Benedicto XVI: el último pensador universal
La biografía más ambiciosa sobre el Papa emérito desenmascara «las escandalosas manipulaciones que se llevaron a cabo para oscurecer su imagen ante la opinión pública»

Ningún otro periodista ha seguido tan de cerca la trayectoria vital de Joseph Ratzinger, ni ha tenido la oportunidad de conversar con él y sus más estrechos colaboradores durante largas horas y en múltiples ocasiones. Todos esos diálogos y testimonios han permitido a ... Peter Seewald tejer una de las biografías más ambiciosas sobre el Papa emérito. «Mi vida» (Grupo de Comunicación Loyola) recorre en toda su hondura la vida del teólogo alemán, como figura clave en el Concilio Vaticano II, como renovador de la teología, como prefecto de la Doctrina de la Congregación de la Fe y como Papa.
«Trabajar en este libro me ha hecho ver claro con cuánto valor y rectitud ha defendido Joseph Ratzinger los principios del catolicismo, aún a costa de su propia popularidad», asegura Seewald a ABC. A lo largo de algo más de mil páginas, el periodista alemán pretende «desenmascarar las escandalosas manipulaciones que se llevaron a cabo para oscurecer su imagen ante la opinión pública». El extracto del libro, que aquí adelantamos, lo demuestra:
Hans Küng, la cruz
Ironía del destino: Ratzinger contribuyó de manera determinante a formular los enunciados conciliares y, por cosiguiente, a moldear el rostro moderno de la Iglesia. Durante cincuenta años tuvo que luchar luego por defender y llevar a la práctica el «verdadero Concilio» y se vio condenado a escuchar durante décadas el reproche de que había traicionado al Concilio. Küng no participó en la redacción de los textos aprobados ni tenía intención alguna de reconocer los documentos conciliares, por ejemplo, en lo relativo al celibato o al papado. En vez de ello, operó con un indeterminado «espíritu del Concilio» y fue tenido en delante por el custodio del sello del progreso.
A partir de un cierto momento, uno aparecía en un Alfa Romeo , siempre bien vestido. El otro llegaba pedaleando en una bicicleta de segunda mano, con la boina vasca y el traje ajado que eran sus distintivos. El uno cultivaba la crítica a la Iglesia y se convirtió en favorito de la prensa. El otro retaba al espíritu de la época y se convirtió en diana de aquel poder mediático que celebraba como cristiano modélico a Küng, quien para millones de seguidores del mundo entero devino en figura de referencia de la Iglesia reformista.
El horror nazi
Ratzinger rara vez ha tematizado el periodo más oscuro de Alemania en sus artículos y libros. Algunos observadores le reprochan haber rehuido de un examen de culpa y responsabilidad. Ratzginger explica que él mismo vivió los momentos más oscuros de la historia alemana como una época «en la que el nuevo Reich», el germanismo era lo grande, lo importante, y el cristianismo algo despreciable, en especial lo católico, por ser romano y judío.
Con espíritu autocrítico, Ratzinger señala que también «el antisemitismo cristiano preparó hasta cierto punto el terreno» para el ascenso de los nazis. Insiste, no obstante, en que nadie de su entorno dudó aquellos días de que la Iglesia, a despecho de sus debilidades y errores, representaba «el polo opuesto a la ideología destructiva de los gobernantes de camisa parda». En una de nuestras entrevistas añadió: «Pero no consideré tarea mía reflexionar histórica o filosóficamente al respecto. Lo importante para mí era desarrollar la perspectiva para el futuro: ¿qué le aguarda a la Iglesia?, ¿qué le aguarda a la sociedad?».
«Trabajar en este libro me ha hecho ver claro con cuánto valor y rectitud ha defendido Joseph Ratzinger los principios del catolicismo, aun a costa de su propia popularidad»
Desertor de la SS
«En esos días decidí marcharme a casa». Lo que parece dicho como quien no quiere la cosa, sin darle mas importancia, fue en el fondo una operación suicida. La deserción se castigaba con la pena de muerte. De hecho, hombres de la SS habían ahorcado ya en árboles a varios desertores. «Visto retrospectivamente, me asombro de ello», dice Ratzinger sobre su proceder, «sabía que había soldados de guardia y que estos, si me descubrían, dispararían de inmediato, que algo así, bien pensado, solo podía salir mal. En realidad, no consigo explicarme por qué, a pesar de eso, me fui a casa tan tranquilo, o sea, cómo pude ser tan ingenuo».

Vivir retirado del mundo
Después de las múltiples preguntas realizadas al Papa Benedicto XVI, en otoño de 2018 aún se me ocurrieron algunas preguntas que le hice llegar.
-Los críticos le reprochan que no se atiene a la discreción que usted mismo se impuso
-La afirmación de que me entrometo habitualmente en deberes públicos es una maliciosa deformación de la realidad.
Relación con Francisco
-El 23 de marzo de 2013 tuvo lugar en Castel Gandolfo el primer encuentro entre el Papa recién elegido y el papa que había renunciado, ¿qué ideas le vinieron a la cabeza en aquel momento?
-Este primer encuentro quedó grabado en mi memoria como una luz buena. Como Ud. sabe, mi amistad personal con el Papa Francisco no solo perdura, sino que es cada vez más profunda.
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