Música procesional
El soberbio repertorio de Tejera tras el Cristo de la Buena Muerte de los Estudiantes
La talla de Juan de Mesa contó con un exquisito acompañamiento musical de forma extraordinaria con motivo del centenario fundacional de la hermandad
Lección centenaria y medida en la Buena Muerte
'Angustia': Pedro Braña dedicó su primera marcha a la hermandad de los Estudiantes
![El Cristo de la Buena Muerte en su procesión extraordinaria](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/11/19/estudiantes-buena-muerte-R45kz3V6uSFh5mrOKpPmQAN-1200x840@diario_abc.jpg)
La Semana Santa de Sevilla cuenta con tallas tan redondas y con tal unción sagrada que todo lo demás queda ya no en un segundo plano, sino en el tercero o el cuarto. Le ocurre al Cristo de la Buena Muerte de los Estudiantes, ... colosal obra de Juan de Mesa tan cautivadora que aún sale a la calle ―por poco tiempo, eso sí― en un modestísimo paso que se suponía provisional y que ha durado un siglo.
Tradicionalmente en riguroso silencio, el crucificado de la ya centenaria corporación universitaria ha procesionado con música sólo en cuatro ocasiones. La última, en la tarde del pasado domingo 17 de noviembre, día en que la hermandad del Martes Santo cumplía cien años y lo celebraba con una salida extraordinaria con sus dos pasos. Lo que sucedió en las casi seis horas que finalmente duró la procesión es cristalino como las lágrimas de la Virgen de la Angustia: la buena música siempre suma, jamás resta.
La banda de música del Maestro Tejera fue la encargada de poner sus sones tras la portentosa imagen tallada por el imaginero cordobés en 1620. Sólo decir esto ya es garantía de éxito y calidad musical, pero la formación hispalense ha vuelto a llevar a otra dimensión el acompañamiento musical con una cruceta confeccionada con mimo y en la que ha primado la calidad dentro de un corte solemne, de una forma parecida a como ocurrió el pasado 1 de junio con el Cristo de Burgos.
Música para el Cristo de los Estudiantes
La primera marcha que se interpretó (y también una de las últimas), como ya ocurriera hace cincuenta años a cargo de la Municipal, que la estrenó en la salida extraordinaria de 1974, fue 'Cristo de la Buena Muerte', interesante obra de José Albero que fuera de la hermandad para la que está dedicada se escucha muy poco, como sucede con muchas otras del prolífico maestro.
El repertorio estuvo compuesto, por un lado, de clásicos del género como 'Virgen del Valle', 'Amarguras', 'Soleá, dame la mano', 'Sevilla cofradiera' o 'El Cachorro, saeta sevillana'. Nombres como Gómez-Zarzuela, Font de Anta o Gámez Laserna no podían faltar tras el crucificado, deleitando al personal con una interpretación digna de trabajo de estudio.
Pero la cosa no quedó ahí, ya que la jornada única y verdaderamente extraordinaria que ofreció la corporación del Martes Santo en todos los sentidos se vio acentuada ya no solamente por el histórico hecho del acompañamiento musical del crucificado, sino también por dar cabida a obras magníficas que no suenan con frecuencia. La primera, al poco de salir: 'Una lágrima', compuesta por Moisés García para la hermandad del Valle en 1916 y recuperada para la ocasión por la banda de Tejera.
Marchas de ayer y de hoy
También hubo espacio para las marchas contemporáneas. Que se lo digan si no a David Hurtado, uno de los compositores que más empuje está consiguiendo últimamente gracias a años de trabajo al margen de modas. Así, en la Magdalena se tocó '¡Miradlo en la cruz!', el gran estreno de la música procesional de este año; y llegando a la plaza Nueva, 'Salvación', escrita para el cercano crucificado de la Soledad de San Buenaventura y desconocida para buena parte de la Sevilla cofradiera.
El ombliguismo no lleva a ninguna parte y, por ello, la música de otras Semanas Santas estuvo presente en la tarde de ensueño vivida por los cofrades de los Estudiantes a través de la marcha gaditana 'Ecce Homo', de Eduardo Escobar de Rivas, o la jerezana 'Desamparo', de Álvarez Beigbeder, una apuesta clara de la formación a cuya dirección musical acaba de acceder Sergio Jiménez.
Mientras una banda de Alcalá mucho más justita se defendió como pudo tras la Virgen de la Angustia con una cruceta bastante buena en la que entraron marchas de corte más alegre, aunque siempre clásicas, el primero de los pasos de los Estudiantes fue ofrendado con otras composiciones fuera de la órbita habitual, como 'Al Señor de la Humildad', de López Padilla, o 'Cristo de la Conversión', del maestro Pedro Morales. Todo ello sin olvidarnos de algunas que en poco tiempo se han vuelto imprescindibles, como 'Valle de Sevilla', de José de la Vega.
No hubo una sola composición de nivel más bajo, como tampoco hubo momento en que la banda sonara de forma menos brillante. El Cristo de la Buena Muerte, que lleva cien años siendo el principal depositario del fervor estudiantil de Sevilla, bien merecía un acompañamiento a la altura. Aunque no le haga falta. Aunque su misma efigie lo llene todo. Una banda de música con un repertorio tan excelso siempre suma.
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