casa, pero fue nefasto. Me empezaron a gritar y sacar todo el pasado, me decía que soy una vergüenza por haber contado mi historia en los medios de comunicación», explica Patricia a ABC. «Son buenas personas, pero les comen la cabeza, les cuentan todo al revés, les dicen que nosotros hemos hablado mal de ellos, que hemos denunciado a los Testigos de Jehová, cuando nosotros nos estábamos defendiendo porque fueron ellos quienes presentaron la denuncia», añade.
«Es una tortura, no soporto ver a mi familia y que no me hablen. Me quiero ir de donde vivo porque es muy duro cruzarte con ellos y que ni te miren». Patricia está agotada. «Va a ser una de las últimas veces que cuente mi caso en público, me sirve de desahogo, pero me revuelve, vuelvo a sentirme mal durante días, es un dolor profundo que retorna». Pero no se rinde. «Esto parece una guerra. Hemos ganado una batalla con la sentencia, pero la guerra sigue. No la queremos, pero nos obligan. No vamos a parar hasta que se acabe con este ostracismo. La ruptura familiar es el dolor más grande. Nunca perdonaré no poder vivir junto a mis padres en estos últimos años de su vida», lamenta.
«El alejamiento es total»
Para Israel Flórez la situación no es muy diferente. Es el presidente de la asociación, pero la publicación de la sentencia coincidió con uno de los peores momentos de su vida: el suicidio de su hijo. «En el velatorio, fue la última vez que vi a mis padres. Si antes estaba mal, ahora el alejamiento es total», nos cuenta. Flórez dejó la confesión hace años. La nula respuesta a los abusos que sufrió cuando era pequeño, las incoherencias que percibía y el suicidio de su hermana -»camuflado como un accidente doméstico»- después de ser expulsada por un comité judicial, le apartaron de los Testigos de Jehová, por lo que su familia dejó de hablarle.
«No quería que en el entierro de mi hijo vinieran aquellas personas que tanto daño me habían hecho. Evidentemente eso no tenía nada que ver con mi padre, pero le sentó mal y comenzó a gritarme. Yo le respondí que está en una 'secta destructiva', que hasta los jueces lo han dicho, y que ahí tenía una víctima más», cuenta sobre aquel duro momento. «Mi hijo no era formalmente Testigo de Jehová, pero se criado en ese ambiente. Mi padre sabe que dos personas que han vivido en su casa se han acabado suicidando», añade.
¡Ganamos! "El juzgado de Primera Instancia nº 6 de Torrejón de Ardoz ha desestimado en su integridad la demanda que la organización religiosa Testigos de Jehová presentó contra la Asociación Española de Víctimas de los Testigos de Jehová (AEVTJ)"https://t.co/83umHIpMZ8
— Asociación Esp. de Víctimas de Testigos de Jehová (@aevtj) January 6, 2024
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En lo positivo, Flórez valora el crecimiento que la Asociación ha experimentado en estos meses, sobre todo desde que se dio a conocer el juicio que tenían que afrontar después de ser denunciados por la los Testigos de Jehová. Valga la metáfora bíblica, fue la lucha del gigante Goliat contra el imberbe David. La todopoderosa confesión, con el respaldo de ciento veinte mil fieles según sus propios números, ante una recién creada asociación «que apenas empezábamos a organizarnos», cuenta quien es su secretario, Enrique Carmona. «La denuncia nos pilló completando las fichas de los apenas treinta socios, hoy somos cerca de los cuatrocientos», añade.
Ahora ya están totalmente consolidados. Cuentan además con grupos de autoayuda, organizados desde las redes sociales. «Somos más de doscientos, escuchar el testimonio de otras personas que han pasado por lo mismo que tú es reconfortante, algunos quedan personalmente para hablar, para encontrar un apoyo». Como Patricia, tratan de encontrar cuál es su sitio en el mundo. Además, también han detectado un incremento constante de la figura del 'PIMO' (Físicamente dentro, mentalmente fuera por sus siglas en inglés), el acrónimo que define a quienes aparentemente siguen dentro de los Testigos de Jehová pero no dan el paso de salir para evitar el ostracismo al que saben que estarían condenados.
