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El viejo arrabal se desbordó con su capitana, la Esperanza de Triana

Las calles del barrio por las que no pasa habitualmente la dolorosa de la calle Pureza estallaron de júbilo cuando llegó la Virgen

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La Esperanza, «reina, madre y capitana» de Triana Manuel gómez
Pepe Trashorras

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Una traca de fuegos artificiales anunciaba al mundo que la Virgen de la Esperanza ya había llegado a Triana. La noche de la Inmaculada había terminado en el recorrido oficial de la Magna y las imágenes iban de vuelta a sus respectivos templos, pero en el viejo arrabal todo es distinto. Todo se magnifica y desparrama.

Poco más de 24 horas habían pasado desde que la dolorosa de la calle Pureza había partido rumbo a la Catedral, pero ya la echaban de menos. Mucho. Demasiado. En especial las calles por las que tenía que pasar de forma extraordinaria, unas localizaciones que, pese a encontrarse en el corazón del barrio, no forman parte del recorrido de su reina, madre y capitana ni en la mañana del Viernes Santo ni en los traslados de Cuaresma.

Por eso, Castilla, Procurador y Alfarería aguardaban con especial ilusión la llegada de la Esperanza. Y cuando llegó, su aparición fue como si el Guadalquivir se hubiera desbordado inundándolo todo. Las luces, las banderas con el icónico símbolo del ancla y las guirnaldas de flores eran comedidas para el exceso en sí que supone el paso de la Virgen de los trianeros, a la que recibieron por todo lo alto en una noche para el recuerdo, con las voces de los Cantores de Híspalis y el coro de Julio Pardo.

Después del itinerario inédito, llegó el núcleo duro con las calles de su feligresía, aquellas en las que siempre reina la Esperanza: Rodrigo de Triana; Pelay Correa; la parroquia de Señora Santa Ana, donde el palio llegó a mecerse al son de la Nana de Santa Ana, incluida dentro de una nueva composición, 'Creo en la Esperanza', de Carlos Guillén; y finalmente, Pureza hasta la entrada de la Virgen a eso de las cuatro de la madrugada.

También hubo guiños a la Macarena, porque en Sevilla las rivalidades no son reales, se quedan en la pura anécdota. Por eso sonó 'Pasa la Virgen Macarena' en el paseo de Colón tras el memorable encuentro que ambas imágenes vivieron en la Catedral, reminiscencia de aquel recordado día de 1995 en que la lluvia provocó una de las fotografías más apreciadas de los últimos tiempos. Quedan muchas más, comenzando por el año próximo. La historia se escribe en clave de esperanza.

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