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obituario

Adiós a Santiago Ruiz Gómez, el comerciante más antiguo del barrio nazareno de Montequinto

Durante 49 años estuvo al frente de la tienda de desavíos de Viterbo junto a su esposa Loli

Montequinto: de un barrio suficiente a un distrito sobresaliente

Santiago Ruiz (q.e.p.d) con su sonrisa característica, delante de las estanterías de su tienda, Panadería Loly abc

Valme J. Caballero

Dos Hermanas

Montequinto ha despedido a Santiago Ruiz Gómez, vecino que pasó casi medio siglo al frente de la denominada panadería Loli ubicada en la calle Viterbo. Pese a ser de Sevilla, en 1974 llegaron al barrio, año en el que se casaron y compraron un piso allí.

Dos años más tarde, decidieron invertir sus ahorros en un local de la zona, cuando entonces sólo había un par de calles alrededor de los pisos, y abrir un comercio que tuviera de todo: pan y leche, y luego otro tipo de comestibles como dulces, conservas, zumos, batidos, patatas fritas, aperitivos, etc y productos, esto es una pequeña tienda conocida como la de «desavíos» que simulaba un pequeño supermercado.

La tienda llevaba el nombre de su mujer, con quien compartió mostrador durante todos esos años y ambos eran muy conocidos en el barrio.

Pasaban horas y horas en la tienda para satisfacer las demandas de los vecinos que, al principio eran pocos, pero con el tiempo se multiplicaron.

Dejar fiado

Santiago conocía a la perfección a su clientela, que era muy fiel. Era muy trabajador y como sabía la historia de cada uno de los que se acercaban a comprar a su tienda, si pasaban una mala racha o en algún momento no podían, le dejaba «fiada» la compra para cuando pudiesen pagarla.

Así, muchos en el tanatorio han recordado las veces que los dejaba llevarse leche, pan y otros alimentos básicos para el día a día para abonarlo en otro momento. Todos han coincidido en ensalzar la alegría constante y la bondad de Santiago.

Y así ha sido a lo largo de toda su vida profesional, a la que puso fin en la pandemia, cuando tenía 72 años.

Era un enamorado de Montequinto y de un piso pasó a tener una casa, donde afirmaba que iba a pasar «el resto de sus días», como así ha sido.

Con 76 años, este comerciante, con tres hijos, José, Carolina y Javier, ha dejado huella una importante en el barrio, que quedará en la memoria de muchos y que, a buen seguro, perdurará entre las varias generaciones que lo han conocido.

Dado que su muerte se ha producido en un periodo vacacional, su familia, a petición de muchos vecinos, organizará una Misa funeral para el mes de septiembre, en la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles y San José de Calasanz.

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