Los invidentes descubren con sus manos el rostro de la Macarena: «Un hermoso regalo de Navidad»
La hermandad ha puesto en marcha este 18 de diciembre una iniciativa para que las personas ciegas o con discapacidad visual puedan tocar una réplica en bronce del rostro de la Virgen
Las personas ciegas y con discapacidad visual conocerán al tacto el rostro de la Macarena gracias a una réplica en bronce
La universalidad de la Esperanza Macarena no conoce fronteras sociales, geográficas, de género ni de edad, pero desde este miércoles 18 de diciembre, día de su festividad, también traspasa la barrera de la ceguera. La hermandad ha puesto a disposición de aquellas personas con algún tipo de discapacidad visual una réplica en bronce del rostro de la imagen para que puedan palparla y descubrir las facciones de la Virgen.
La fiesta de la Expectación de María ha estado este año más cargada de ilusión y gozo si cabe en la basílica de la Macarena, que desde las nueve y media de la mañana comenzó a recibir a sevillanos ciegos y con problemas de visión que querían tocar este busto colocado en la llamada capilla chica, es decir, la estancia de la que parten las escaleras hasta el camarín de la Esperanza. En resumidas cuentas: las puertas del cielo macareno.
Mientras la Virgen ofrecía sus manos a los besos de toda Sevilla en el presbiterio bajo de su templo, estos miembros de la Once pudieron sentir bien cerca a la imagen, tocando con sus manos cada parte de la réplica y conociendo por primera vez cómo es la expresión que tiene cautivada a medio mundo: «He sentido mucha paz. Está tan bien hecha que siento que hoy he tocado a la Virgen». Después de tan singular encuentro, pasaron por delante de la Macarena para besar sus manos y pudieron también detenerse a palparlas.
Cristóbal Martínez, delegado territorial de la Once en Andalucía, hizo hincapié en que este gesto va a ayudar a mucha gente a sentir de cerca a la Virgen: «Tener la posibilidad a partir de hoy de tocar su rostro y de sentir a través de las yemas de los dedos esa paz y emoción que transmite su cara para nosotros es muy especial. Quiero dar las gracias en nombre de todas las personas de la Once que a partir de ahora van a tener la oportunidad de acercarse a Ella, no sólo de rezarle y de compartir con Ella el silencio de esta basílica, sino también de poder tocar esa cara y, a través de esa expresividad, sentir todas las emociones que transmite la Macarena». También aprovechó para recalcar la importancia de la labor social que realizan las hermandades: «Es una dimensión a veces desconocida, pero que hay que poner en valor».
El hermano mayor de la Macarena, José Antonio Fernández Cabrero, atendió por la mañana a los medios de comunicación para expresar la alegría de la corporación en esta jornada: «Con mucha asiduidad, después de que la basílica cierre, bajo del despacho, me siento y, como sabéis, hay una cortina que protege a la Virgen como medida de seguridad. Cuando alguno de los empleados me dice que va a descorrer la cortina para que pueda ver a la Virgen, le digo que no lo haga: cuando no la veo, la adivino. Hoy he comprendido lo que yo decía sin saberlo».
«Esta paz me durará muchísimo tiempo»
No pudo esconder su sorpresa cuando acompañó al delegado de la Once mientras palpaba el rostro de la Virgen: «Me quedé pasmado, porque Cristóbal me iba diciendo: '¡Qué guapa es! ¡Qué ojos más bonitos tiene!'. Estaba viendo a la Virgen mejor que yo». Sin duda, tras instantes tan especiales y emotivos, el hermano mayor tenía claro quién debía dar las gracias a quién: «Que Dios les bendiga. Las gracias se las damos nosotros, no ellos». También aprovechó para atender los deseos de los invidentes, que pidieron poder tocar próximamente el palio y el misterio: «Eso está hecho».
Cristóbal no fue el único invidente que compartió su emoción después de vivir momentos tan especiales junto a la Macarena: «Creo que es un hermoso regalo de Navidad que me llevo conmigo. Para mí ha sido muy especial. Transmite esa esperanza y esa paz que todos necesitamos, pero especialmente las personas con discapacidad, que tantas dificultades tenemos». Un día, este 18 de diciembre, que quedará para el recuerdo y que no podrán olvidar todas estas personas: «Esta paz me durará muchísimo tiempo, y cuando me falte, volveré por ella».
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