GOTA A GOTA
Primer golpe. Todo el oro de la tarde
No somos conscientes de lo vivido. Solo cuando pasen los año caeremos en la cuenta del momento histórico que hemos tenido la inmensa dicha de vivir.
¿A qué hora fue? ¿Cuántos planetas se habían puesto de acuerdo para que el sol mirara frente a frente al Señor? Ocurrió cuando el Gran Poder había dejado atrás el Archivo de Indias. Un rayo rotundo le doró el rostro y con él la túnica y el paso. Todo el oro de la tarde se concentró en la estampa desconocida que nos regaló este año el día de la Inmaculada. Cuando salió la procesión de clausura del Congreso callaron todas las voces. Vivimos en una ciudad en la que cualquier cosa da para hablar mucho y no siempre bien. Pero cuando los tesoros de la Semana Santa se pusieron en marcha para rubricar con una firma un Congreso que ha salido redondo, no hubo nada que objetar. Nada. Ni del nuevo paso de la Virgen de los Reyes, ni de la luz que acompañó al Gran Poder, ni de autenticidad de las patronas conquistando el corazón de Sevilla, ni de la Torre del Oro enamorada del Cachorro, ni de la majestuosidad popular de la Esperanza de Triana, ni del pellizco que te daba en el alma La Macarena. Ni de la organización. Ni de la seguridad.
La procesión magna de clausura ha sido una borrachera de autoestima para el mundo de las hermandades y también para la ciudad. No somos conscientes de lo vivido. Solo cuando pasen los año caeremos en la cuenta del momento histórico que hemos tenido la inmensa dicha de vivir. El día en el que hasta el mismo sol besó la frente del Gran Poder.
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