Hasta el sol quiso ver al Gran Poder reinando vestido de majestad
El Señor de Sevilla recorrió las calles de la ciudad con la luz de la tarde decembrina y el exquisito atavío de la túnica persa
El Gran Poder era la segunda imagen de la Magna en ponerse en la calle, por lo que fue una de las que más disfrutó de la luz del sol, aunque más bien parece que fue el sol el que gozó colándose entre las espinas de su corona y a través de los bordados de su túnica.
El Señor de Sevilla salía a eso de las cinco menos cuarto de la Catedral luciendo su exquisita túnica persa, que llevaba desde 1939 sin ver la calle. Esta pieza del ajuar de la hermandad de la Madrugada fue diseñada y ejecutada por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en 1908, y salió a la calle durante la Magna por quinta vez en la historia, dejando una estampa majestuosa en la que la divinidad y la realeza de esta obra cumbre de Juan de Mesa encontraban el equilibrio perfecto con la humanidad del Señor.
La noche cerrada de las horas más oscuras del Viernes Santo, que todos los sevillanos asocian con Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, dejó paso esta vez a un cielo tan celeste que parecía salido de un cuadro de Murillo. Un cielo en el que su silueta se recortaba igual de recia, vigorosa y firme, pero permitiendo a todos los fieles disfrutar con mayor detalle de su mirada compasiva, de cada poro sangrante, de cada hilo de oro.
La doble estampa de la salida del primer templo metropolitano con toda la luz de la tarde decembrina y además portando la mencionada túnica bordada quedará, sin duda, como una de las muchas postales para el recuerdo de la Magna. En esta ocasión, además, se pudo contemplar a la imagen ya con el brazo correctamente ajustado después de que por la mañana se soltara ligeramente durante el traslado de ida y que provocó que las levantás fueran a pulso aliviado, algo que se solventó para la Magna. De cualquier forma, no hacen falta grandes saltos para dar la sensación de que se tocaba el cielo con las manos viendo al Gran Poder recorrer nuevamente la ciudad de la que es amo y señor.
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