El eterno debate entre la morenez o la blancura de las imágenes
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La restauración de las imágenes es un tema espinoso. Las hermandades, como es lógico, siempre quieren medir el momento y el tiempo correcto para conservar su patrimonio. Y es que, a pesar de que pasan los años y las mentes evolucionan, siempre ha existido el eterno debate de la ‘morenez’ de las imágenes . Cada vez que una talla es restaurada, las voces del público, o de los propios miembros de la hermandad, giran en torno a estos comentarios: «yo creo que la han dejado muy blanca, este no es mi Cristo, el restaurador dice que así es como fue concebido…» . Lo cierto es que hay varias posturas técnicas con respecto a este tema.
En los últimos años, muchas de las imágenes procesionales han sido restauradas. Desde el punto de vista de los artistas es clave entender el contexto, el tipo de imagen y la devoción que despierta. « Sí, es una imagen con gran carga devocional no se pude quitar toda esa gran capa de golpe. Hay que hacer un proceso de limpieza sin llegar a desvirtuar tanto la imagen, eso puede provocar que la gente no se reconozca en ella», explica Pedro Manzano en Pasión en Sevilla.
No obstante el debate es extenso. Para el artista Juan Manuel Miñarro, la búsqueda del «equilibrio» es la clave en todo este asunto. De hecho, «algunas veces cuando se limpia se ve más blanca. Es lo lógico porque tiene que haber cambio de color. Hay que evaluar y saber discernir lo que es legítimo e ilegítimo. Es decir, diferenciar entre la película superficial o la patina original del artista. Hay que tener sensibilidad no limpiar más de la cuenta porque puede haber es un cambio más dramático».
Tanto Manzano, Miñarro como Luis Álvarez Duarte, están de acuerdo en que hay que mantener un punto en común entre la talla y el devoto. Para el autor de la Virgen de Guadalupe « El paso del tiempo no se debe borrar. Hay imágenes que las están dejando blancas o en la imprimación. Hay que borrar la suciedad, el rastro del humo la candelería, el polvo, pero no estoy de acuerdo con una limpieza total. Las imágenes siempre deben tener un poco de pátina. Es difícil ponerlo igual que estaban . Por ejemplo,el Gran poder está maravilloso». Para Duarte, la mayoría de las imágenes fueron policromadas en el siglo XVII y por tanto, « nadie ha conocido el original. Yo restauré a la Virgen de Las Aguas del Museo. Hay que respetar. Hay que quitarle el daño pero no la pátina. Es como si un cuadro se limpia completamente, al final es un cromo».
La explicación histórica
En este sentido hay una explicación histórica para entender por qué los escultores del siglo XIX y XX daban una pátina a las imágenes. «El artista veía que la imagen antigua (s.XVI ó XVII), trae una pátina que el tiempo le ha dado y él quiere que su obra se asemeje a esas imágenes. La gente imita la forma del barroco que con el paso de los años ya están oscurecidas. El escultor contemporáneo le da una pátina para que una imagen parezca más antigua», señala Pedro Manzano.
Para el artista de la calle Pureza, « aquellas imágenes donde no era necesario envejecer nada el escultor las encarna la imagen conforme al canon de belleza de ese momento, es decir, con una piel clara, más propia de la élite. El artista intenta imitar y para recrear la imagen de Dios no la vamos a pintar en tonos oscuros, propias de las clases bajas en aquel entonces. De esta forma, las imágenes anteriores (s. XVIII, XVII, XVI), no se patinaban, se darían veladuras de color. El Varón de dolores del Pozo Sant tiene veladuras de color y es una joya».
En este sentido, Juan Manuel Miñarro cree que «cuando se reintegra se puede reintegrar todo, absolutamente todo. Se puede buscar el equilibrio entre lo que era y lo que es la imagen . No podemos meter con calzador los labios rosas, las cejas negras y ya volverá a coger el color con el paso del tiempo. Creo que es rebobinar demasiado. La Gioconda no se ha podido limpiar porque la parte legítima de Leonardo está con una capa de veladura sobre otra. No hay una lupa para separar lo original o lo legítimo. Ese rebobinar muchas veces a fondo y que las imágenes pierdan la huella del paso del tiempo no lo veo correcto».
Por contra, Manzano piensa que se puede llegar a una imagen cercana al original. «La policromía original siempre está ahí, hablando de imágenes del barroco. Lo que pasa es que el material se va degradando y pretender obtener el aspecto que esa imagen tenía es ilusorio. Sin embargo, si retiras esa capa de suciedad y barnices vas a recuperar una imagen muy parecida a la original», espeta Pedro Manzano.
El debate está abierto.
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