Alejandro Sánchez, miembro fundador de Equo: «Podemos engarzar al heterogéneo movimiento verde español»
Equo aspira a lograr representación parlamentaria en las elecciones de 2012, con un proyecto que se ocupa tanto de la ecología como de la equidad social para superar el «productivismo»

En Alemania, Francia o Italia los partidos verdes poseen una larga tradición y han ocupado el gobierno. El movimiento verde en España, en cambio, ha quedado siempre muy constreñido a lo que tiene que ver con el medio ambiente, se queja Sánchez. «Bien por cuestiones internas a los grupúsculos verdes o externas a ellos derivadas del propio sistema electoral».
—¿Qué es Equo?
— Equo es una fundación que pretende crear informes y debates sobre temas muy diversos. Por ello, nos gustaría contar con un consejo asesor de unas cincuenta o sesenta personas, para que nos ayuden a decidir en qué aspectos (medioambientales, sociales, laborales, fiscales…) conviene incidir más. En otras áreas, en cambio, por la propia idiosincrasia del núcleo fundador de Equo, no necesitamos tanta orientación. Juantxo [López de Uralde] es un experto en cambio climático y en biodiversidad lo soy yo, por ejemplo.
—¿Cuándo surge?
—Antes de viajar a la Cumbre del Clima de Copenhague en diciembre de 2009, teníamos bastante clar que anuestra vuelta algunos dejaríamos nuestras organizaciones y optaríamos por participar en política. La detención de Juantxo trastoca los planes iniciales porque retrasa el relevo en la dirección de Greenpeace , pero también le convierte en unab figura pública de mayor relevancia.
—¿Por qué es necesaria Equo?
—Los ciudadanos, según el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), citan a la clase política como el tercer problema de España. Equo se rebela ante eso y plantea una alternativa. Lo que ocurre en España es una anomalía: no hay partidos verdes como en otros países europeos.
—¿En qué consiste vuestro programa?
—Tratamos una panoplia muy amplia de temas que aparecen descritos en nuestro manifiesto, titulado, con toda la intención, «Es el momento». Queremos atajar la crisis global a partir del fomento de las energías renovables y del empleo verde, la reforma de la fiscalidad ambiental, el cumplimiento del protocolo de Kioto y la reducción de un 30 por ciento de las emisiones en 2020, la protección de la biodiversidad, una democracia participativa de la población civil…
—¿Aglutinaréis al heterogéneo movimiento verde español?
—Nuestra mayor fortaleza ahora reside en que podemos engarzar todos los intereses y afanes de la gente que camina en la misma dirección que nosotros, ponerles bajo un mismo paraguas, incluso a aquellos que ya existen y funcionan bien a nivel local, regional y autonómico, pero que carecen de un referente estatal. Estamos notando mucha recpetividad y recibiendo muchos apoyos para que Equo sea cada día más visible.
—¿Qué estáis aprendiendo de vuestros homólogos europeos?
—Sobre todo dos cosas: que hay que ser honrados y dirigirse poco a poco. La gente tiene que saber, porque tú se lo has dicho de un modo claro y desde el principio, en qué consiste tu proyecto. Y las propuestas deben presentarse moderadamente para no apabullar. No se puede superar una sociedad ruinosa desde el punto de vista social y medioambiental sin pasar por lo que se denomina una transición justa.
—¿La Cumbre de Cambio Climático de Cancún ha dejado contentos a políticos y ONG con su promesa de un segundo periodo de Kioto «lo antes posible»?
—Cancún no ha resuelto una cuestión capital: qué viene después de 2012. Por fuerza tiene que ser algo similar a Kioto que incluya a los Estados Unidos y China. Se presume que el acuerdo vinculante se ratificará por todos en la cita de Durban (Suráfrica). Pero un año es muy poco tiempo, pese a que los gobiernos han hecho votos de futuro y han reconocido sus fallos.
—La Cumbre de la ONU de Diversidad Biológica concluyó proteger el 17 por ciento de las áreas terrestres y el 10 por ciento de las marinas en 2020. ¿Supone un éxito?
—Un éxito relativo. Nagoya ha dejado claro que existe una relación consustancial entre la protección de la biodiversidad y la lucha contra la pobreza. De Nagoya ha salido un protocolo de lucha contra la biopiratería para el reparto justo de los beneficios que generan los recursos genéticos. Pero ha habido una falta muy grave de compromiso financiero. Sólo Japón, y alguna excepción más, como país anfitrión, ha puesto dinero sobre la mesa. El resto se ha guardado sus cartas para la próxima conferencia y ha fijado un calendario de metas financieras, por lo que de aquí a dos años nos toca presionar a los países desarrollados para que las cumplan.
—Las ONG se quejan de las promesas incumplidas por José Luis Rodríguez Zapatero. ¿A qué se debe tanta unanimidad?
—A Zapatero no le gana nadie en declaraciones. Hemos conseguido que el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM) se alinee con otros ministerios europeos y defienda la reducción de emisiones del 30 por ciento. El problema llega cuando se aterriza en casa. Si España baja en emisiones es por la crisis, no porque existan medidas activas de combate del cambio climático. El dinero empleado por el MARM contra el calentamiento global es inferior al uno por ciento de su propio presupuesto. Zapatero, además, ha puesto contra la espada y la pared a la Comisión Europea para que prorrogue las ayudas al carbón. La fiscalidad ambiental, además, es la gran ignorada por el gobierno socialista.
—La última reforma de gabinete ha dejado la cartera de Medio Ambiente a Rosa Aguilar. ¿Qué espera de ella?
—Confío en que lleve a buen puerto los asuntos que hay a tiro y sin cumplir desde hace tiempo, como la ley de defensa del patrimonio natural y la biodiversidad, aprobada en 2007. Aguilar comentó en su discurso de investidura que su misión era pintar el ministerio de verde, pero con el presupuesto que le han dejado…. Sus primeros pasos no han sido muy halagüeños, ha continuado la política anterior con respecto al atún y sus declaraciones a propósito de los transgénicos, que ella los come y está muy bien, resultan chocantes.
—¿Cuál fue el papel de su antecesora en el cargo?
—Elena Espinosa no avanzó un milímetro en nada de lo que quedó abierto en las legislaciones anteriores, por ejemplo, en la ley de patrimonio. Y en algunos aspectos, incluso, se ha retrocedido, como en la lucha contra el cambio climático o en la defensa del litoral. Tampoco se ha movido ficha en anuncios sobre pactos del agua y la Directiva Marco del Agua sigue sin transponerse. Han sido dos años perdidos.
—¿Y el suyo al frente de SEO/Birdlife después de veinte años?
— SEO ha pasado de ser un club de ornitólogos de universidad y anilladores de pájaros a convertirse en la ONG de referencia en biodiversidad en España. Mi sustituta, Asunción Ruíz, lleva 17 años conmigo, posee un gran amor por la organización y trabaja de una forma muy pasional. Seguro que con ella SEO llegará mucho más lejos.
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