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Antonio Rubio, el cazatormentas profesional español, «es imposible no asociar el peligro con este trabajo»

Junto con su compañero Joan Boscà Varela ha recorrido la Península buscando el momento perfecto

Este es el lugar con la mayor temperatura registrada de la historia, 'un infierno en la tierra'

El oficio de cazatormentas supone estar en el lugar y momentos acertados abc
Alexia Columba Jerez

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De repente el viento cambia de dirección, el olor de lluvia se impone y los pelos del brazo se te erizan. La adrenalina empieza a correr al punto de que te provoca un hormigueo y subes a tu coche, esa que tiene la pegatina de cazatormentas como tarjeta de presentación. Aunque por fuera pueda parecer un vehículo más, le han retirado los asientos de atrás para que entre todo el equipo. Una cámara superlenta, antena de rayos, amplificador de señal, un ordenador portátil y una antena de GPS con forma de seta en el techo del vehículo. Es el momento de ir tras el rastro de una tormenta o un tornado. Y la clave es estar en el momento y lugar indicados.

Esta escena que puede parecer sacada de una película es real y forma parte de la rutina de los cazatormentas. Una profesión que hemos visto en la gran pantalla en películas como 'Twister', pero que es más difícil encontrar a pie de calle. ABC ha tenido la oportunidad de hablar con el primero de los dos cazatormentas profesionales que ha tenido España. Aficionados hay miles, profesionales como Antonio Rubio España o su compañero de carretera Joan Boscà Varela no abundan.

Con su Chevrolet estos dos valencianos han recorrido toda la Península. Largos viajes que pueden terminar en frustración y agotamiento, pero también se han salvado de un rayo por poco. Y se han cruzado con lo que podía ser una supercélula, que es el tipo de tormenta que por su tipo de circulación de sus corrientes internas tienen mayor probabilidad de desencadenar tornados.

Rubio que actualmente trabaja como meteorólogo de la Fundación para la Investigación del Clima (FIClima), nos explica que «cada tormenta es un mundo, y hay que saber y entender qué sucede en cada una para poder llegar a cazarla satisfactoriamente, por eso en algunas ocasiones se nos escapaban».

La avidez con que estos fenómenos se estudian en distintos puntos del mundo es destacable, desde EE.UU. a Argentina. La finalidad es conocer algo tan impredecible como el tiempo. Especialmente porque en algunas zonas estos fenómenos meteorológicos pueden tener resultados funestos, de modo que los datos que recogen pueden ayudar a salvar vidas afinando el pronóstico.

Cómo se convirtió en un cazatormentas en España

Rubio nos explica que el cazatormentas, en general, es una profesión poco remunerada y muy vocacional. De hecho, Rubio se ha pasado horas desde joven mirando al cielo y lo ha convertido en su forma de vida. «En el balcón contemplaba las tormentas nocturnas, fascinado por las descargas eléctricas. Viniendo de una familia de agricultores, mirar al cielo era algo natural. Aunque mis ojos reflejaban fascinación, a diferencia de mis padres y abuelos. Luego conocí los espacios del tiempo en la TV y concretamente a Alfred Rodríguez Picó en TV3», cuenta Rubio. Para entonces ya estaba enganchado. Terminó estudiando Ciencias Ambientales en la Universidad de Valencia, y posteriormente obtuvo un máster en Meteorología, en Barcelona.

Antonio Rubio Cortesía Antonio Rubio

Nos dice que para ser cazatormentas e precisa de mucha paciencia y oficio para poder capturar la imagen o efectuar el registro de algo tan fugaz como una tormenta. En su caso el proceso hasta convertirse en un cazador de tormentas fue bastante largo. «Las posibilidades de éxito son muy reducidas, se puede ser contratado para trabajar de cazatormentas de muy diversas maneras. A diferencia de EEUU, en Europa la investigación científica y operativa a través de universidades y centros meteorológicos apenas contempla el trabajo de campo en esta disciplina, con lo que esta vía es muy difícil. Y la toma de imágenes y videos de tormentas para venderlas a posteriori es francamente complicada para sustentar esta actividad en el tiempo».

Sin embargo, también está la vía de compañías que necesitan calibrar en terreno sus redes de medición de fenómenos relacionados con las tormentas, y ese fue el caso de Joan Boscà y el suyo. Durante dos temporadas fueron contratados como cazatormentas en Meteorage, una empresa francesa de detección de rayos. «Necesitaban la verificación de la ubicación y momento exacto del impacto de los rayos y eso hicimos a lo largo de toda la Península Ibérica», indica.

