Pandemias y vacunas

La pandemia Covid ilustra tanto las posibilidades actuales de la vacunación como las limitaciones que aún hay que superar. Los beneficios de las vacunas contra el Covid, muy patentes en países desarrollados, alcanzan de forma muy limitada a los lugares de menos recursos, apenas el 15% de sus habitantes se han vacunado tras casi dos años. Los esfuerzos de la OMS para diseñar programas de accesibilidad a la fabricación de vacunas en países en desarrollo tropiezan con las dificultades que marcan los derechos de propiedad industrial de la fabricantes. Priorizar la aplicación de vacunas disponibles y actualizar su composición a la variantes surgidas son otros ejemplos de cuestiones a resolver.

Pero, el riesgo de nuevas pandemias y de reactivación de las existentes sigue planteando nuevos desafíos. La vacuna viva atenuada contra la polio, de aplicación en todo el mundo, sigue planteando interrogantes, como la reciente aparición de virus mutantes en aguas residuales de Londres, que como mínimo demandan atención.

Por reversión a virulencia del virus vacunal de la polio se han registrado más de la 1100 casos en Pakistán y Afganistán en 2020, mientras en que en 2021 se produjeron casos de polio en 18 países africanos. Tampoco podemos olvidar lo que plantea la reemergencia de la viruela del mono, o la reactivación de la infecciones por sarampión y tuberculosis en Ucrania. Entre otras muchas situaciones.

La tecnología para producir los tratamientos preventivos de las infecciones ha avanzado extraordinariamente. La amenaza de nuevas pandemias, o de reemergencia de las existentes, demanda nuevos esfuerzos. No basta con disponer de las vacunas, hace falta aplicarlas de manera global en un marco ético. Está en juego la protección de todos.