historia
El Stabat Mater en la Semana Santa de Sevilla: una historia de idas y venidas
Es una iconografía que volverá a tomar protagonismo el 7 de noviembre de este año, cuando El Museo conmemore sus 450 años de antigüedad
Cuatro siglos y medio de una obra maestra
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Iniciar sesiónEste pasaje volverá este mes de noviembre, de manera extraordinaria, en uno de los conjuntos más imponentes que tuvo la Semana Santa hasta 1921 en la hermandad del Museo. Un misterio que tuvo su protagonismo en la Semana Santa de Sevilla y que fue decayendo ... a medida que las modas y los cambios se fueron imponiendo en las cofradías. Los Javieres contó con él en sus orígenes, también la propia corporación del Lunes Santo o, en este caso, Santa Cruz, la única que actualmente conserva este pasaje; han sido y son algunas de las corporaciones que han tenido este misterio como emblema de su cofradía. Durante la segunda semana de septiembre, la hermandad de Las Aguas regaló esta estampa en San Jacinto en su estancia extraordinaria en su templo fundacional en Triana. Pero, ¿qué provocó su pérdida de la Semana Santa hasta la recuperación en Santa Cruz en 2004?
Hablar de Stabat Mater es hacerlo una representación iconográfica que nos traslada al pasaje evangélico en el que la Virgen María se sitúa al pie de la cruz, presenciando la crucifixión de su hijo Jesucristo. La expresión Stabat Mater guarda el significado literal de «Estaba de pie la Madre» y está atribuida al Papa Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi en el siglo XIII. Esta obra, tanto literaria como musical, evoca sobre el profundo sufrimiento de María durante la pasión y muerte de Cristo, resaltando su dolor como madre ante el sacrificio de su hijo y llevando a la literalidad iconográfica el encuentro entre la dolorosa y el crucificado en solitario.
La Semana Santa no fue ajena a esta moda que tuvo en la Hermandad del Lunes Santo su gran impulsora durante sus salidas en Viernes Santo hasta 1921. Una iconografía llena de idas y venidas que volverá a tomar protagonismo el 7 de noviembre de este año, cuando el museo conmemore sus 450 años de antigüedad.
El Museo: la estampa perdida hace más de un siglo
Desde 1772, año de ejecución de la Virgen de las Aguas, la dolorosa acompañaba al Cristo de la Expiración en el mismo paso. Esto se producía gracias a que la imagen fue concebida originalmente para ir arrodillada a los pies del crucificado de Marcos Cabrera con las manos entrelazadas en señal de recogimiento y dolor, elemento que recuperó en su última salida extraordinaria. Fue posteriormente, en 1829, cuando su posición primitiva fue modificada, colocándola de manera erguida. En 1922, el escultor Infantes Reina talló las manos actuales de la imagen, coincidiendo con la decisión de que la dolorosa saliera en un paso de palio.
Ese año, como cuentan los anales de la corporación, se llevó a cabo la iniciativa, «tantas veces acariciada», de sacar la imagen de la Virgen en paso propio de palio. Para ello fue restaurada en una importante intervención por el escultor Antonio Infantes Reina que le construyó un nuevo candelero para mostrarla de pie –si bien para el altar conservó de momento el que la mantenía genuflexa y orante -; también se llevó a cabo el tallado en madera de unas manos que sustituyeron las anteriores entrelazadas.
El Museo quiso tener su propio palio con el impulso de Antonio Amán y Austria, director artístico, y muchos otros manos que vieron cumplido su anhelo aquel Viernes Santo de 1922, pero la lluvia lo impidió. Finalmente, la Virgen de las Aguas saldría por primera vez bajo palio en 1923, ya en Lunes Santo.
Los Javieres jesuitas
Entre 1969, año de incorporación de la dolorosa al cortejo y 1979, toda una década, la estampa que la hermandad de los Javieres regalaba cada Martes Santo a la ciudad estaba conformada por un Stabat Mater en el que el Cristo de las Almas y la Virgen de Gracia y Amparo se unían en un mismo paso.
Un caso similar al de la hermandad del Museo motivó la creación de un paso de palio para que la dolorosa procesionara en solitario. Este hecho nació, precisamente en un templo que ahora vuelve a ser protagonista: la casa de los Jesuitas en la calle Jesús del Gran Poder, iglesia fundacional de esta hermandad y a la que volverá el año que viene para volver a ser la sede definitiva de esta corporación del Martes Santo, esta vez, con dos pasos.
Un Santo Entierro Grande que lo cambió todo en Santa Cruz
Pero, quizás, la hermandad de Santa Cruz sea la que más idas y venidas presente en el uso de este misterio y, a su vez, la única que actualmente lo conserva desde la Semana Santa de 2004.
Como señalan los anales de la hermandad impulsados por Fernando Yruela, en 1905, año de la primera salida de la cofradía, Emilio Pizarro y Cruz realiza la primitiva Virgen de los Dolores, actualmente titulada Sta. María de la Antigua y que procesiona en la actualidad.
En 1915, diez años después, una hermandad en decandencia acuerda en cabildo construir un paso de palio. La merma económica de esta joven corporación trunca estos deseos que se produjeron décadas despúes pero con una dolorosa muy diferente, la actual de Eslava.
En 1920 y 1921, la Virgen de la Antigua ya procesiona a los pies del Cristo de las Misericordias, pero es la de la extinta hermandad de la Magdalena, la gran devoción de la Sevilla del siglo XVII. En el año siguiente, en 1922, procesiona a los pies del Crucificado una dolorosa cedida por Fernando Ybarra Llorente y, en 1926, regresa al paso la primitiva Virgen de los Dolores realizada por Emilio Pizarro. Hecho que tuvo su fin en 1963, cuando se descompuso este conjunto.
Fue en 1965 cuando se estrena el paso de palio la dolorosa de Fernando Ybarra en el que procesiona la dolorosa intervenida por Abascal y el Martes Santo 1968, el estreno de la actual Virgen de los Dolores obra de Eslava. Tras ser reparada y restaurada superficialmente por el imaginero Francisco Buiza, la actual Virgen de la Antigua volvió a procesionar junto al Cristo en la salida extraordinaria por las bodas de platino de la corporación a finales de octubre de 1979.
Aquella recuperación, aunque solo fuera por un día, de la desaparecida estampa de la virgen arrodillada ante el cristo de las Misericordias causó impacto: a los mayores por nostálgica, a los jóvenes por novedosa. Pero no fue hasta el 22 de abril de 1997, cuando el cabildo de oficiales acuerda restituir al culto a la primitiva Virgen de los Dolores advocándola de la Antigua y en 2001 es devuelta a la hermandad desde su letargo de dos décadas.
El 6 de abril de 2004, Martes Santo, la hermandad de Santa Cruz reescribiría su historia devolviendo a los pies del Cristo de las Misericordias a aquella Virgen de la Antigua que tuvo su gran regreso en aquel Santo Entierro Grande inolvidable.
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