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gota a gota

La imagen. Una despedida

Antonio Bejarano ha dejado la Vera-Cruz. En 20 años ha logrado ser el segundo escultor de la imagen de la Virgen de las Tristezas

Antonio Bejarano con la Virgen de las Tristezas rechi

José Cretario

SEVILLA

Desde hace 20 años, Antonio Bejarano se había convertido en el compañero de gubia de Antonio Illanes. Más o menos mes a mes era el artista que esculpía con telas a la Virgen de las Tristezas erigiéndose así en el fenómeno más importante de este siglo en este tipo de Artes y referente de una nueva generación de vestidores. Como reza el verso, «todo termina en la vida». Bejarano ha dejado la Vera-Cruz. En la carta de despedida lo dice todo.

Pero Antonio Bejarano pasará a la historia como el gran renovador de estas artes del atavío en el siglo XXI. Comenzó antes, a finales de los años 90 cuando le encargaron la vestimenta de la Virgen del Amor de Sanlúcar de Barrameda en la que ya comenzó a ensayar el estilo que después desplegaría en la Vera-Cruz. Esa revolución significó que el encargado de manejar las telas no solo estuviera pendiente de la enmarcación del rostro sino del volumen general de la obra e incluso de los colores que se utilizan, porque solo así se consigue el efecto escultórico que Bejarano le da a sus creaciones.

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