Adiós al cardenal Schönborn, uno de los pilares de la Iglesia europea
El Papa acepta la renuncia del arzobispo de Viena, que este miércoles ha cumplido 80 años
El Papa Francisco pide perdón «a Dios y a las personas afectadas» por pecados como los abusos, silenciar a la mujer o el colonialismo

Había alcanzado en 2020 los 75 años, el límite de edad para la jubilación en los eclesiásticos, pero el Papa Francisco decidió en ese momento que permaneciera en el cargo de manera indefinida. Ahora, a sus 80 años, el cardenal Christof Schönborn se despide del ... arzobispado de Viena, que ha ocupado los últimos 30 años, y deja un vacío como pilar de la Iglesia europea y una estela como puente entre dos Papas: sirvió de escudo al sacerdocio tal y como lo entendía Benedicto XVI y se entregó a la marginalidad y al diálogo interconfesional con la intensidad que representa el Papa Francisco.
Christoph Maria Michael Hugo Damian Adalbert, conde de Schönborn, renunció a su placentera vida aristocrática por su temprana vocación y entró en la orden de los dominicos en 1963, antes de ser ordenado sacerdote en 1970. 'Vobis autem dixi amicos' («Pero a vosotros os he llamado amigos», Jn 15,15), fue el lema elegido en su nombramiento como obispo, a sus 46 años, siempre inmerso en la relectura de su admirado santo Tomás de Aquino. Se formó como teólogo junto a Joseph Ratzinger, con el que estudió en Ratisbona durante seis años y forjó una sólida amistad. A principios de los 90, cuando el alemán dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe, confió a Schönborn la supervisión del nuevo catecismo.
Y en 1998 desempeñó un papel clave, cuando su predecesor, el cardenal Hans Hermann Groer, acusado de pederastia, se vio obligado a retirarse. Schönborn ayudó a reponerse a la Iglesia en Austria y la ha estado guiando desde entonces a través de las sucesivas controversias. Conservador en el dogma, liberal en lo social, Schönborn no ha dudado en tomar distancia con algunas posiciones de la Curia y no vaciló en criticar a altos jerarcas, como el cardenal italiano Angelo Sodano, el secretario de Estado bajo el papado de Juan Pablo II, por las tentativas de encubrimiento de crímenes cometidos por curas pedófilos.
En 2012, sorprendió al confirmar el nombramiento en un consejo parroquial de un feligrés homosexual, que había obtenido más del 80% de los votos pero al cual se oponía el párroco local. También intercedió, durante la crisis de los refugiados, para para que un monasterio alojara a un grupo de paquistaníes que se habían refugiado en una iglesia de Viena, hasta que las autoridades austríacas se pronunciaran sobre su situación.
Uno de sus grandes servicios a la Iglesia ha sido el proporcionado por sus dotes diplomáticas Después de la finalización del Catecismo, el teólogo políglota viajó a las diferentes regiones de la Iglesia universal para presentar el proyecto como terapia contra la erosión de la fe. Conoció a multitud de obispos y tejió una red extraordinariamente útil de cara a los sínodos en Roma y las comisiones papales. El fracaso del matrimonio de sus padres sensibilizó al pastor Schönborn respecto a situaciones complejas de la vida y, cuando estalló una feroz disputa durante el Sínodo sobre la Familia de 2015, sobre la cuestión de cómo tratar a los divorciados vueltos a casar, logró un gran avance al recordar el principio de gradualidad. La visión diferenciada de la misericordia, que quiere hacer justicia a todos, encontró su camino en la exhortación doctrinal «Amoris Laetitia», que Schönborn presentó en Roma en nombre del Papa.
Con motivo del 50º aniversario del Sínodo de los Obispos, Francisco pidió también al cardenal vienés que pronunciara el discurso ceremonial en Roma. El hecho de que el mismo cardenal que habló con tanto aprecio sobre la sinodalidad criticara claramente el camino sinodal en Alemania lo convirtió en referente y contribuyó a que el Sínodo de los Obispos de 2024 trazara un camino intermedio: la autoridad de los obispos es «inviolable», pero sus decisiones deben estar ligadas a la transparencia y la rendición de cuentas.
Despedida en la catedral
El pasado sábado, en una misa con más de cuatro mil asistentes en la catedral de San Esteban, se despidió de sus fieles, en presencia de los máximos representantes del Estado y del gobierno de Austria, así como de otras religiones, todos los obispos austriacos y decenas de sacerdotes que se unieron a la celebración, en la que tuvo lugar, por expreso deseo suyo, una conmemoración bautismal conjunta de los invitados de las diversas iglesias cristianas.
Como regalo de despedida, le fue entregado un libro del Evangelio con miles de firmas de fieles de Viena. Las donaciones fueron destinadas, también a petición de Schönborn, a las madres solteras y a un hogar de ancianos dirigido por cristianos en Siria. Viena espera ahora sustituto.
Queda pendiente la cuestión de su sucesión. El anuncio oficial de la aceptación de su retirada por el Papa Francisco, en el diario 'Bollettino de la Sala Stampa', de la Santa Sede, deja abierto quién será el futuro obispo. Todavía no hay una decisión del Vaticano al respecto. Solamente se ha nombrado como administrador apostólico para la archidiócesis de Viena, al anterior vicario episcopal Josef Grünwidl. Se baraja la posibilidad de que el arzobispo de Salzburgo, Franz Lackner, pueda ser su reemplazo. Dos candidatos de la propuesta original de tres personas de la nunciatura en Austria ya han rechazado la oferta, incluido el ex presidente de Cáritas, Michael Landau.
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