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Alemania prolonga la vida de sus últimos reactores nucleares

Europa recupera las plantas atómicas para hacer frente a la crisis energética

Alemania estudia volver a la energía nuclear para no depender del gas ruso

Planta nuclear REUTERS
Rosalía Sánchez

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El mercado lo pedía a gritos e incluso varios países europeos a los que Alemania arrastra en Bruselas a dolorosas decisiones conjuntas habían expresado su descontento con el hecho de tener que adoptar incómodas campañas de ahorro energético mientras Berlín seguía adelante con el cierre de las tres últimas centrales nucleares alemanas, Isar 2, Neckarwestheim y Emsland, cuya desconexión estaba programada para el 31 de diciembre.

En la «coalición semáforo» con la que gobierna el canciller Oaf Scholz, los socialdemócratas del SPD guardaban un conveniente silencio, los liberales del FDP pedían abiertamente una prolongación de su funcionamiento y Los Verdes reconocían a micrófono cerrado que, una vez pasasen las elecciones regionales de Baja Sajonia, el 9 de octubre, estarían también dispuestos.

A los actuales directivos de este partido ecopacifista, que nació y creció con el principal objetivo de luchar contra la energía nuclear en Alemania, les resultaba electoralmente inasumible alargar la vida de los reactores más allá de la fecha que fijó en su día un gobierno formado por Merkel y los liberales. Pero la decisión de Moscú de cerrar definitivamente las entregas de gas a través del gasoducto Nord Stream 1 ha terminado precipitando la inevitable decisión. El ministro de Economía, el verde Robert Habeck, ha presentado el segundo test de resistencia encargado por su despacho para evaluar los posibles escenarios de emergencia energética durante el próximo invierno y a renglón seguido justificó que los reactores siguiesen funcionando al menos hasta el mes de abril. Para edulcorar el trago a los suyos, Habeck ha declarado que las centrales «pasan a la reserva». «Los resultados del test de resistencia apuntan a que, en caso de situación de emergencia, conviene mantener en reserva esas dos plantas del sur del país», dijo, definiendo que su objetivo será a partir de ahora evitar tener que quemar gas para producir electricidad, el mismo argumento que había utilizado anteriormente para prolongar la vida de las centrales de electricidad a base de carbón.

Habeck abre así una insospechada brecha en el adiós a la energía atómica que firmó Merkel en 2011, después de la catástrofe de Fukushima, y al contenido del pacto de coalición que firmaron los partidos en el actual gobierno durante las negociaciones, que contemplaba adelantar a 2030 el abandono definitivo del carbón, en lugar de en 2038, y deja abierto el abandono definitivo de la energía nuclear, prevista para final de 2022. Mientras Los Verdes digieren el trauma, que se expresa fundamentalmente a través de las redes sociales, los responsables del funcionamiento de la red energética han saludado al unísono la decisión. «Nuestro mensaje es muy claro: tiene sentido y es necesario utilizar todas las posibilidades para aumentar las capacidades de generación y transporte de electricidad», ha respaldado el jefe del operador 50Hertz, Stefan Kapferer.

Al otro lado de loa frontera oriental alemana, la energía nuclear también parece estar cobrando nueva vida. Polonia está hablando con varios socios potenciales para lanzar la fabricación de energía atómica en su territorio, con el objetivo de tener seis reactores en funcionamiento antes de 2040, según ha anunciado el primer ministro Mateusz Morawiecki. El fin de semana pasado, Morawiecki discutió una asociación sobre energía nuclear con la vicepresidenta de EE. UU., Kamala Harris. «Por ahora, la más desarrollada es nuestra cooperación con los socios estadounidenses», dijo Morawiecki. La primera unidad de energía de una planta de energía nuclear con una capacidad de alrededor de 1-1,6 GW debería ponerse en marcha en 2033, aunque los críticos advierten que la fecha límite no es realista. Morawiecki también ha visitado la semana pasada París, donde planteó la misma cooperación al presidente francés Emmanuel Macron antes de confirmar que «tanto con los estadounidenses como con los franceses» están dispuestos. Varsovia está hablando además con el gobierno surcoreano. Francia, por cierto, el segundo mayor productor de energía nuclear del mundo con 19 centrales y 56 reactores en total, tiene en estos momentos 32 de sus reactores parados por problemas de mantenimiento o corrosión y la operadora EDF se ha comprometido a volver a ponerlos todos en marcha este mismo invierno. Además Francia se ha puesto manos a la obra en la construcción de hasta 14 nuevos reactores nucleares a partir de 2028.

Finlandia, por su parte, ya había decidido anteriormente la prolongación de la vida de la central de Olkiluoto. Hungría acaba de anunciar un acuerdo con Moscú para que Rusia financie la ampliación de su única planta nuclear de Paks, al sur de Budapest, con dos nuevos reactores que arrancarán en 2030, en un poryecto de 12.500 millones que estará a cargo de la rusa Rosatom. Y Japón, que después de Fukushima decretó el final de la energía atómica, también ha anunciado que se desarrollarán y construirán hasta 17 plantas de última generación a partir del verano de 2023.

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