El aguacate rompe mitos y defiende su eficiencia hídrica
El catedrático Julio Berbel afirma que es más rentable que otros cultivos como cítricos
Calidad y aumento del consumo, entre los objetivos de la recién creada Interprofesional del Aguacate y Mango
Aguacates recogidos en una plantación
La producción de aguacate en Andalucía, considerado el 'oro verde' de zonas como la Axarquía malagueña y parte de Granada, está sumida en un profundo bache. No en vano, tras un 2023 «desastroso» en términos de producción, este año no pinta mucho mejor, y ... se prevé que la cosecha esté muy por debajo de un año normal. La Asociación Española de Frutas Tropicales, por ejemplo, cifra el descenso en un 60%. De hecho, según el servicio de Información Agraria y pesquera de la Junta, en Málaga se están empezado a recoger las variedades Bacon y Fuerte, aunque está habiendo «muchas restricciones en el riego» y problemas con la calidad del agua, «ya que las residuales no son las idóneas», y la salinidad es alta.
Y es que la grave sequía de los últimos años (la parte oriental de Andalucía sigue siendo la zona más afectada por la falta de precipitaciones) ha sumido al sector en una encrucijada: ¿Seguir apostando por el cultivo donde ya está implantado, a pesar del estrés hídrico, u optar por nuevas ubicaciones como Cádiz o Huelva? Este fue, también, uno de los temas centrales del Congreso del Aguacate, que se celebró como antesala a la feria internacional hortofrutícola Fruit Attraction y que sirvió para analizar el presente, y futuro, de este cultivo subtropical que ha ido ganando valor en territorio andaluz.
«La Axarquía malagueña supone, actualmente, el 25% de la superficie de aguacate en la Península Ibérica, y es la más 'tensionada' en términos hídricos», reconoce Julio Berbel, catedrático y experto en agricultura y agua de la Universidad de Córdoba.
La sequía severa que sufre la comarca desde hace años, la agricultura de riego que ya existía en la zona y las expectativas hídricas que se plantearon con la construcción del Embalse de La Viñuela, «que han estado por debajo de la previsión inicial», son los factores que explican la realidad actual. De hecho, Berbel asegura que los aguacates consumen tan solo un 20% más de agua que los cítricos y otros cultivos de la zona, «un aumento de consumo que sería gestionable si no hubiese existido esta caída de los recursos», argumenta.
Además, asegura que el aguacate se ha convertido «en el chivo expiatorio» en la lucha con cierto tipo de agricultura, y que se trata de un cultivo «bastante más rentable» que otros cultivos de riego a los que sustituye, como cítricos o almendros. Además, puntualiza que usa «significativamente menos agua que muchos productos de origen animal».
El problema, insiste el catedrático, es que el aumento de la superficie de riego en esta zona de Andalucía «ha ido por delante de las infraestructuras». «Ya se han incorporado las aguas regeneradas y, a medio plazo, lo hará la desaladora. Esto logrará equilibrar la oferta y la demanda si se controla a rajatabla el aumento de superficie para no generar otro problema, para lo que es estratégico que se organice a todos los usuarios en una Junta General», detalla Berbel.
En cuanto a la adaptación del cultivo para lograr una menor necesidad hídrica, Berbel marca el camino en dos frentes. Primero, en la demanda, impulsando la creación de Juntas Generales de Usuarios, «que compartan recursos de manera integrada, tanto superficiales, subterráneos y no convencionales».
Por otra parte, es necesario fomentar las tecnologías de riego de precisión, al mismo tiempo que se realizan mejoras agronómicas y riego deficitario. «Lo que necesitamos es que todos los agricultores adopten las tecnologías y prácticas que ya están utilizando los más eficientes», afirma. Introducir técnicas innovadoras para mantener el cultivo de subtropicales es «muy importante», asegura Berbel, pero no suficiente, ya que también hay que aumentar los recursos hídricos no solo en Málaga y Granada, sino en toda la comunidad autónoma.
«En la cuenca del Guadalquivir hay embalses pendientes, y en las cuencas andaluzas hay varias infraestructuras avanzadas, pero en pausa por barreras que dependen del Ministerio de Transición Ecológica, como la presa de Alcolea, el aumento de asignación del Guadiana, las conducciones de Rules o algunas desaladoras, sobre todo en la zona litoral.