Opinión
Lo efímero y lo eterno
En el magnífico edificio de la antigua Audiencia conviven en una chocante cercanía la exposición del cartel de Salustiano con la antológica de orfebrería de los Hermanos Delgado
LA Fundación Cajasol ha perdido este año una gran oportunidad de titular sus exposiciones de Cuaresma como 'Lo efímero y lo eterno'. En el magnífico edificio de la antigua Audiencia conviven en una chocante cercanía la exposición del cartel y la selección de obras de ... Salustiano con la antológica de orfebrería de los Hermanos Delgado. Y es inevitable la reflexión sobre el momento que vivimos. La novelería correrá a intentar desentrañar en el rojo exclusivo del cartelista toda la polémica suscitada por el retrato de su hijo como propuesta del anual anuncio de la Semana Santa. Y podrá analizar las vertientes artísticas, sociales y crematísticas del debate. Pero lo sustancial, sin necesidad de polémicas, brillará en la monumental obra del labrado del oro y la plata que ocupa los salones superiores y el patio con la firma cincelada de los Delgado.
Estoy de acuerdo con que una antológica como esa debería haber tenido exclusivo tratamiento, -aún hay una tercera espléndida con bordados de Antonio del Canto y Teresa del Castillo-. Pero, como no hay mal que por bien no venga, el contraste entre las dos exposiciones referidas invita a la reflexión de lo que es Sevilla, su Semana Santa y el tiempo que vivimos. De lo intenso y variado de su continua vivencia y de lo imperecedero de cuanto verdaderamente es trascendente, como clave para entender su pervivencia por los siglos de los siglos.
Están las modas, que llegan, se imponen y se discuten y, luego, lo que definitivamente se queda y se conserva. Esta sociedad del consumo inmediato, del usar y tirar, que además adolece de quebradiza memoria, tiende a encumbrar lo novedoso, lo superficial, lo sorprendente, y olvidar de dónde viene y por qué.
Hay en la antológica de los Hermanos Delgado tanta verdad como efectismo en la pictórica. De los labrados de coronas, potencias, faroles, insignias… trasciende el viejo taller, el callejón de los artistas de la calle Goles en el que se sigue dibujando y cincelando a mano, donde todavía queda la posibilidad de que algún aprendiz se haga maestro a pesar de las dificultades que sigue planteando articular fórmulas para vincular lo académico y lo artesanal...
En esa plata y ese oro luce un tiempo de conocimiento del oficio, de reminiscencias de maestros que marcaron un canon estético para la Semana Santa de Sevilla y de historias infinitas en los detalles singulares de cada pieza que podrían llenar varios libros de esa Sevilla oculta que sigue sin escribirse y nunca terminaremos de descifrar porque es la que explica su eternidad. A uno mismo le sorprende pasar tan aprisa entre tanta labor e historia cuando recorre la muestra antológica. Será porque como sevillanos, afortunadamente, estamos acostumbrados a transitar a diario por la historia y la belleza.
Los innumerables golpes de cincel de la antológica de los Delgado conforman un retablo a la excelencia en el que trasciende un enorme cariño a las hermandades, a Sevilla, y sobre todo un discurso indeleble de dedicación a mayor gloria de lo divino. El lema de la muestra lo dice todo: «A Dios por la orfebrería».
Dese prisa en visitarla, porque el domingo 3 de marzo se cierra esta antológica muestra. Su escasa duración está justificada, las piezas tienen que volver a las hermandades con el suficiente tiempo para preparar la Semana Santa.
La plata de los respiraderos de la Virgen de la Merced brillará cuando oscurezca el Jueves Santo y la corona de la Virgen del Rocío llevará la historia de sus devotos en el oro de un eterno Pentecostés, como un seguro con garantía de inmortalidad.
La exposición del cartel seguirá abierta, para amenizar el debate cuaresmal que nos mantiene vivos, pendientes a todo lo que sobreviene. Luego, el original del cartel, que en la muestra aparece protegida tras una pantalla de metacrilato, no quedará como el resto en el Consejo de Cofradías. Estará en la casa del modelo por expreso deseo del autor. Una de sus copias anunciará la Semana Santa de Sevilla entre grafitis en una calle de Ámsterdam y otras tantas seguirán a disposición de los más 'devotos' en una galería de arte de Gijón, donde ya las venden a 2.400 euritos.
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