«Mis padres no querían que fuera religiosa»
Mientras los más jóvenes chapotean sin camiseta en las fuentes del Retiro, Sor María del Carmen recuerda para ABC cuánto tuvo que luchar para sacar adelante su vocación de «pertenecer a Cristo»

El Retiro, el corazón verde de Madrid, es un horno a esta hora. Cae la tarde, pero el astro rey sigue apretando sin piedad. Los peregrinos más jóvenes de la JMJ lo combaten chapoteando en las fuentes del parque. Es un juego alegre y excepcional.
Normalmente no está permitido. Pero entre esta muchedumbre jubilosa e internacional, aparecen también las siluetas negras y más recogidas de cuatro mujeres. Son Sor María del Carmen, de Palencia, Sor Leonila y Sor Nancy, de Perú, y Sor Cecilia, de Ecuador. Son hermanitas de los ancianos desamparados, orden fundada por Santa Teresa Jornet en 1873 y dedicada a eso, a atender a los ancianos desamparados.
La fiesta de catolicismo desinhibido que está suponiendo la JMJ en Madrid supone un soplo de aire fresco para quienes, como Sor María del Carmen, llevan su devoción en el día a día entre el anonimato y la entrega a los demás.
«Vivimos llenas de ilusión el encuentro con el vicario de Cristo, que viene a confirmarnos que le pertenecemos». No siempre pudo decir esto esta hermanita, porque cuando hace ya muchos años, con 17, le dijo a sus padres que quería vestir los hábitos, se lo prohibieron. Pero al final, su fe fue se impuso.
Por eso, porque le costó, le conmueve especialmente que cientos de miles de jóvenes reivindiquen estos días en Madrid a voz en grito su fe en Cristo.
Es por Cristo por lo que, según cuenta, ella y las tres hermanas que la acompañan soportan el atuendo negro que les cubre de la cabeza a los pies bajo el férreo estío de la capital. Sor Cecilia, nos cuenta con una ancha sonrisa, aunque con goterones de sudor en la frente, que eso, el calor, no importa tanto: «Lo que importa es participar en esta fiesta».
Estas religiosas, de diversas procedencias, son una reproducción a pequeña escalla de lo que está siendo el encuentro internacional de la JMJ, un encuentro con fieles de todas partes del mundo. Como dice Sor María del Carmen, «todos somos hermanos en Cristo».
Este es el mensaje entre la multitud colorida de estas mujeres de negro, aunque la palentina lo acompaña de una última advertencia: «Ponga usted en el ABC lo que le he dicho, joven, no ninguna otra cosa». Creemos que ha sido así.
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