Misión humanitaria
Morón y Arahal: la llegada de los refugiados afganos pone de acuerdo a dos pueblos sobre el valor de la base
Los vecinos de ambos municipios siguen con interés las noticias que llegan desde Afganistán y están a favor de la ayuda que se les presta: «¿Qué menos podemos hacer por ellos y sus familias?», se preguntan
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Los vecinos de Morón de la Frontera y Arahal , los dos pueblos más cercanos a la base aérea, han acogido con satisfacción la noticia de que los primeros refugiados afganos ya están en las instalaciones militares. «¿Qué menos podemos hacer por ellos y ... sus familias?», se preguntaban después de seguir desde hace días las informaciones sobre la situación de peligro que viven las familias de los colaboradores que han trabajado en los últimos veinte años con las tropas desplegadas en Afganistán.
Esta situación, para la mayoría de los vecinos, no tiene nada que ver con lo ocurrido en otras ocasiones en las que la base aérea era punto estratégico en conflictos bélicos. El abogado moronense José Reina tiene claro que aunque los moro nenses llevan muchos años conviviendo con la base, «la situación actual no es la misma». Se acuerda de la Guerra del Golfo (1990/91) cuando en el pueblo había temor de ser objetivo de las represalias de otros países. «Ahora es un deber humanitario y no supone un sufrimiento», apunta.
Por esta razón, durante la mañana del martes en Morón de la Frontera el ambiente era el de un día normal. En bares y cafeterías se daban cita desde primera hora las familias para el desayuno. Emilio, el camarero de Carrera 23 , uno de estos establecimientos situado junto a la popular plaza de la Alameda, no paraba detrás de la barra. «Te atiendo si puedo hablar sin dejar de trabajar», decía. «Me he enterado de lo que está ocurriendo por la televisión, estoy entretenido con el trabajo todo el día y no me da tiempo a pensar». Pero cree que la llegada de los refugiados no repercute para nada en la vida del pueblo. «Están metidos en el área americana de la base y ni siquiera los trabajadores de las instalaciones tienen contacto con ellos».
Los moronenses están acostumbrados a que el nombre del pueblo sea noticia en los informativos con frecuencia. En esta ocasión agradecen que las informaciones no estén relacionadas con la guerra. No obstante, la mayor parte de los entrevistados están seguros de que la base ha aportado al pueblo más cosas buenas que malas. «Sí, los aviones sobrevuelan los pueblos, pero hay muchas familias trabajando, hay más repercusiones positivas que negativas », piensa Andrés, un joven que paraba un momento en el bar antes de seguir con su trabajo.
En el mismo sentido se expresa José Manuel Borrallo. Comercial de una empresa de seguros que no paraba de dar vueltas esta mañana a la idea de que el mundo necesita acciones como las que estos días se llevan a cabo en la base aérea. «Los talibanes son terroristas y es necesario ayudar a las personas que están amenazadas por ellos. ¿Qué menos podemos hacer?». Para este vecino, la labor de los militares es «digna de admirar». Y está orgulloso de su pueblo por albergar estas instalaciones militares.
Para Ángeles Zambrana esta misión humanitaria está justificada porque «las personas que vienen son refugiados políticos, no es lo mismo que saltar una valla. Sus países están en guerra . No estoy en contra de que lleguen personas de otros países a España, pero tanta cantidad no puede ser». En el caso de los refugiados afganos que están llegando a la base, Ángeles cree que debería comprometerse no sólo EE.UU. sino todos los países europeos. « Tienen que solucionar el problema de estas familias , hacerlos nuestro porque no nos queda otra».
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«Morón sale en TV por la base»
Miguel Ángel Andújar regenta la céntrica zapatería Calzados Gil, muy cerca del Ayuntamiento de Morón. Y reconoce que la influencia de la base en la localidad ha sido siempre positiva. «Morón sale en la televisión por la base desde hace más de 50 años. La misión humanitaria actual es un deber, según el comerciante. «El sufrimiento de las familias afganas por culpa del régimen talibán no tiene nombre. Cada vez que veo un vídeo sobre la situación del país, siento como un pálpito en el corazón y pienso: «¿Han valido la pena tantas muertes de militares que se han llevado años allí? Conozco a una familia que perdió un hijo en ese país hace 17 años, en un accidente de helicóptero. Ahora piensan que murió por nada».
En Arahal, la situación era parecida. Aunque los vecinos aprovechan la oportunidad de la noticia para volver a reclamar que a la base le pongan el nombre del pueblo . «Está íntegramente en este pueblo debería llevar su nombre», dice Bernardo en su tertulia mañanera que mantiene cada día con varias personas de su edad -tiene 86 años- sentado en la puerta del emblemático Bar Los Tres Gatos. No quiere hablar mucho, pero en cuanto su compañero, Blas Minguet, empieza a dar su opinión, él también se apunta. Porque todos están de acuerdo con que « en algún sitio se tienen que meter las criaturas . Nadie se va de su pueblo a no ser que los echen o peligren», comenta Antonio Gallego que se suma a la tertulia en el último momento.
Esther y Juan Carlos son los propietarios de una librería en la calle Madre de Dios de Arahal y están desconcertados por las noticias sobre los refugiados que siguen en los medios. «En Arahal no se ve movimiento excepto de aviones, anoche se oían algunos llegando a la base». Y ellos sólo piensan en ponerse en el lugar de estas familias. «Si fueran los tuyos, ¿le vas a dar la espalda », dicen.
A unos metros, Jaime Gallego está detrás de la barra de su cafetería. En cuanto se le habla del tema hace referencia a su familia. « Si a mí me mataran, le estaría eternamente agradecido a quien cuidara de mi mujer y de mis hijos. Hay que acogerlos, sobre todo a los niños, y darles todas las oportunidades posibles». Por su parte, cree que los gobernantes deben pensar también en la economía del país «para seguir adelante después de los estragos que ha dejado el virus».
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