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El milagro de Juan XXIII a Caterina Capitani: «De este agujero ya no saldrá nada. La herida está cerrada»

El 25 de mayo de 1966 se estaba muriendo. Tenía una fistula por la que salía sangre, jugos gástricos y la naranjada que acababa de tomar

El milagro de Juan XXIII a Caterina Capitani: «De este agujero ya no saldrá nada. La herida está cerrada» epa

juan vicente boo

La hermana Caterina Capitani agonizaba en el hospital de la Marina en Nápoles. Tres años de hemorragias de estómago habían requerido extirparle el páncreas, el bazo y casi todo el estómago, reducido al tamaño de un albaricoque.

El 25 de mayo de 1966 estaba muriendo. La reapertura de la cicatriz provocó una fistula por la que salía sangre, jugos gástricos y la naranjada que acababa de tomar. Sufría peritonitis y 39,5 grados de fiebre.

Inesperadamente, se le apareció Juan XXIII sonriendo junto a la cama, puso la mano sobre el lugar de la fístula y, según ella, dijo: «Me has rezado mucho (…) Me habéis arrancado del corazón este milagro . (…) Estás curada. Come de todo, porque de este agujero ya no saldrá nada. La herida está cerrada. (…) Haz radiografías, porque un día van a hacer falta. (…) Ven a Roma a rezar sobre mi tumba».

Caterina hizo sonar la campanilla y las hermanas de la Caridad vinieron corriendo, pensando que era el final. Pero se levantó y pidió de comer. No quedaba rastro de la herida. No tenía fiebre, se levantó y dos días después abandonó el hospital. Trabajó sirviendo a los enfermos hasta su muerte en 2010.

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