Cambios para grifos, bombas o contadores de agua: Bruselas exigirá nuevas normas de higiene para evitar filtraciones de sustancias nocivas
Se aplicarán a partir de 2026, con el fin de impedir la proliferación microbiana en productos de nueva instalación
Investigadores detectan microplásticos en el agua potable de varias ciudades españolas
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La Comisión Europea ha adoptado este martes nuevas normas mínimas de higiene para los materiales y productos que entran en contacto con el agua potable que se aplicarán a partir del 31 de diciembre de 2026 a fin de evitar la proliferación microbiana y reducir el riesgo de filtración de sustancias nocivas en el agua potable.
Las nuevas normas se aplicarán a los materiales y productos destinados a ser utilizados en nuevas instalaciones de captación, tratamiento, almacenamiento o distribución de agua, o como parte de trabajos de reparación, tales como tuberías de suministro, válvulas, bombas, contadores de agua, accesorios y grifos.
Esto mejorará la calidad del agua potable y reducirá la carga administrativa para las empresas que fabrican los materiales y productos en cuestión, así como para las autoridades nacionales.
«El agua potable limpia es un derecho humano», ha recordado el comisario europeo de Medio Ambiente, Pesca y Océanos, Virginijus Sinkevicius, que ha incidido en que estas nuevas normas más estrictas de protección de la salud y el medio ambiente garantizarán que los materiales y productos en contacto con el agua estén cada vez más libres de sustancias tóxicas, ya que reducir la contaminación es «esencial» para la resistencia del agua y del ecosistema en su conjunto.
Las nuevas normas también simplificarán la labor de autorización previa realizada por cada autoridad nacional, ya que hasta ahora había poca armonización en la UE, y los fabricantes tenían que solicitar autorizaciones diferentes en cada Estado miembro donde querían vender sus productos.
Los materiales y productos que cumplan las nuevas normas comunitarias recibirán una declaración de conformidad y un sello específicos de la UE, lo que significa que el producto podrá venderse en toda la Unión sin ninguna restricción relacionada con posibles problemas de salud pública o medioambientales.
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