Auge y caída de Greta Thunberg, que ha cambiado el activismo climático por la lucha contra Israel
Su defensa de la causa palestina ha indignado a parte de su círculo, que se desmarca de ella
Un manifestante interrumpe un discurso de Greta tras dar la palabra a una activista palestina
![Greta Thunberg subió al escenario de un acto climático con una palestina y defendió la causa de los gazatíes](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2023/12/07/greta_20231207204706-R93wmvxMBc1OB9PZrwJwFKJ-1200x840@abc.jpg)
La caída de Greta Thunberg comenzó con su mayoría de edad. Desde que cumplió los 18 años, la serie de delitos con que iba sembrando su sendero de activista comenzaron a ser juzgados de otra forma por los tribunales, dado que ya no era menor. ... La veinteañera ha sido juzgada por resistencia a la autoridad en Suecia, donde contestó al tribunal que entonces «deberían juzgar y condenar a los seis millones de militantes de mi organización«. Tiene pendiente un juicio en Londres por alteración del orden público en el que se ha declarado no culpable y cuya sentencia todavía no se conoce. Las imágenes de Greta que aparecen ahora en los medios no son a menudo las de una multitud de seguidores juveniles, ni las de una guerrera, megáfono en mano, sino las de una joven siendo detenida por la policía o compareciendo ante un juzgado. Su nuevo perfil delictivo desincentiva sobre todo a padres, que en su día simpatizaron con la escolar comprometida con el planeta y que actualmente no desean que sus hijos sigan el mismo camino que Greta.
El pasado mes de febrero, la activista sueca participó en una protesta frente al Ministerio noruego de Petróleo y Energía contra un parque eólico que se está construyendo en un territorio habitado por tribus sami. En esa ocasión, no apareció rodeada de su corte de jóvenes protectores del clima, sino de activistas de los derechos de los sami. Pedían la demolición de 150 turbinas eólicas alegando que es «una vergüenza internacional que no sólo afecta a Noruega, sino a la lucha global por los derechos de los indígenas de todo el mundo». Cuando los periodistas noruegos preguntaron a Greta por qué se vuelve contra la energía eólica, una fuente completamente respetuosa con el clima, ella respondió que no se trataba de tipos de energía sino de «una violación de los derechos humanos». Se distanciaba así de un movimiento que ella misma inició y que en los últimos meses, sin embargo, se había ido desmarcando de su icono.
El mayor índice de abandono se ha producido a raíz del ataque de Hamás a Israel. En un reciente acto a favor del clima en Amsterdam, subió al escenario con el pañuelo palestino al cuello y llamó a los asistentes a «escuchar las voces de los que están siendo oprimidos y de los que luchan por la libertad y la justicia«. Junto a la afgana Sahar Shirzad, ha coreado en público en Suecia consignas como: »Aplastad el sionismo«. Los primeros indignados fueron sus compañeros de lucha israelíes, que se declararon »profundamente heridos y conmocionados« en una carta abierta en la que se quejaron por sus declaraciones »sorprendentemente unilaterales, mal informadas y superficiales«.
A la cabeza de las críticas, Rony Bruell, fundadora del Foro Israelí para Mujeres en el Medio Ambiente, que en tan sólo unas horas recolectó más de 2.000 firmas contra Thunberg. «Asumimos que usted y su familia nunca tendrán que huir para salvar su vida ni temer por sus seres queridos, pero si alguna vez sucede le prometemos que no nos pondremos del lado de tus torturadores», afirma el documento. Buena parte de las filas ambientalistas no está dispuesta a seguir a Thunberg por esta senda.
División política
«Grandes partes de la izquierda progresista han sido colonizadas por un antisionismo distorsionador y francamante intolerante», lamenta Nigel Savage, joven nacido en Reino Unido pero establecido en Nueva York que con su organización ambiental Hazon ayudó a Thunberg a saltar el charco. Ahora se desmarca abiertamente de ella. El movimiento Fridays for Future, que años atrás sacaba de las aulas cada semana a millones de escolares en todo el mundo, se encuentra ahora profundamente dividido y una muestra evidente de ello es la directiva alemana.
«Es el fin de Greta Thunberg como activista climática»
Una de sus portavoces, Elisa Ba, ha condenado reiteradamente que Israel esté cometiendo un «genocidio» en Gaza, mientras la líder del movimiento en Alemania, Luis Neubauer, se ha distanciado claramente de cualquier proclama o actitud antisemita: «Nuestra total solidaridad con los judíos de todo el mundo: condenamos y criticamos enérgicamente el terror de Hamás«, afirma. »Estamos alarmados de ver cómo unos pocos han abusado de nuestras redes para compartir desinformación y antisemitismo«. Ha evitado referirse expresamente a Greta Thunberg, pero era evidente de quién estaba hablando. »Israel tiene derecho a defenderse«, ha insistido, antes de pasar a reconocer lo doloroso que resulta para ella esta ruptura en el plano emocional, que fue el que siempre movió al movimiento. »Si hubiera podido prever que tales declaraciones se compartirían en las redes de Fridays for Future nos habríamos posicionado más claramente de antemano«.
«No entiendo que Greta haya podido hacer esto y le aseguro que si estuviera convencido de que este movimiento es antisemita yo no pertenecería a él, pero le aseguro que no es así«, lamentaba la semana pasada en Berlín Luzius, un estudiante de 19 años, mientras sus compañeros de Last Generation bloqueaban el acceso del tráfico rodado a la Puerta de Brandemburgo. »Cuando Greta Thunberg ha llamado a la resistencia la hemos seguido, pero no estamos dispuestos a que se nos utilice por parte de ideologías belicistas a las que el planeta no les importa«. »Es el fin de Greta Thunberg como activista climática«, ha sentenciado Volker Beck, presidente de la Sociedad Germano-Israelí y que hace sólo dos años era uno de sus admiradores.
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