100 años de inteligencia conectada

¿La vida? Que se ponga

Chapu Apaolaza

Somos media docena de llamadas por teléfono. Y qué verdad hay en esta frase. Sobre todo, para los de una o dos generaciones atrás. Por él te enterabas de las buenas y malas noticias. Esperabas con ansiedad la llamada de alguien que creías era lo más importante en tu vida y, en consecuencia, te preparabas como para presentarte a una oposición cuando querías hablar con esa persona que alteraba tu química cerebral y emocional. En la era del teléfono móvil altamente tecnológico, decidir instalar en casa uno fijo, como los de antes, es lo más revolucionario que pueda existir. Determinarse a hacerlo, para dar lecciones de vida, es de sabios

Falete me odia

Rebeca Argudo

Somos seres de costumbres fijas, seguimos nuestras pequeñas rutinas como si fuera un mapa impreso en nuestro genoma. Mismo bar, el café o los cafés de siempre, esos mensajes que nos alegran la mañana, las llamadas que preferimos no contestar aunque finalmente claudiquemos. Llenamos a diario nuestra mochila con un sinfín de objetos, nuestros imprescindibles, aunque sabemos de sobra que en realidad no lo son. Sobre todo porque el teléfono, cada vez, se parece más a la maleta de Mary Poppins. Hay de todo y sirve para casi cualquier propósito. Casi con seguridad, podríamos salir de casa sólo con él. Es posible que hasta pueda abrir algunas puertas

Aquella cabina en la Gran Vía

Ángel Antonio Herrera

La Gran Vía de Madrid es la espina vertebral de una ciudad vital y también el eje de quienes la hicimos nuestra o en ello andamos. Plena de ecos y vivencias, testigo de situaciones, conversaciones, muchas de ellas desde aquellas cabinas que nos ofrecían refugio y nos conectaban con los nuestros. Muchas veces, el único cordón umbilical con la familia

Al aparato

Luis Martínez Kleiser

Por fin llega. Ya está aquí. Lo he logrado. Tengo teléfono en casa. ¿Pero puedo utilizarlo? No. Luis Martínez Kleiser, jurista, político y escritor a partes iguales da rienda suelta en ABC a una divertidísima comedia donde se entrecruzan hijas, madres y novios en busca de adueñarse del aparato que desde los años sesenta del pasado siglo protagonizó las comunicaciones

Celia dice... El teléfono

Elena Fortún

María de la Encarnación Gertrudis Jacoba Aragoneses de Urquijo comenzó a publicar bajo el seudónimo de Elena Fortún en 1926. Con gran sensibilidad para conectar con la psicología infantil, dio vida a Celia, la niña que muy pronto se convirtió en uno de los personajes más emblemáticos que ha dado la literatura española. 'Blanco y Negro', la revista hermana de ABC, lanzó al estrellato a una autora que con un ingenio casi sin límites hizo de la narrativa una escuela de aprendizaje para los más pequeños. El gran invento del teléfono no podía pasar desapercibido para ella y su sección 'Celia dice'

Una respetable conquista de la ciencia

Wenceslao Fernández Flórez

El progreso frente a la parálisis. Pobreza frente al impulso reformista en España. Espacio para grandes escritores, como Wenceslao Fernández Flórez, un coruñés dentro del mejor periodismo literario al que no se le podía escapar el significado que para el avance de nuestro país tenía el teléfono. Sus textos dieron pie en ABC a las 'Acotaciones de un oyente', sección en la que se hizo extraordinariamente popular. En una Tercera completó esta alabanza al aparato que había nacido ahora hace 148 años, pero que en el momento de ocupar la atención de su máquina de escribir tan solo había sido instalado aquí en 130.000 direcciones

Fuera de casa: qué es y para qué sirve el teléfono

Antonio Azpeitua

Javier Bueno García se inventó un seudónimo, Antonio Azpeitua. Con él recorrió Centroeuropa y contó a los lectores de ABC los desastres de la Gran Guerra y las legendarias batallas del Barón Rojo. Y el mismo año que entrevistaba a un desconocido Adolf Hitler -al que sin titubeos llamó «inculto» y «simplista»- se afianzaba en estas páginas en una sección mordaz, 'Fuera de casa', que ponía en duda costumbres y avances, en un siglo, el XX, cuyas primeras décadas no habían sido, precisamente, felices. El teléfono estuvo en su objetivo. No podía ser menos para este gran observador de la realidad

Retrato de famil-IA

José F. Peláez

Habitamos un extraño mundo en el que estamos más pendientes de nuestros dispositivos móviles que de los seres queridos. Miramos más a nuestro teléfono que a nuestra hija, marido, amante... Esto le sucede a la protagonista de esta historia. Se encuentra tan sola en su propia casa que debe inventarse una figura maternal virtual. Gracias a la inteligencia artificial lo consigue. Es perfecta. Escucha, habla, siempre está disponible, atenta a las necesidades de la niña en cada momento. De hecho, la conoce mejor que sus propios padres. La percibe tan real, tan humana, con alma, que decide incluirla en su retrato de familia y en la carta a los Reyes

El hoyo

María José Fuenteálamo

Es tu lugar en el mundo, conoces la montaña, esa montaña. Reconoces cada pisada. Sueles tenerlo todo controlado, pero justo hoy te olvidas de la comida en el coche y decides regresar a buscarla. Y decides hacerlo sola, no es necesario comprometer a toda la familia. Es un momento. En nada y un minuto estarás de nuevo en el camino, con los tuyos. Pero algo sucede, no eres capaz de recordar qué ha pasado exactamente, por qué estás en esa situación, ni siquiera cuánto tiempo ha pasado. Ahora tu supervivencia depende, más que nunca, de conseguir la cobertura suficiente para que el móvil haga su trabajo y te saque del hoyo

Oriente cinco

Karina Sainz Borgo

Un apagón en el momento más inoportuno hace que seamos conscientes de la fragilidad en que vivimos y la dependencia, prácticamente absoluta, que tenemos hacia nuestro teléfono. En un segundo perdemos la conexión y parece que todo a nuestro alrededor se desvanece sin remedio

Lo que de verdad importa

Alfonso J. Ussía

Estás tan inmerso en tu día a día, en los problemas de trabajo, en lo imprescindible que crees que eres allí, que toda tu vida, personal y laboral, se convierte en un eterno hilo de wasaps. El teléfono se convierte en tu cómplice y hasta en tu condena. Y te cuesta darte cuenta de lo que de verdad importa