Historias y leyendas de la Semana Santa
El porqué del Cachorro
Profundamente conmovido por el gesto del moribundo, en llegando a su taller, apresuróse a abocetar su palpitante recuerdo
![El porqué del Cachorro](https://s1.abcstatics.com/abc/sevilla/media/pasionensevilla/2022/03/07/s/cristo-cachorro-dios-ciudad-U11442304161YMv-1248x698@abc.jpg)
En 1995, el escritor y periodista José Antonio Garmendia publicó el libro 'Historias y leyendas de la Semana Santa de Sevilla' , editado por la Delegación de Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla. A lo largo de la Cuaresma, publicaremos algunos de los artículos que componen aquella mítica publicación.
Por todo sevillano es conocida la leyenda. Cuentan de un gitano, sillero de oficio y residente en Triana, que tenía amoríos con una dama principal. Alguien le ajustó las cuentas infiriéndole una puñalada mortal. Fue testigo del suceso Francisco Antonio Ruiz Gijón, de profesión imaginero y residente también en Triana. Contempló la agonía del gitano y captó con todo detalle sus últimos estertores. Profundamente conmovido por el gesto del moribundo, en llegando a su taller, apresuróse a abocetar su palpitante recuerdo. Y de ahí nació más tarde la portentosa imagen del Cristo de la Expiración. «Con toa la carita del gitano», que recibió el mismo apodo que llevara en vida su involuntario modelo: El Cachorro.
Hasta aquí la leyenda. Que no deja de ser eso, una leyenda. Popular, curiosa y hasta verosímil, pero menos cercana a la realidad que la segunda versión que ahora les cuento.
En lenguaje caló, un hijo es un churumbel. Sucede que los gitanos, como los catalanes, son bilingües, y alternan su idioma con el castellano, sin tener que pedir la debida autorización a don Jordi Pujol. Conviene advertir que los gitanos, cuando refiriéndose a un hombre que no es de su raza, le llaman payo, lo hacen en sentido peyorativo. Para los gitanos, un payo es un castellano malo, un castellano indeseable. Su prójimo no calé, buena gente, es sencillamente un «castellano». Quede la debida constancia. (Léase, entre otros, a mi querido colega Manolo Barrios, experto en cuestiones gitanas).
Y también cuando los gitanos en castellano hablan, cambian churumbel por cachorro, que es sinónimo de cría, de hijo. Los gitanos, que en Triana abundan, poblando la cava a la que dan su nombre, son, y esto es digno de resaltarse, gente de profundas creencias religiosas cristianas. Y, estando ciertos de que Jesús es hijo de Dios, cría de Dios, le llaman cariñosamente «el cachorro», el cachorro del Padre Eterno. He aquí como los gitanos de Triana deifican al judío de Galilea.
Y habrá que convenir en que esta sencilla explicación puede ser menos pintoresca que la de la leyenda, pero sí que es más tierna, más razonable y, por supuesto, mucho más teológica.
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