Pérdida de la condición de «notorio arraigo»
La sentencia favorable también les ha dado fuerza para presentarse como una voz autorizada ante las instituciones. Están pendientes de ser recibidos por el ministerio de Presidencia y Justicia, de quien dependen los asuntos religiosos, y el Defensor del Pueblo. Entre sus reivindicaciones, que se revise la condición «de religión de notorio arraigo» para los Testigos de Jehová, «como ha ocurrido en Noruega» -donde el Gobierno les ha retirado el reconocimiento legal precisamente por el trato que mantienen con los expulsados- , y que se les obligue a «asumir el desastre mental que están generando».
En lo personal, la situación de Enrique también ha ido a peor. En medio del juicio, cuando estaba como público descubrió que una de sus hijas había acudido a testificar contra él y la asociación. «En la sala me acusó de haberla maltratado y de contagiarle una enfermedad venérea a su madre, que entonces era mi mujer», explica. En aquel momento de tensión, Enrique estalló y la juez tuvo que expulsarlo de la sala. Durante tiempo dudó si debía denunciar a su propia hija por perjurio, «al haber dicho aquellas falsedades bajo juramento». Este verano pasó un mal momento de salud. «Mi hija me llamó, para ver como estaba. Cuando le pregunté si más allá de la enfermedad me iba a tratar siempre así me colgó el teléfono. Entendí que no había nada que hacer y decidí seguir adelante con la denuncia».
Carmona también fue denunciado por los Testigos de Jehová personalmente, y aunque la sentencia le daba razón en la mayor parte de sus argumentos, sí que fue condenado a pagar una indemnización por daños morales, a raíz de unas declaraciones que el juez consideraba difamatorias. Ha recurrido el fallo.
![Imagen principal - En la foto superior, de izquierda a derecha, Gabriel Pedrero, Patricia García, el abogado Carlos Bardavío e Israel Flórez, de la asociación de víctimas. Debajo uno de los edificios de la sede española de los Testigos de Jehová, en la localidad madrileña de Ajalvir. A la derecha, un bautizo de una fiel en un acto público realizado en el estadio Metropolitano de Madrid en 2019](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2024/04/20/todos-juicio-U87174188611Pkj-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - En la foto superior, de izquierda a derecha, Gabriel Pedrero, Patricia García, el abogado Carlos Bardavío e Israel Flórez, de la asociación de víctimas. Debajo uno de los edificios de la sede española de los Testigos de Jehová, en la localidad madrileña de Ajalvir. A la derecha, un bautizo de una fiel en un acto público realizado en el estadio Metropolitano de Madrid en 2019](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2024/04/20/sede-U50676588871nRU-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - En la foto superior, de izquierda a derecha, Gabriel Pedrero, Patricia García, el abogado Carlos Bardavío e Israel Flórez, de la asociación de víctimas. Debajo uno de los edificios de la sede española de los Testigos de Jehová, en la localidad madrileña de Ajalvir. A la derecha, un bautizo de una fiel en un acto público realizado en el estadio Metropolitano de Madrid en 2019](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2024/04/20/bautizo-U47302465404OgV-278x329@diario_abc.jpg)
Gabriel Pedrero reúne la condición de haber soportado victorioso en dos ocasiones los envites judiciales de su antigua confesión. Primero como socio de la AEVTJ, en la que encargaba de la comunicación, y después en la demanda particular que le interpusieron por los vídeos que había colgado en redes sociales en los que contaba su caso. Ganó, pero los Testigos han recurrido la sentencia. «Han apelado de una forma cruel, porque me ponen, con nombre y apellidos, en la diana. Dicen que por mi culpa están recibiendo amenazas, pintadas en los salones del reino de asesinos y pederastas», explica. «Yo sólo he contado mi caso -Pedrero cuenta que fue abusado sexualmente cuando era menor-, y quieren callarme, destrozarme la vida, que me rinda, pero no lo van a conseguir».
Ese miedo es la tónica general. Judit -nombre ficticio- es otra de las personas que declaró en el juicio como «víctima» de los Testigos. Explicó que técnicamente seguía dentro, porque no había sido expulsada ni había pedido salir. Aunque ya no le movía ninguna convicción, no quería dar ese paso porque sabía que supondría la ruptura total con su familia. Ha querido participar en el podcast, pero con un nombre ficticio y la voz distorsionada, para evitar ser condenada al ostracismo.
Sentencia recurrida
Una idea que tiene muy presente Carlos Bardavío, el abogado que representó a la asociación en el juicio. La sentencia ha sido recurrida por los Testigos de Jehová porque «vulnera la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya que las acusaciones vertidas por la AEVTJ son manifiestamente injuriosas y falsas, sin prueba alguna de los delitos imputados, generando un impacto negativo para la confesión», según ha confirmado a ABC el portavoz de la propia religión, Joan Comas.
Bardavío prepara ahora la contestación a ese recurso, pero mientras ha podido detectar un interés creciente de antiguos miembros de los Testigos de Jehová para asociarse y reclamar el daño sufrido. «Gracias al caso español, hay un movimiento internacional de extestigos que ven que tienen opciones jurídicas para reclamar sus derechos, un aluvión de gente que se ha puesto en contacto con nosotros. Me consta que se está organizando en lugares como México, Chile e incluso Estados Unidos».
Después del juicio fallido -un claro ejemplo del 'efecto Streisand' pues en vez de conseguir el pretendido silenciamiento de la asociación acabó dando mayor visibilidad a la situación que viven los expulsados- el abogado percibe un cambio de estrategia en los Testigos de Jehová. «Ahora reclaman el derecho de rectificación ante cualquier noticia que consideran perjudicial, tratan de rebatir cualquier noticia por más veraz que sea», explica a este diario. Además, «en el recurso que han presentado también han modificado los argumentos: si en el juicio negaban que existiera ostracismo y discriminación, ahora lo admiten todo pero argumentan que eso está dentro de la libertad religiosa», añade.
Lo cierto es que, tenga que ver o no con la sentencia española, los Testigos de Jehová sí que han realizado algunos cambios sobre el trato a los expulsados a nivel mundial. En el segundo informe de 2024 del Cuerpo Gobernante («el pequeño grupo de cristianos maduros que dirigen la organización mundial» según su página web) reconocen que aunque hasta ahora no se podía hablar con los expulsados, desde marzo de este año, los ancianos les pueden invitar a asistir a las reuniones e incluso se les puede dar un saludo al llegar al salón del reino.
«Los Testigos de Jehová siguen ayudando a los malhechores arrepentidos a permanecer en la congregación»
Departamento de información de la confesión
Desde la sede española de los Testigos de Jehová, que se encuentra en la localidad madrileña de Ajalvir, explican este cambio a ABC desde la idea de que «se están poniendo en marcha nuevas iniciativas para llegar a los exmiembros. Los ancianos los animarán cariñosamente a regresar y les ofrecerán ayuda espiritual». «Los Testigos de Jehová siguen ayudando a los malhechores arrepentidos a permanecer en la congregación», especifican en su respuesta a este periódico.
Sin embargo, mientras esperan una respuesta al recurso que han presentado, no se muestran muy receptivos a las propuestas planteadas por sus antiguos miembros. Sobre el hecho de que se hagan cargo de los tratamientos psicológicos de los traumas causados, entienden que «la AEVTJ no ha aportado ninguna prueba médica ni científica de que nuestras creencias hayan causado nunca traumas psicológicos». Tampoco entienden que «haya motivos» para la reclamación de que se les retire la declaración de «notorio arraigo». «Mantenemos unas relaciones cordiales y fluidas con el Ministerio de la Presidencia y Justicia, como siempre han sido», añaden.
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Tímidos cambios que apenas son percibidos como victoria por quienes un día estuvieron entre los «elegidos de Jehová», pero que fueron expulsados de la promesa del Paraíso para ser arrojados al ostracismo, a lo que ellos también denominan «muerte social» o «aislamiento total». Y como afirmaba Patricia, siguen en la guerra pese a no estar seguros de si han ganado alguna batalla, quizás porque han entendido, que -como explicaba el psiquiatra Viktor Frankl tras su paso por cuatro campos de concentración-, ante una situación de desánimo y de muerte emocional, cuando se llega a ser consciente de que no se puede cambiar la situación, sólo sobrevive quién es capaz de cambiarse a sí mismo.
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