peregrinación
Un vecino de Guillena completa el Camino de Santiago en burro para concienciar sobre la desaparición de la raza andaluza
Álvaro Jiménez, de la pedanía de Las Pajanosas, ha formado de esta expedición que ha recorrido 200 kilómetros hasta la ciudad gallega con rucios de diferentes puntos de Andalucía
¿De qué pueblo sevillano surge el refrán «Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos»?

Aguileña, Cuquillo, Mora, Chabela, Ventero y Bella. Son los nombres de los seis burros andaluces que han completado este martes, 16 de agosto, kilómetros divididos en diez etapas del Camino de Santiago para concienciar de la problemática y peculiaridades del burro andaluz. Una raza, que se caracteriza por la nobleza y el tamaño, el carácter, el pelo y sus resistencia.
Uno de estos rucios es de Las Pajanosas, Ventero. Él y su dueño, Álvaro Jiménez, ha formado parte de esta expedición que comenzaba el pasado 8 de agosto con burros de diferentes puntos de Andalucía, sus dueños y otros defensores de la Asociación del Asno de Pura Raza Andaluza (Asnopra). Este martes ha sido el último día del trayecto, cuando les han dado permiso para entrar en la Plaza del Obradoiro, a primera hora de la mañana –por el protocolo que existe respecto a la presencia de animales–.
El burro andaluz es una de las razas de equinos más antiguas de la Península. La selección lo ha convertido en un animal de trabajo y carga excepcional, ha sido el animal del pobre y sobrevivían los más resistentes, siendo capaz de asumir trabajos que otros no resistían. En los últimos tiempos, la mecanización y el uso del mulo han jugado fuertemente en su contra.
En el municipio de Guillena ha contado con una tradición muy arraigada, «mi pasión por los burros me viene de mi abuelo, que trabajaba el campo con ellos, como en casi todo el pueblo». Las Pajanosas está vinculada a este animal también con la figura del arriero, tanto es así que una glorieta cuenta con una escultura en su homenaje titulada ´Las huellas de nuestra historia'.
Los arrieros, también llamados muleros, trajineros o acemileros, eran los encargados del transporte de mercancías al estilo de los actuales camioneros o repartidores. Hacían su viaje a pie acompañados de una mula o por burros, que cargaba la mercancía, que luego se encargaban de repartir o vender entre sus vecinos.
Historia del pasado siglo
La vinculación de este oficio de principios del siglo XX con este municipio situado a las puertas de la Sierra Norte y en una zona de paso frecuente de viajeros convirtió en un clamor popular el poder rendir tributo a su figura.
Se calcula que el burro andaluz quedarán unos 645 ejemplares. En los años 70, había más de 70.000 ahora. Están en riesgo de desaparecer y este camino ha sido una forma de concienciar para evitarlo.
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