El oeste de África busca soluciones para poner fin a la epidemia de ébola
El número de casos confirmados es ya de 127, de los cuales 83 han fallecido
El oeste del continente africano continúa en alerta máxima tras ampliarse el número de casos confirmados de ébola a 127, de los cuales 83 han fallecido. La gran mayoría de contagios se registraron al sur de Guinea, considerado el epicentro de la epidemia, especialmente en Guékédou y Macenta. De igual modo, en la capital, Conakry, se han producido al menos ocho casos de fiebres hemorrágicas, así como la crisis se extiende por las vecinas Liberia y Sierra Leona.
A pesar de que la Organización Mundial de la Salud ha calificado el brote de «relativamente pequeño» («tenemos que ser muy cuidadosos acerca de cómo caracterizamos algo que es hasta ahora un brote con casos esporádicos», aseveró el portavoz Gregory Hartl), en los últimos días las soluciones políticas se suceden a la carrera.
Mientras que el sábado era Senegal quien aprobaba el cierre de sus fronteras, este jueves, el Parlamento de Liberia está previsto debata la declaración del estado de emergencia en el país.
«Liberia debería cerrar sus fronteras con los tres países que comparten fronteras con nosotros: Guinea, Sierra Leona y Costa de Marfil», reconoció a la prensa el senador Sando Johnson.
Ya a comienzos de semana, Médicos Sin Fronteras advertía de una situación sin precedentes. «Estamos frente a una epidemia de una magnitud nunca antes vista en términos de la distribución de los casos», reconocía Mariano Lugli, uno de los coordinadores de la organización para la emergencia. «Esta extensión geográfica es preocupante porque va a complicar mucho las tareas de las organizaciones que trabajan para controlar la epidemia», añadió.
Fundamental controlar el epicentro
Aunque la mortalidad es más alta que en otras enfermedades (en algunos de casos es cercana al 70-90 por cien), en la actualidad, es posible dar un tratamiento de soporte oral e intravenoso para evitar que otras enfermedades compliquen la evolución del paciente y sus posibilidades de sobrevivir. En este sentido, el control de las comunidades que han servido de epicentro del brote es fundamental.
Los síntomas de la enfermedad incluyen fiebre repentina, debilidad intensa, dolor muscular y de cabeza e irritación de garganta, seguidos de vómito, diarrea, sarpullidos, fallos renales y hepáticos y hemorragias, tanto internas como externas.
De igual manera, ante el imaginario colectivo que vincula esta enfermedad con el consumo de homínidos, lo que sí se ha comprobado es que muchos de estos brotes comienzan con el contacto de una persona con un animal contaminado, caso de monos o pequeños mamíferos (esta semana, el ministerio de Sanidad de Guinea prohibía la comercialización y consumo de murciélagos en virtud de la crisis).
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