Juan de la Torre ‘Xak’ tiene 35 años, es cordobés y hace ‘break dance’, deporte que debutará como disciplina olímpica en los Juegos Olímpicos de Paris 2024. Él es abogado, pero hace un tiempo colgó la toga para dedicarse en exclusiva al ‘breaking’, así que ahora es un ‘b-boy’ de pómulos marcados, bigote cuidado y perilla afilada, lo cual le confiere un aire muy parecido a Bécquer. Y, para acabar con todos los tópicos, da la sensación de que podría imitarle también hablando, porque muestra una solvencia intelectual, una rapidez y una exactitud en las respuestas que mejoran sensiblemente la calidad de las preguntas. Hace unas horas le veía entrenar en su ‘box’, con el ‘hip-hop’ sonando a todo volumen y la seriedad con la que afronta la sesión. Y pensaba que, en realidad, este deporte no se diferencia mucho de la gimnasia rítmica o de la natación sincronizada: una mezcla de exigencia física, mental y artística, pero adaptada a formatos y estéticas actuales. Es de los mejores del mundo en lo suyo y viste con un gorro de lana que no entiendo, pero que es parte del personaje y que marca el límite entre dónde acaba Juan y dónde empieza ‘Xak’. A los que aún tengan dudas de que esto sea un deporte, quizá les gustaría saber que dedica diariamente tres horas solo para la parte técnica, durante dos días a la semana trabaja la parte de resistencia para soportar el desgaste brutal de los días que dura la competición y las otras dos jornadas para trabajar la fuerza, que será lo que le permita soportar movimientos tan lesivos como los que hace en cada ‘perfomance’.
Curiosamente, todo cambia cuando habla. Y esa lesividad se vuelve armonía, dulzura y tranquilidad. ‘Xak’ genera confianza y, en cierto modo, paz. Dice que dentro de veinte años se imagina transmitiendo todo el conocimiento que ha adquirido en esta etapa de su vida, pero lo dice acompañando sus palabras de movimientos de manos trabajados, por lo que a veces parece un bailarín y a veces el campeón del equipo de debate. Me cuenta que no descarta ser entrenador, director técnico de la Federación o incluso comunicador. Desde luego, no se me ocurre un mejor comentarista que él para acercar la disciplina a todos y hacer, de algún modo, de embajador. Especialmente para los más jóvenes. Porque tiene claro que esto es algo serio, y me temo que eso es importante para los que lleguen detrás. «Me gustaría que el ‘breaking’ siga profesionalizándose, que tenga más exposición. Es algo que tiene muchos valores y muy positivos, tanto para los jóvenes como para los adultos y es importante que llegue a más personas, que se desarrolle, siga creciendo y sobre todo que esa capacidad que tiene de desarrollo personal, de creatividad y de expresión pueda tocar a más jóvenes». Y tiene sentido. Este deporte conjuga la disciplina, el trabajo físico, la constancia y el sacrificio con la creatividad, el talento y el trabajo en equipo. Y todo sobre la base de un tipo de música y de una cultura urbana muy al alza. Él no lo dice, pero yo creo ver algo en sus palabras que atañe a la esfera social de este deporte, al break dance ‘serio’ como manera de encauzar vidas que pueden llegar a torcerse.
Me dice que, «sin duda, el gran hallazgo del breaking es la obligación de generar un vocabulario personal y único en cada uno de nosotros. Hay unas bases, pero sobre esas bases nosotros tenemos que seguir desarrollándolo. Y es lo que más puntúa. Eso implica tener que conocerte a ti mismo, tener que escucharte, pasar tiempo viendo las posibilidades de tu cuerpo y analizar cómo te gusta moverte y expresarte. Esto es lo que realmente engancha». Como ven, hay algo en él de pionero, de colono que llega a una tierra que nadie ha pisado y le toca dibujar por primera vez los mapas para que otros lo tengan más fácil. Pero «sin perder la capacidad de disfrute. Esto no deja de ser un baile».
‘Xak’ ha pensado mucho en el futuro y tiene las claves para que el futuro de su deporte sea brillante. Y se trata del apoyo, tanto de las instituciones, como de las marcas y de los medios. «Hay cierto cliché con el ‘breaking’, se puede asociar a la calle. Y es erróneo. Necesitamos una dedicación plena y sin apoyo es muy difícil dedicarse por entero a ello, que es lo que se necesita para que la disciplina siga creciendo». Me despido de él deseándolo suerte en Paris. Me dice que gracias y que esperemos que pueda estar allí y hacer un gran papel. Pero lo hace con esa sonrisa, algo a medio camino entre un abogado en la sala y un bardo recién llegado del siglo XIX. Me da la mano con seriedad, con fuerza, con estilo y con musicalidad, como un gran ‘breaker’. No ha tenido ni un momento de nervios y me voy con la sensación de que podría responder a otras cien preguntas sin derramar una sola gota de sudor. Aunque, ahora que lo pienso, es posible que acabe de encontrar el verdadero sentido de ese gorro.
«El golf era antes más un juego [...] Ahora los golfistas han pasado a ser atletas»
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«Cuando estoy en plena competición, lo que me impulsa es la adrenalina. Es una sensación que te dispara para ir adelante»
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«En los últimos 100 metros sólo sé que me muero. Sólo pienso en que tengo que llegar para que los 1.400 metros anteriores hayan tenido sentido»
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