El tortuoso retorno a la oficina tras una baja por Covid
Las ausencias laborales se han cuadriplicado en 2020 y las de más de un año subieron un 27%
Los enfermos que presentan síntomas semanas después llenan los servicios de rehabilitación de los hospitales

El coronavirus ha dejado a su paso miles de muertos, contagiados y secuelas que todavía hoy, un año y medio después de registrarse los primeros casos, se desconocen. Las consecuencias emocionales han arrasado a la sociedad, pero cada día miles de personas que ... han pasado la enfermedad luchan por reincorporarse a la vida de la manera que pueden. Una de las acciones más anheladas es poder reincorporarse al trabajo, pero las empresas, como sus trabajadores, también sufren los efectos del virus. Es el caso de Carlos, un informático que volvió a su puesto de trabajo después de una baja por Covid-19. Dos meses más tarde empezó a notar ligeras pérdidas de memoria, que achacaba en un primer momento a despistes puntuales pero con los que ahora tiene que convivir.
Desde el punto de vista económico, la pandemia ha provocado una tasa de absentismo en España que en el segundo trimestre de 2020 se multiplicó por cuatro , hasta alcanzar el 23,7%, su máximo histórico (frente al 5,6% de 2019). Asimismo, las bajas de más de un año de duración por enfermedad común se han disparado un 27%, y el Gobierno estima que las consecuencias de estas ausencias suponen hasta 8.000 millones de euros. Al otro lado de esta estadística están los pacientes; se estima que hasta un 10% de ellos continúa con algún tipo de síntoma 16 semanas o más después de superar la enfermedad. En un país como España, en el que oficialmente han superado el Covid-19 más de 3,7 millones de personas, el mercado laboral sufre también las consecuencias directas.
Dan cuenta de ello los servicios de rehabilitación, que se han adaptado en apenas un año para hacer frente a un virus que todavía hoy es desconocido. Desde el Hospital Universitario Río Hortega , de Valladolid, las doctoras Esther Cantalapiedra y Ana María González cuentan que se están encontrando a una gran cantidad de pacientes de entre 40 y 60 años con fatiga y dificultades, sobre todo, para respirar, que «lo único que quieren es reincorporarse cuanto antes a su trabajo».
En este sentido reconocen que, a diferencia de otro tipo de incapacidades, que en ocasiones se intentan alargar, estas son diferentes. Lo que más atienden son informáticos, administrativos y profesores. Aunque los síntomas más comunes están relacionados con el sistema respiratorio , cada vez más tratan a personas incapaces de recuperar el olfato, el gusto, o incluso con otro tipo de problemas neurológicos, como la pérdida de memoria. Junto a Emilio Javier Frutos, autor principal, han publicado estas conclusiones en un artículo llamado 'Rehabilitación domiciliaria en el paciente con Covid-19', uno de los pocos estudios que a día de hoy se han escrito sobre estas dolencias y cómo rehabilitarlas.
Seis semanas de tratamiento
La terapia de rehabilitación de estos pacientes, en el caso del Hospital Río Hortega, dura seis semanas e intentan paliar las secuelas a nivel pulmonar. Los ejercicios que aprenden luego deben continuarlos en casa, y más allá de lidiar con las consecuencias físicas, también les enseñan a manejar « los ataques de pánico que sufren cuando muchas veces se dan cuenta de que no pueden respirar bien», cuentan al otro lado del teléfono. Lo cierto es que aunque muchos encuentran mejoría rápidamente, algunos se quejan porque en su día a día ven limitados sus movimientos. En determinados casos, alertan las doctoras, habrá que esperar incluso un año para valorar en qué quedan esas secuelas.
Como norma general, si el trabajador tiene que continuar bajo tratamiento o asistencia médica, tiene derecho a exigir la oportuna baja médica acreditando un informe médico. Por el contrario, si no puede desempeñar su trabajo por síntomas definitivos, se podría plantear un expediente de incapacidad permanente. Más allá de estos dos casos, para quienes pidan reincorporarse pese a los síntomas, desde Legálitas, Belén Muñoz, abogada de derecho laboral, informa que se podría solicitar a la empresa su estudio dentro del plan de prevención de riesgos laborales, para que se tomen las medidas oportunas.
La escasez de pruebas diagnósticas durante los primeros meses de pandemia dejaron a muchas personas con coronavirus sin la pertinente prueba positiva que acredita ahora que pasaron la enfermedad. En este sentido, el abogado de derecho administrativo Jesús Padorno expone dos situaciones: la de las personas que disfrutaron de una baja sin prueba diagnóstica pero que han sido atendidos por sus médicos de cabecera y aquellas a las que no se les dio la baja y no han tenido seguimiento médico. «Las primeras sí que tienen un medio para alegar síntomas persistentes del Covid y les bastará con hacerle una prueba para demostrar anticuerpos», informa Padorno. Sin embargo, las segundas lo tienen más difícil «ya que en este caso no ha habido un seguimiento médico y determinar que sus síntomas proceden de aquel presunto positivo en Covid sería mucho más complicado», agrega.
Reincorporar a los contagiados
En cualquier caso, además de para los trabajadores, estos síntomas incrustados en su personal también afectan a las empresas . Las pérdidas generadas por estas ausencias suponen desembolsos importantes. Además de los primeros 15 días de la baja por enfermedad, que los cubre la empresa, Javier Blasco, director de Adecco Group Institute habla del coste de oportunidad: lo que se deja de hacer por cada trabajador que no está en su puesto de trabajo. «En la situación actual a ninguna empresa le interesa tener gente enferma , y ahora es un buen momento para que los departamentos de recursos humanos diseñen su plan para reincorporar» a unos trabajadores que, por las características del virus, aún no se sabe cuántos serán, expone este experto en la materia.
Uno de los retos que plantea Blasco es el de conseguir, sin vulnerar la ley, que aquellos que no se encuentren al cien por cien de sus capacidades se puedan ir reincorporando a su puesto de trabajo . «Lo ideal sería llevarlo a la negociación colectiva, pero si no se ha regulado aún ni el trabajo ni la desconexión digital, ¿cómo se podría plantear esto?», se pregunta.
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