De una choza de pastores a la cúpula de la Iglesia

ÁVILA. En Villanueva del Campillo, una pequeña localidad abulense, la noticia corrió como la pólvora. «Ricardo es presidente de los obispos», era la frase más repetida. La alegría y el orgullo embargaban a todos los paisanos del recién elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez Pérez. Un hombre sencillo, de origen humilde, que se crió en un pueblo ganadero al que acude con asiduidad.
Carmen es la única hermana de Blázquez que vive aún en el pueblo. Es la panadera de una localidad de apenas 175 habitantes censados y en la que a diario viven poco más de 80 vecinos. «Ricardo es el segundo de siete hermanos -explica orgullosa- y siempre fue muy listo; por eso el cura que había aquí se lo llevó fuera para que pudiera estudiar».
Su hermana recuerda cuando, siendo muy joven, Blázquez abandonó el pueblo para iniciar sus estudios, primero en Arenas de San Pedro y, más tarde, en el Seminario de Ávila (1955-1967). Así comenzó su carrera eclesiástica, que le ha llevado a ser obispo auxiliar de Santiago de Compostela, obispo de Palencia y de Bilbao.
Blázquez acude con frecuencia a Villanueva del Campillo para visitar a su madre, que cuenta ya con 90 años y que reside con su hermana. «Viene todos los años en agosto a pasar unos días, y luego siempre en las fiestas patronales de septiembre en honor al Santísimo Cristo del Velo», del que el prelado es gran devoto.
Teófilo Barranco, vecino de Villanueva, todavía conserva su imagen de «mozo»: «Cuando joven segaba con la hoz, guardaba ovejas, dormía en un choza de pastores y ayudaba en las tareas del campo». Teófilo cree que será un buen presidente de la Conferencia Episcopal
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