Viaje genético de un virus

Para la ciencia sigue siendo un enigma cómo surgió, al saltar desde el murciélago al ser humano. Sí parece claro que todo tiene que ver con un primer cambio genético de gran relevancia: la proteína S (la que forma las espinas) se agrandó con un pequeño fragmento que permite ser procesada por una proteasa de la célula humana para que el virus penetre. Adquirida esta capacidad de infectar y agredir al organismo, el viaje genético continúa, porque en la multiplicación tan intensa -trillones de veces- surgen necesariamente otras mutaciones en algunos de los virus que se van generando .

La pregunta es qué ocurre cuando los muchos virus mutantes aparecen en los seres humanos infectados. En muchos casos, nada sucederá porque hay mutaciones neutras que ni añaden ni quitan nada al propio virus. Pero, cuando una mutación aporta más capacidad de infectar y más rapidez de multiplicación, es obvio que el virus se propagará más y llegará a ser dominante. Es el caso de la llamada variante británica (B117) predominante ya en muchos países. Si a esos cambios se les suman otros que hagan al virus resistente a los anticuerpos que genera nuestro organismo, nos tenemos que preocupar más, porque podrían anular la efectividad de las vacunas. En parte puede ser el caso de la variante sudafricana (B1351) y brasileña (P1), aunque esto está por confirmarse. Pero, también cabe una opción más favorable, que alguna mutación origine un virus menos patógeno favoreciendo su implantación por afectar menos al hospedador. Sea como sea, el viaje genético del virus SARS-CoV-2 tiene por delante muchas opciones de cambio. La selección de unas u otras variantes dependerá de su confrontación con el organismo humano.