Así es el cartel del 450 aniversario de la hermandad del Museo

Se trata de una obra de 80 x 40 centímetros titulada: «450 años. Hermandad del Museo, 1575-2025». Durante la presentación, el autor, Antonio Díaz Arnido, explicó que empleó su técnica habitual para la creación de la pintura. Se trata de una técnica mixta sobre tabla que combina diversos materiales y métodos: carboncillo, óleo, acrílico, aerógrafo, grafito, pan de oro, tinta, gouache y lápiz de pastel. La tabla utilizada es del tipo 3D, cuidadosamente encolada, preparada, imprimada, dibujada, dorada, pintada y barnizada.

La composición de la obra está marcada por una gran diagonal ascendente que coincide con el impresionante torso anatómico del Cristo de la Expiración y recorre toda la pintura. Esta diagonal parte desde el extremo inferior derecho, donde se encuentra la representación iconográfica de la Virgen de las Aguas, titular mariana de la corporación. La imagen de la Virgen está inspirada en una de sus evocadoras fotografías históricas en blanco y negro, integrándose de manera simbólica en la obra y enriqueciendo su narrativa visual.

Por otro lado, este trabajo incluye un homenaje al gremio de los plateros, fundadores de la hermandad en 1575 en la parroquia de San Andrés. Este guiño se aprecia en una línea compositiva que culmina en el extremo superior izquierdo de la obra, donde se representan de forma explícita las potencias del Cristo, símbolos realizados en plata, que refuerzan el vínculo histórico y devocional con dicho gremio.

El autor del cartel, Antonio Díaz Arnido, ha plasmado en su obra las experiencias vividas con la hermandad, destacando especialmente el vínculo emocional y humano que ha establecido con las personas que la integran, quienes han sido una fuente de inspiración en el proceso creativo. Asimismo, el artista estableció una analogía estética entre el torso del Cristo de la Expiración y el del Laocoonte, evocando el momento histórico de su descubrimiento en un viñedo del Esquilino de Roma en 1506. Esta conexión simbólica remite a la intensidad y la soledad vividas durante el proceso creativo frente al Cristo de la Expiración, un instante íntimo y reflexivo que marcó profundamente al autor.