Universidad de Sevilla
Investigadores sevillanos crean plásticos biodegradables a partir de plumas de pollo
Una joven de La Puebla de Cazalla, Mercedes Jiménez, forma parte del grupo de la Facultad de Química que lleva seis años trabajando en un proyecto probando residuos orgánicos de la industria agroalimentaria con este fin
![Mercedes Jiménez Rosado, en el laboratorio de la Facultad de Químicas de Sevilla](https://s1.abcstatics.com/abc/sevilla/media/provincia/2022/01/17/s/mercedes-jimenez-rosado-kRXF--1248x698.jpg)
Una de las últimas pruebas en la investigación sobre la creación de plásticos biodegradables realizada en el laboratorio de la Facultad de Química de Sevilla ha sido con plumas de pollo . Pero no es el único residuo de industrias agroalimentarias ... que emplean en el denominado ‘Proyecto de desarrollo de materiales superabsorbentes, innovadores, sostenibles y de valor añadido a partir de biorresiduos’, en funcionamiento desde hace seis años y en el que trabajan 16 investigadores, entre los que está la joven Mercedes Jiménez Rosado, vecina de La Puebla de Cazalla .
Cuando llegas al despacho donde trabaja Mercedes Jiménez (1995, La Puebla de Cazalla), en la primera planta de la Facultad de Químicas de la Universidad de Sevilla, lo primero que ves es una mesa llena de botes con biopolímeros extraídos de distintos residuos orgánicos agroalimentarios, y líquidos para investigar en el laboratorio. Uno a uno va explicando de donde provienen. En apariencia son trozos pequeños de plásticos, suaves al tacto que en un futuro pueden sustituir a los que actualmente se utilizan en distintos tipos de envases o bolsas y que suponen un preocupante problema de contaminación medioambiental.
Este proyecto de investigación ha conseguido dos patentes: una en el sector de superabsorbentes y otra con materiales bioplásticos creados a partir de proteínas de biorresiduos. Pero el camino es largo y tortuoso porque hay pocos recursos invertidos en investigación. «El Gobierno destina como mucho el 2 % para este tipo de proyectos, no hay contratos dignos y no tenemos capacidad de avanzar más rápido», dice Mercedes Jiménez.
Aún así, cuenta que hay días que empieza a las 8 de la mañana y termina a las 9 de la noche investigando distintos residuos alimentarios para extraer biopolímeros (cadena de elementos que forman los plásticos). Y el proceso empieza cuando llaman a una empresa, por ejemplo Paviso Alimentación S. L., ubicada en El Viso del Alcor y dedicada al envasado y producción de carnes de cerdo y aves, para pedirles plumas de pollo. «Estas plumas están compuestas por una gran cantidad de biopolímeros que extraemos para componer tipos diferentes de plásticos». Mercedes enseña el contenido de uno de los botes que tiene en su mesa, un trozo de plástico blanco cuyo origen han sido esas plumas.
Pero también hay otro bote con un trozo de biomaterial que se puede usar en la ingeniería tisular . Es el que se emplea en las operaciones para sustituir tejidos dentro del cuerpo humano. «Una vez implantado, las células regeneran tejidos y el material desaparece de forma natural. Por lo que se evita una segunda operación, por ejemplo», apunta la investigadora.
Reducir residuos
No es el único material con el que han trabajado en este proyecto de investigación. Una tercera parte de los residuos de la industria agroalimentaria se pueden usar para elaborar biopolímeros con los que hacer plásticos. Además de las plumas de pollos, están los residuos del aceite de soja , el plasma porcino , el salvado de arroz , la lana de las ovejas, el bagazo que queda en la elaboración de la cerveza o algunas de las frutas y verduras que se desechan porque no cumplen con los cánones de calidad. Y, en los últimos meses, investigan con las algas marinas.
El objetivo final del proyecto es reducir la cantidad de residuos desarrollando materiales que tendrán diferentes aplicaciones en el sector alimentario. Y la joven investigadora lo explica de forma sencilla: «El plástico que conocemos está elaborado con polímeros procedentes del petróleo , lo que significa que no se degrada y elimina sustancias nocivas para el medio ambiente. Un tercio de la producción agroalimentaria son residuos ricos en proteínas y polisacáridos, con ambos elementos se forman los biopolímeros, un sustitutivo natural para componer plástico con una composición similar pero enlaces más débiles por lo que la naturaleza lo asimila fácilmente y los degrada».
Para Mercedes Jiménez investigar en la creación de materiales biodegradables es un continúo reto porque aún no se ha dado solución a los plásticos y ya hay otros materiales cuya composición contamina la naturaleza de forma preocupante en los últimos dos años debido a la pandemia, como es el caso de las mascarillas. Por ello han trabajado también con la empresa Andefil, una empresa andaluza especializada en filtros de aire y ventilación, con el objetivo de crear filtros biodegradables.
Las mascarillas se han convertido en un problema medioambiental en la actualidad. Según datos de la ONU, debido al Covid-19, ha aumentado un 9.000 % la basura compuesta a base de este producto que, en un 75 %, acaba en el mar. En España se usan unos 700 millones de mascarillas al mes. «Si se echan en el contenedor del papel puede ser muy perjudicial para su proceso de reciclaje que es de todos los materiales el más delicado, y tampoco es un plástico», explica la joven investigadora.
Por lo complicado de la situación, Mercedes Jiménez apuesta por la educación de la sociedad y los incentivos a las empresas para que dejen de envasar productos en plásticos que no sean biodegradables. «Generalmente una botella de agua biodegradable es más cara porque el consumidor no la compra y a la industria le interesa vender y ganar dinero. En Francia no hay bolsas de plástico y es impensable pedir una botella de agua en cualquier establecimiento, te miran como si no estuvieras bien».
Cuando su contrato termine, espera poder seguir en el proyecto, ya se ha solicitado una nueva ampliación al Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital. Mientras, trabaja duro «para tener un buen currículum porque mi objetivo es ser profesora. Redacto artículos, proceso datos, pruebas en el laboratorio y, a veces, doy clases». Pero para esta joven ingeniera química lo más importante de su día a día es saber que pone su granito de arena para mejorar el futuro de la sociedad. «No quiero dejar el mundo peor de lo que lo he encontrado».
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete