Juan Manuel desvelado: nuevos hallazgos inéditos sobre la vida y obra de Rodríguez Ojeda

Andrés Luque Teruel publica la obra definitiva sobre el inventor de la Semana Santa actual

Juan Manuel Rodríguez Ojeda. El diseño como fundamento artístico (Servicio de publicaciones de la Universidad de Sevilla) nace ante la necesidad de elaborar una monografía del artista, vestidor y bordador sevillano. Hasta ahora no existía. Encargada por la Hispalense al profesor Andrés Luque Teruel , pone de manifiesto el perfil poliédrico de un hombre capaz de revitalizar la Semana Santa. Se dio por completo a las hermandades pero también se valió de ellas para establecer una red comercial sin precedentes. Generó filias, pero también fobias: utilizaron su patente homosexualidad para ponerle la zancadilla. Ya conocíamos que era un artista total. Ahora sabemos que su trayectoria fulminante también merece ser estudiada en las mejores escuelas de negocio.

Juan Manuel reinventó la Semana Santa pero poco se conoce hasta ahora de su personalidad. Y eso que en ella residen las claves de su superación personal constante y de su carrera empresarial y social ascendente. Si algo se descubre con esta obra, es que Juan Manuel Estalisnao Luis Gonzaga de la Santísima Trinidad (así figura en su partida de nacimiento que por primera vez ha visto la luz) fue un adelantado tanto en el plano artístico como en el económico y de gestión.

Su relación con la hermandad de la Macarena le llega por vínculos maternos y por su lugar de nacimiento. Se cría en la calle Beatos, actual Duque Cornejo y en un ambiente muy popular. Su padre, como otros muchos vecinos del barrio, era empleado de la alhóndiga donde se encargaba de la medida de granos. El barrio se articulaba en torno a Omnium Santorum y la calle Feria y con San Gil como uno de sus límites. Extramuros estaban las casas de los trabajadores del Hospital de la Cinco Llagas. Son lo que hoy llamamos los callejones, rodeados de huertas. Pero también las había intramuros. De hecho las calles de San Gil aún conservan la forma de aquellas veredas y acequias que llevaban el agua a los hortelanos. En definitiva, el barrio que Juan Manuel conoció de niño tenía una identidad casi rural socialmente muy deprimida. Los vecinos se agrupaban en torno a aquella paupérrima hermandad macarena.

Andrés Luque Teruel / JOSÉ JAVIER COMAS RODRÍGUEZ

¿Cuándo vería Juan Manuel a su Virgen por primera vez en su paso?  Luque Teruel le pone fecha al encuentro: pudo ser en 1.860, cuando él contaba con apenas seis años de edad. Y la vería como nos contó Félix González de León ; “con un modesto paso con varales de madera, peana forrada de terciopelo verde con algunos apliques de plata y sencillo palio negro”. ¿Contemplaría Rodríguez Ojeda la “ceremonia de la humillación”que realizaba en la explanada delante del Hospital?

Lo que sí sabemos es que cuando tenía quince años le pasaron al menos dos cosas importantes. Por un lado vio cómo la trama urbana Sevilla comenzaba a cambiar. La Gloriosa retiró cruces, confiscó capillas y derribó murallas… pero su arco macareno se salvó. La segunda circunstancia es que comenzó a trabajar muy joven, como era costumbre en la época. Y lo hizo junto a su hermana Pepa en el taller de Ana y Josefa Antúnez , establecidas en la Huerta del Zapote, tras el Hospital. Allí conoce a los maestros de diseño Edmigio Serrano Dávila y  Manuel Beltrán Jiménez “curiosamente todos son hombres y maridos de las bordadoras” destaca Andrés Luque. Al mismo tiempo, estableció una gran amistad con el escultor Antonio Susillo y, a través de éste, con los hermanos Joaquín y Gonzalo Bilbao. La cercanía del taller le hace conocer más a la Virgen y con 16 años es nombrado prioste interino de la Esperanza. Comienza su fulgurante carrera. Ocupa ese cargo hasta los 23 años y se percata de que la hermandad necesita enseres, pero no tiene posibles. A las limitaciones económicas se unen las sociales. “Propone a la hermandad una serie de obras que ésta no puede pagar. Y les pregunta: ¿Si yo traigo los recursos, puedo llevarlas a cabo? Y entonces Juan Manuel se inventa la forma de conseguirlos”, detalla el autor de este libro. Aquellos macarenos pobres hortelanos y obreros no tenían para comprar lotería y entonces el artista se inventa las participaciones. Son de hecho las primeras participaciones de lotería en España conocidas. Y hay más. Organizó rifas de cerdos y otros animales de corral, muy frecuentes en las viviendas de la época. Promovió sorteo de automóviles, tómbolas benéficas, funciones teatrales y corridas de toros, actividad esta última para la que contó con la desinteresada colaboración de los jóvenes novilleros: Fernando Gómez el Gallo y el Algabeño . Y organiza colectas populares… y para implicar a la gente consigue el compromiso de destacadas figuras de la realeza.

Juan Manuel Rodríguez Ojeda.

En 1888, abre taller propio

Rodríguez Ojeda diseñaba, pero se da cuenta de que en este negocio la mayor parte del dinero no se queda en manos de los artistas. “… el que gana dinero de verdad no es el que dibuja ni el que borda, sino el que contrata la obra. Entonces convence a su hermana, la tía Pepa para que deje el taller de las Antúnez y abra uno propio” recuerda Luque Teruel. De esta manera él se encarga del diseño y de la gestión y su hermana de la dirección técnica.

Con dos primeras novilladas obtiene más de 15.000 reales que dedica a la confección del palio negro. Con otras dos celebradas en la Maestranza consigue 20.000 reales y una suscripción popular abierta por la regente María Cristina acomete la confección del manto de malla de la Virgen de la Esperanza.

En las hermandades ve una cantera de negocio. Para ello había que estar en los círculos de toma de decisión y en su tiempo no había limitaciones. Siendo a la vez mayordomo de la Hermandad de la Macarena y teniente de hermano mayor del Prendimiento , presentó en 1900 solicitud para la reorganización de la Hermandad de la Hiniesta. El párroco le niega esta posibilidad y lo califica como “tratante en mantos y palios de imágenes”, que utilizaba a la Virgen de los Dolores (la Hiniesta dolorosa) como “maniquí para probar y exponer” las obras de su taller una y otra vez. No andaba descaminado. Según expone Luque Teruel en su obra,  “sus intereses comerciales eran muy evidentes, tanto que hasta las fotografías que le hacía a las imágenes estaban pensadas para lucir y mostrar sus prendas. Lo de menos eran las imágenes. Las fotos estaban concebidas como muestrario de diseños y técnicas de bordado empleadas”. Con la HIniesta intenta la refundación otra vez hasta que lo consigue en mayo de 1905 “quedando como teniente de hermano mayor, con su sobrino Guillermo Carrasquilla Rodríguez como mayordomo segundo” así domina una nueva hermandad para sus intereses comerciales. Además formó parte de la nómina de las hermandades de la Sagrada Mortaja y San Bernardo, sin olvidar que compaginó su pertenencia a la junta de la Macarena con su papel como refundador de la Esperanza de Triana…

La Esperanza Macarena bajo el palio negro, hoy en propiedad de la Estrella, y con elprimer manto verde elabaorado por Juan Manuel y Elisa Rivera. Años 1883-84

Juan Manuel y la Monarquía

Uno de los mayores logros de la política empresarial de Rodríguez Ojeda fue la de atraer a la realeza. A finales del siglo XIX conoce en el taller de Susillo a la regente María Cristina de Habsburgo . Y no mucho después consigue que ella junto a su hijo el futuro Alfonso XIII fueran recibidos como hermanos en la Macarena. La razón es que existían intereses compartidos. La hermandad necesitaba el ascenso social y la regente pretende ensombrecer la corte paralela que los Montpensier habían establecido en Sevilla. Si los duques de Orleans se habian acercado a las hermandades aristocráticas, “Juan Manuel anima a la reina a arrimarse a las dos hermandades que tienen más corrales de vecinos: San Lorenzo y la Macarena. María Cristina visita el Gran Poder y la Macarena y se hacen grandes benefactores de esta última” detalla Luque. Los dos estamentos salían muy beneficiados de la relación, pero sobre todo el diseñador, que abría así nuevos cauces para la financiación de sus proyectos. Años más tarde consiguió que el rey Alfonso XIII abriese con mil pesetas la suscripción popular para la ejcución del manto de tisú para la Virgen de la Esperanza, en 1929. La sagacidad de Juan Manuel no tiene límites “…a Gallito sabe como manejarlo en todo momento y con sólo decir ¡Ay, si la Virgen tuviera esto o aquello otro…! ya cuenta con parte de la financiación”, destaca Luque. Es conocido que poco antes de morir el torero se interesó por la elaboración de unos ciriales en oro.

Página 39 del libro Fotografía coloreada de la Virgen de la Esperanza vestida por Juan Manuel antesde la reforma de 1881

Expulsado de la hermandad

No todo es un camino de rosas para Juan Manuel. Llevaba varias décadas en cargos de gobierno y surgieron opositores que quisieron limitar la duración: a tres los de hermano mayor y mayordomo o a cuatro los de consiliario.  Para seguir en la pomada recurre a constantes permutas con Gallito y otros hermanos de su órbita pero los contrarios comenzaron a ejercer una presión muy intensa, tanto que presentaron un escrito al cardenal Illundain en el que denunciaron la pérdida del espíritu democrático recogido en las reglas. La reclamación prosperó y el cardenal apartó a Rodríguez Ojeda de la hermandad, imponiendo una junta gestora en 1925. En este punto la publicación recoge una cuestión de sobra conocida y nunca reflejada en los textos sobre el diseñador como es su condición homosexual, a la que no renunció en ningún momento. “El libro sólo va a mantener un secreto que no es un secreto. Algo que se dice con estilo pero de forma elegante y amable: lo echan de la Macarena porque lo denuncian por hacer fiestas con hombres” , así lo descubre Luque Teruel después de haber tenido acceso directo a la documentación entregada en el Arzobispado.

Los opositores empiezan a hacer de las suyas “.. .y abren al público en general el besamano de la Virgen, que hasta ahora sólo había sido para los amigos más directos del bordador. Para fastidiarlo colocan un encaje de grandes dimensiones sobre el manto de la Virgen y tapan así sus bordados” relata el profesor de Historia del Arte. Los partidarios de Juan Manuel replicaron con el conocido Motín de la Macarena. Eso provocó una nueva intervención del cardenal Illundain, que nombró una segunda junta gestora, en abril de 1929 , y con ella el regreso del artista a la hermandad como asesor artístico y prioste. Este fue su último cargo como oficial de la junta de gobierno de la Hermandad de la Macarena, el mismo que había ocupado cuando entró en 1870.

La Esperanza Macarena bajo el desaparecido palio rojo de Rodríguez Ojeda en una fotografía de los años 30

El taller de la tía Pepa

A lo largo de su carrera artística Juan Manuel experimenta distintas evoluciones. Una primera etapa regionalista en la que el artista no acaba con los palios de cajón tal como algunos autores le atribuyen “…quien diga esto lo hace irreflexiblemente porque no leen”. Según Luque Teruel en las fotos del siglo XIX se ve que ningún palio era de cajón “el de la Carretería es de forma; el antiguo del Calvario es de pico; el del Loreto que después fue de las Penas y ahora es de la Virgen de las Tristezas era lobulado”. Esto sirve de aliciente para que Juan Manuel haga justo lo contrario “los palios barrocos eran rectos y es el quien recupera el palio de cajón” concluye Luque. Para hacer el de Mayor Dolor y Traspaso, la Hiniesta o la Presentación se inspira en bordados de la sacristía de San Lorenzo, la Magdalena o Santa Ana.

En una segunda línea, Juan Manuel sigue con el palio de forma que ya venía de antes y desde el punto de vista regionalista busca la regularización y la armonía. “Es el caso del palio negro de la Esperanza, ahora en propiedad de la Estrella” , como le gusta decir a Luque Teruel. Rodríguez Ojeda va a continuar con una mal llamada línea persa o mudéjar -por los motivos que se explican en este libro- y en la que se da el espíritu de mezclar la tradición oriental con la local.

Juan Manuel Rodríguez Ojeda montaba los besamanos a la Esperanza Macarena restringido a su círculo cerca. Aquíla Virgen con el manto de malla y la llamada toca de rombos en los años 30

Juan Manuel vestidor

Juan Manuel Rodríguez Ojeda “comenzó a destacar pronto en el arte de vestir imágenes, actividad que superó los límites de la actividad del taller y lo proyectó en un ámbito social” expone este libro. La evolución del vestidor se aprecia en la colocación de la blonda, que cae con naturalidad sobre la frente de la imagen. Es el inventor del famoso tocado con tres picos.

Luque ha descubierto que Juan Manuel es el primero en usar pecherines metálicos para la Virgen de la Esperanza. Lo hace en 1910 y con una prenda que no imaginábanos “…por fotografías hemos demostrado que la conocida como toca de rombos fue originalmente un tocado. De ahí su particular forma”. Hasta los años 20 no funcionaría como toca “y a lo mejor se hace para fastidiar a Juan Manuel cuando lo expulsan de la hermandad y niegan su estilo” concluye el profesor en Historia del Arte.

El artista Juan Manuel Rodríguez Ojeda no dudó en vestir a la Virgen de la Hiniesta con prendas hechas para otrasimágenes para muestrario. Le constó varias denuncias

Las estampas de Juan Manuel

Las fotografías y estampas de la Macarena tienen un enorme valor devocional… pero Luque Teruel nos descubre otra realidad escondida. ¿Cómo es que Pasión (una hermandad ligada a la aristocracia) tenía en época de Juan Manuel entre 700 u 800 fotografías menos que la pobre hermandad de la Macarena? Pues por las mismas razones que destacaba el párroco de San Julián . Según el profesor Luque Teruel “las hacía Juan Manuel para promocionarse. Con sus fotos vende y mueve sus bordados”. La devoción a la Virgen de la Esperanza y a otras imágenes se difunden en parte por el afán de lucro del artista. “…las túnicas aparecen abiertas y los mantos acomodados para que se vean. Pone al Cristo de frente o de perfil como si fuera un maniquí solo para que se observen los bordados. Viste a la Virgen de la Hiniesta con la ropa que le está haciendo a otras dolorosas de los pueblos para que comprueben cómo han quedado las prendas… y difunde las fotos”. Una técnica que está en la base de la difusión de estas devociones, al mismo nivel que la diáspora de vecinos  de los corrales de la Macarena y San Lorenzo.

Con estos antecedentes no resulta extraño que Juan Manuel publicara en prensa y como anuncios comerciantes las fotografías de las visitas reales a su taller.

Las oficiales del taller de Rodríguez Ojeda

El palio rojo

Otra de las grandes aportaciones del libro es la de mostrar el tono preciso de aquel palio rojo de la Esperanza. En la fotografía coloreada que se publica se puede ver con un tono particular: un punto más claro que el de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso.

“El palio rojo de la Virgen de la Esperanza es la obra de bordado sevillana más conocida y prestigiada del siglo XX por la valentía y la novedad de su diseño; la excepcional monumentalidad de los cálculos y el desarrollo plástico ; la nueva mentalidad en la concepción técnica; la magistral utilización de ritmos simétricos y asimétricos y, con ello, de movimientos contrapuestos” expone Luque Teruel en este libro. A partir de él nace un nuevo estilo para la Semana Santa que se dio en llamar “arte macareno” debido a la enorme influencia que proyectó en toda Andalucía. Para hacer este palio rojo, Rodríguez Ojeda compra a la Macarena el palio negro que explota económicamente alquilándolo a otras hermandades antes de su venta definitiva.

La pieza está por recuperar y Andrés Luque lo tiene muy claro: así se hubiera hecho de no ser por la última crisis económica de hace diez años. “ Es posible montarlo de nuevo porque existen los ejes completos y las caídas completas. Se encuentra perfectamente ordenado en los diferentes mantos”. Solo se han perdido los cuatro medallones en seda con los cuatro evangelistas que figuraban en el techo.

Fotografía coloreada de los años 30. La Esperanza Macarena en el desaparecido palio rojo.

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