La imagen de una tormenta en plena la meseta castellana cortesía de antonio rubio

La posibilidad de que esto ocurra es francamente complicado. Por eso no es de extrañar que las referencias remotas que tengamos de los cazatormentas vengan de Estados Unidos. Ya que como nos apunta Rubio, es uno de los países dónde los fenómenos tormentosos causan mayores daños tanto personales como materiales, se invierte muchos recursos, en general, y en tormentas, en particular.

De hecho, «hay Instituciones como el National Severe Storms Laboratory (NSSL) que colaboran con universidades para proyectos específicos de caza de tormentas, ofreciendo oportunidades para que los estudiantes participen en la investigación de campo. Esto es algo prácticamente impensable en países como el nuestro», afirma Rubio.

De la tranquilidad a moverte a contrarreloj

La profesión de cazatormentas tiene picos, con momentos de tranquilidad y otros donde debes moverte a contrarreloj. «Los viajes eran largos, algunos de hasta 6 o 7 días de duración, acumulando miles de km sumando un día tras otro cuando se concatenaban situaciones muy favorables para tormentas. Con este panorama la experiencia es muy inmersiva. Y si no había éxito no cobrábamos el trabajo. Esto añadía más tensión si cabe al proceso y una dosis extra de adrenalina», señala Rubio.

Como contrapunto podían pasar de grabar una tormenta nocturna y estática en la playa de El Prat, al lado del Aeropuerto, «se trata de una zona propensa para este tipo de fenómenos y lo aprovechamos, esa tormenta se exhibía ante nosotros. Fue la única vez que utilizamos las sillas de descanso para las horas muertas de espera para disfrutar de la tormenta como cuando lo hacíamos por afición, mientras la unidad de la cámara superlenta grababa un rayo tras otro hasta completar la memoria disponible», indica.

Pero en otros momentos, hay tensión en el ambiente. Rubio aclara que es imposible no asociar el peligro con este trabajo, «debemos esperar a que la tormenta esté sobre nosotros para poder resguardar el equipo y a nosotros mismos en el coche. En la primera temporada de trabajo escapamos por poco del impacto de un rayo en varias ocasiones».

Nos relata que una de las mejores sesiones de caza de tormentas que tuvieron fue en la zona montañosa de Formiche Alto, en Teruel. La terminaron, según el detector de rayos de Meteorage, apenas 15 minutos antes de que un rayo impactara a pocos metros de donde estuvieron durante horas.

Delta del Ebro, en la urbanización Riumar cortesía de antonio rubio

«Otra anécdota fue durante nuestra última caza para Meteorage, al norte de la provincia de Zaragoza. La tormenta nos sorprendió y súbitamente empezó a granizar en seco mientras recogíamos, en ese momento el rayo cayó mientras seguíamos resguardando el instrumental en el coche. Lo sentimos cerca, pero no tanto como se demostró posteriormente». La sorpresa vino después, «comprobamos que el equipo de grabación dejó de funcionar definitivamente. Porque probablemente la caída de un rayo muy cercano había ocasionado un problema en los circuitos de varios componentes. Se trata de la vez que he estado más cerca de la caída de un rayo sin estar a resguardo», indica.

¿Cómo se sigue el rastro de una tormenta o un tornado?

El proceso para seguir el rastro de una tormenta se inicia días antes de que se produzca el episodio de tormentas. «Mediante los modelos meteorológicos podemos intuir si habrá inestabilidad o no con alrededor de una semana de antelación, pero los modelos mesoscalares -más fiables-, nos dejan un margen de decisión de tan sólo un día o dos previos. Es por esto por lo que el traslado desde nuestra base de operaciones siempre está sujeto ala incertidumbre de si se podrá conseguir la caza, estando siempre pendientes de los cambios de última hora», afirma Rubio.

«Adicionalmente se usan imágenes de radar meteorológico, detectores de rayos y satélite en el canal visible para poder anticipar movimientos inesperados». Sin embargo, dar con las supercélulas es más complicado. En EEUU son habituales, en España, se dio en una ocasión, en Alcañiz que produjo piedras de granizo del tamaño de pelotas de tenis.

El meteorólogo destaca que el mayor reto es dar con ese momento que es de 'foto finish'. Ni muy cerca ni muy lejos. Estar lo suficientemente elevado para obtener el ángulo más limpio. Sin llegar demasiado pronto, porque puede que la tormenta no se forme exactamente donde esperabas y tengas que perder toda la ventaja que tenías. Pero tampoco puedes llegar muy tarde, porque entre que montas el instrumental la tormenta ya ha pasado o se te hecha encima.

Para Rubio, a nivel personal, cazar un tornado en EEUU es su asignatura pendiente, «éste sería un reto en mayúsculas» que le sigue acelerando el pulso como cazatormentas. Después de todo por un cúmulo de circunstancias terminó siendo su profesión, pero siempre fue su vocación.

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