Francisco López León, de la Venta Los Conejos en Mairena del Alcor: «Quería irme como Curro, sin hacer ruido»

«El domingo ha sido el último día pero desde que lo anuncié hace dos semanas, no he parado. Lleno todos los días», dice Curro, orgulloso del cariño demostrado por su gente en estas últimas dos semanas. «De verdad que hasta ahora no he sido consciente de lo que me apreciaba la gente». Todos sus clientes han querido ir para hacer una última comida de despedida, hasta el punto de que durante el fin de semana tuvo que descolgar el teléfono porque «no cabía nadie más».

Emocionado cuenta cómo este lunes habló con su amigo el periodista Carlos Herrera, en una entrevista que le ha hecho en su programa Herrera en Cope. «Es mi compadre. A mí me gustan los toros, siempre me han gustado, ganar dinero y gastarlo». Por eso han pasado por su venta, situada en el camino Gandul sin número, primeros nombres de la tauromaquia como Manzanares, Morante de la Puebla y Ortega Cano.

Y primeras figuras del cante flamenco (Nano de Jerez, Paco de Lucía, Miguel Poveda, Rancapino) y de otros géneros musicales. Llegados a este punto cita a Alejandro Sanz o El Arrebato. Este último se ha despedido de Curro el fin de semana. «Tanta gente quería hacerse fotos conmigo que le dije: te estoy ganando». En la venta de Curro también ha estado Don Juan Carlos un día que visitó la finca de su compañero de promoción Víctor Lago Román, un militar que acabó siendo asesinado por ETA. La madre de Curro le preparó ese día un arroz con conejo que le encantó.

Por esta afición suya a la tauromaquia -47 años abonado a La Maestranza- , él usa el nombre de uno de los toreros más emblemáticos para explicar por qué no ha hecho una fiesta de despedida. «Quería irme como Curro Romero, sin hacer ruido». Aún así, no lo ha conseguido, porque la noticia de su cierre no ha pasado precisamente desapercibida.

Se han despedido de sus recetas de conejos estos días familias enteras, empresarios que llevan toda la vida comiendo en su venta. «Tengo clientes desde hace 55 años como mi amigo Francisco de Martimar, una empresa mayorista de frutas y verduras de Mairena del Alcor o Eduardo Castro, el de las motos», cuenta. Y no quiere dejar atrás a Paco Carreto, que ha ido a la venta durante 45 años tres veces en semana. «No entiendo cómo la gente puede comer conejo todas las semanas», añade riéndose.

La fidelidad que Curro ha demostrado manteniendo la Venta de Los Conejos abierta 56 años, es la misma que le demuestra, no sólo su clientela, sino el equipo de trabajo. No puede dejar de nombrar a Ramón, «lleva 40 años trabajando conmigo y eso que no le pago», vuelve a bromear. Seis camareros en total y dos cocineras, una de ellas Mari Carmen, a punto de dar a luz. «Me daré de baja unos días después para que ella pueda cobrar todo lo que le corresponde». Y termina de citarlos a todos: Aarón, Pablo, Ana y «Marina, una ucraniana que es maravillosa».

Pero si alguien ha aguantado el sacrificio de los años de trabajo de Curro, ha sido su mujer, Pepi Jiménez de la que dice: «ahora me doy cuenta de lo que ha significado porque cuando yo no estaba, ella llevaba las riendas para que todo fuera bien». También se lamenta de no haber tenido más descendencia para dejar el negocio en manos de la familia. Curro sólo tiene una hija.

La Venta de Los Conejos reabrirá el 28 de agosto. Se ha hecho cargo de su continuación el chef Gonzalo Mancera, responsable de la Taberna Gastrogon, en Alcalá de Guadaíra. Un conocedor y enamorado de la idiosincrasia del lugar, donde ha estado un año aprendiendo a cocinar el conejo. Le ha dado la tranquilidad a Curro saber que se queda con todo su personal. Porque lo suyo no es normal, ni siquiera lo vio normal la trabajadora del SEPE (Servicio Público de Empleo) que lo atendió cuando acudió a preparar la documentación de su jubilación. «Se quedó asustada, soy la persona que se ha jubilado después de más años de trabajo».

¿A qué dedicará ahora el tiempo? Curro lo tiene claro, irá de vez en cuando a la Venta cuando la reabran. Pero, de momento, este martes se va a Tijuana (México) a ver a un amigo que se va a someter a una operación quirúrgica. A esta ciudad tiene que volver el 22 de septiembre a dar un pregón taurino. No es el primero, ya ha pasado por peñas de Nueva York, Santander, Almería y, tiene pendiente, Japón. «Me llamaron en 2020 pero se presentó la pandemia».

Y, lo más importante que hará, según dice, es colaborar con Afar, una asociación de carácter benéfico que ayuda a personas que se encuentran en circunstancias de vulnerabilidad social. «El año pasado fui padrino de esta asociación que lleva el padre Manuel Ángel pero no pude dedicarle tiempo por culpa del trabajo. Así que este año los ayudaré en su labor».

Además seguirá viajando como hasta ahora o más. Ha recorrido medio mundo. Literalmente, dice, «le he dado la vuelta porque hasta fui a Australia, desde los 18 años que hice el transiberiano, no he parado». Muy lejos queda ya la decisión que tomó su padre, que cuidaba vacas y una huerta, de montar un bar en las afueras de Mairena del Alcor, donde los primeros en entrar fueron los soldados del batallón Soria para comer tortilla y huevos fritos.

Curro la ha liado gorda estos días sin querer casi como aquella vez que montó una fiesta de tres días para bautizar a su hija. «Le cortó las uñas el maestro Mairena. Quería que saliera con dotes para el cante», un rito que no resultó porque Olga López su hija prefirió dedicarse a esto del periodismo, muy cerca de su familia. En la actualidad es jefa de prensa en el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra. No se dio por vencido porque siguió repitiendo el ritual con la siguiente generación. Lo importante era rodearse de amigos, lo que ha hecho toda su vida en la Venta Los Conejos.