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El asesino del triple crimen de Burgos sigue libre 20 años después

Rodrigo Barrio, superviviente de la matanza de su familia, y Ángel Ruiz, asesino condenado, fueron los sospechosos. Hoy prescribe el crimen

El 'rambo de Bureba' que pegaba a su madre y atemorizaba a sus vecinos

Registro de la UDEV en 2021 en una propiedad de Ángel Ruiz, uno de los sospechos ABC
Cruz Morcillo

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«No había terminado de desayunar cuando el hermano Andrés se me acercó y me pidió que fuera a hablar con la psicóloga del colegio. Fue ella la que me comunicó la noticia de la muerte de mis padres y de mi hermano». Rodrigo Barrio tenía 16 años y estudiaba interno en el colegio Hermanos San Gabriel de Aguilera (Burgos) cuando asesinaron a su familia. El 8 de junio de 2004, ya de madrugada, se descubrió la carnicería en el quinto piso del número 14 de la calle Jesús María Ordoño de Burgos. Salvador Barrio, de 53 años, su mujer Julia Dos Ramos, de 47, y Álvaro, el hijo del matrimonio, de 12, sumaban 125 heridas, casi todas puñaladas. Alguien entró en la casa con llave mientras dormían y se ensañó con los tres: 69 heridas el padre, tirado bajo la mesa de la cocina; 21 la madre, entre la cama y la pared; 39 el niño, al fondo del pasillo buscando refugio. Los tres estaban descalzos y en pijama; a los tres les cortaron el cuello.

Odio. Esa palabra se repite en el sumario del triple crimen de Burgos. Pero, ¿quién odiaba tanto a la familia para infligirles más de cien puñaladas a Salvador, a su mujer y a su hijo? «El odio, generado por una aversión excesiva, que solo puede aplacar quien lo padece con la muerte de las personas a las que desea semejante mal, lleno de ira y encono, que indicaría que la persona que lo sufre padecería un desequilibrio psíquico grave», recoge una de las hipótesis policiales.

Hoy se cumplen veinte años del triple crimen por el que nadie se ha sentado en el banquillo. En dos décadas ha habido otros tantos candidatos a los que ese supuesto odio pudo remover: Rodrigo Barrio, el hijo mayor y único superviviente, que fue detenido y luego exculpado; y Ángel Ruiz, 'Angelillo, un vecino huraño y colérico de La Parte de Bureba, pedanía de la que Salvador Barrio era alcalde y terrateniente. 'Angelillo' cumple condena desde 2014 por atropellar hasta la muerte a Rosalía Martínez, su vecina anciana, y es sospechoso además de la desaparición de Shibil Angelov, un joven búlgaro que le hacía de chófer cuando se perdió su rastro en 2013.

Veinte años y miles de gestiones policiales no han logrado hacer justicia a los Barrio. Rodrigo, el hijo, fue detenido en junio de 2007 y la juez ordenó su internamiento en un centro de menores, pero a los tres días le puso en libertad. La prueba directa por la que la Policía lo había incriminado, las llaves del Audi A6 de su padre, quedó desmontada, así como el resto de indicios acumulados, entre ellos las mentiras del chico. Un anillo que siempre llevaba su madre apareció en la caja fuerte del chalé de Queirugás (Orense) que tenía la familia. Los investigadores de la UDEV Central sostenían que tenía mala relación con sus padres y un carácter difícil, que no quería trabajar en el campo, que odiaba a su hermano y que heredaría casi un millón de euros entre propiedades, ahorros e inversiones.

HISTORIA

DE UN ASESINATO

LOS DATOS

Lugar del crimen

Burgos

Arma

Cuchillo o machete de 12 cm de hoja

Pistas

No se encontraron huellas dactilares, lo que ndica que el asesino actuó con guantes

La huella de una deportiva ensangrentada fue una de las pistas seguidas por los investigadores. La huella más clara de la zapatilla esta estampada en la puerta del dormitorio del hijo menor

Rastros de sangre en la vivienda

Dormitorio de los padres

Hijo

32 puñaladas

Madre

17 puñaladas

Dormitorio del niño

Dormitorio del hijo mayor

Entrada

Ascensor

No se encontró sangre ni en la escalera ni en el ascensor

Cocina

Padre

50 puñaladas

ABC / Fernando Rubio y Elena Segura

HISTORIA

DE UN ASESINATO

LOS DATOS

Burgos

Arma

Cuchillo o machete de 12 cm de hoja

Pistas

No se encontraron huellas dactilares, lo que ndica que el asesino actuó con guantes

La huella de una deportiva ensangrentada fue una de las pistas seguidas por los investigadores. La huella más clara de la zapatilla esta estampada en la puerta del dormitorio del hijo menor

Rastros de sangre en la vivienda

Dormitorio de los padres

Madre

17 puñaladas

Hijo

32 puñaladas

Dormitorio del niño

Dormitorio del hijo mayor

Entrada

No se encontró sangre ni en la escalera ni en el ascensor

Ascensor

Cocina

Padre

50 puñaladas

ABC / Fernando Rubio y Elena Segura

 

A los dos años de su detención, se archivó la causa contra él. Hasta 2029 podría ser acusado de nuevo si aparecieran indicios distintos. No se han encontrado en todo este tiempo y Rodrigo es ahora quien se ocupa de las tierras de su padre en La Parte de Bureba, junto a su tío. Su familia materna, tras acogerlo, dirigió la acusación contra él.

Pintadas en la tumba

El caso quedó empantanado hasta 2014. Ese año, con nuevos investigadores al frente, la causa se enfocó en Ángel Ruiz, 'Angelillo'. Ya había estado en el punto de mira de la Policía porque durante el entierro de Salvador Barrio, en la La Parte de Bureba, el individuo se acercó con su tractor acelerando el motor a tope y riendo como un loco. Al día siguiente en la tumba aparecieron pintadas ofensivas: «Cabrón, cerdo, hijo puta...». Un informe grafístico confirmó que las había hecho Angelillo, que tenía 41 años. «Por su conducta y estado mental no se continuó con esa investigación en esos momentos». Pero sí, diez años después, tras condenarlo por el asesinato de su vecina Rosalía.

En el sumario del caso, varios médicos lo califican como violento, agresivo e imprevisible en sus actuaciones y consta que pegaba incluso a sus padres. Se le atribuye un móvil para asesinar a los Barrio Dos Ramos: la venganza y el resentimiento. La Policía siempre ha mantenido, basándose en la violencia desplegada en el crimen (125 lesiones), que esa fue la motivación del autor.

Angelillo habría actuado comido por el odio, por la pujante posición económica de los Barrio, concitándose ese rencor en torno a todas las parcelas agrícolas propias y arrendadas que explotaban (más de un centenar en la comarca) y a la compra de una cosechadora que Salvador iba a recoger el mismo día que lo mataron.

«Es una hija de puta»

«Es una hija de puta, blanqueaba dinero comprando terrenos (...) se me adelantó pagando más (...) no nos dejaba comprar terrenos» , le confió Angelillo a quien figura en la causa como testigo protegido, un preso que se ganó la confianza del sospechoso y reportaba a los investigadores. «Es quizá con la única persona que Angelillo ha empatizado en su vida», señala uno de los agentes.

Los desencuentros entre Salvador y este individuo eran conocidos: un proyecto para construir un polígono industrial en La Parte y el vuelco de un remolque de grano de los Barrio, entre otros.

Los investigadores creían y aún lo mantienen que todos esos episodios, sumados a la compleja personalidad de Ruiz –que los interpretaba como algo malintencionado y personal contra él– actuaron como detonante. Igual que ocurrió con su vecina años después a la que dicen que mató «por nada». E igual que las trifulcas y venganzas que salpican su biografía.

Cadena de indicios

La UDEV siguió adelante y presentó a la juez una cadena de indicios, fruto de años de trabajo. Hay dos muy relevantes: unas zapatillas y armas blancas con dos filos artesanales. Las zapatillas Dunlop son recurrentes y claves en el caso. El asesino de la familia dejó huellas en sangre de una zapatilla de deporte. Tras cientos de gestiones se averiguó que correspondían a esa marca y un técnico alemán de Dunlop concretó que era un número 43 español. Una caja de esa marca se halló en un corral de Ángel registrado en 2017 y un par de la misma marca, minoritaria, se le intervino en 2013 cuando la Guardia Civil lo detuvo por la desaparición del joven búlgaro. Según la madre y la hermana de Angelillo, las zapatillas eran del sobrino que vive en Sevilla. «Cualquier madre defiende a su hijo», admite resignado uno de los policías.

Angelillo acumulaba numerosas herramientas con las que podía modificar o crear objetos punzantes y cortantes. La Guardia Civil le intervino un cuchillo bicortante con dimensiones y punta compatibles con las heridas de la familia Barrio –para confirmarlo los forenses provocaron cortes en cerdos muertos con ese instrumento–. Y en los registros que se hicieron en 1sus propiedades en 2017 y 2021 se hallaron hojas y filos metálicos «susceptibles de ser adaptados», así como numeroso material y herramientas de carpintería metálica. La altura del autor del triple crimen está entre 163 y 177 centímetros, según la huella que dejó al dar una patada a la puerta del dormitorio del niño. Ángel mide 176 cm. Calza un 43, la misma talla que las huellas de pisada de autor halladas en el escenario. Su estado físico en 2004 era «excelente», tanto que en el pueblo le llamaban 'el Rambo de Bureba' porque pasaba temporadas escondido en el monte. Hay muchos más indicios pero en 2023, primero la juez y después la Audiencia de Burgos, archivaron provisionalmente la causa contra él.

A partir de mañana no se podrá acusar a nadie distinto a Rodrigo o a Ángel, aunque confesara el triple crimen. Los investigadores sostienen que han hecho lo imposible, pero no ha sido suficiente para hacer justicia a la familia Barrio.

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