novedad editorial
Víctor del Árbol: «Los héroes de verdad son la gente que ha hecho avanzar el mundo»
El escritor barcelonés acaba de publicar su última novela, 'El tiempo de las fieras' (Destino), protagonizada por el subinspector Soria
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Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) regresa al thriller con 'El tiempo de las fieras' (Destino), en donde un policía a las puertas de la jubilación —el subinspector Soria— es desterrado a un lugar tan aparentemente tranquilo como Lanzarote. Sin embargo, lo que ... parecía que iba a ser un remanso de paz, cambia por completo cuando este tiene que investigar el caso del atropello de una joven de 19 años originaria de Europa del Este que desenmascara una trama de crimen y poder que se extenderá por varias ciudades del viejo continente. Este libro es una especie de continuación de su novela anterior, 'Nadie en esta tierra'.
—¿Tenía planificado escribir esta nueva novela a rebufo de 'Nadie en esta tierra' o fue algo que surgió sobre la marcha?
—Fue algo que surgió sobre la marcha y me di cuenta de que tenía que pasar porque en esa novela había una serie de vidas que estaban inconclusas. A mí no me gusta dejar cabos sueltos y una de las cosas que me gusta de la literatura es que tenga universos cerrados. Siempre había construido un universo para mis personajes y estos acababan con ese universo, pero aquí no pasa eso. A mí me interesaba desarrollar aquí dos personajes. Por un lado, el hombre de los ojos oscuros, un asesino profesional del que me interesaba mucho su génesis, es decir, saber cómo se convierte en asesino. Luego había otro personaje al que le cogí mucho cariño, pero estaba un poco eclipsado por la figura del protagonista de 'Nadie en esta tierra', Julián Leal, que es el subinspector Soria. Ahí me di cuenta de que ese personaje tenía muchos matices y le quise desarrollar un ecosistema.
—¿Por qué eligió el escenario de Lanzarote para ambientar esta historia?
—Siempre busco geografías exteriores que se parezcan a la geografía interior de los personajes y me pareció que Lanzarote iba muy bien con el personaje de Soria. Además, Lanzarote es una tierra de destierro, como le ocurrió a Unamuno con Fuerteventura. A Soria le pasa lo mismo, es un personaje que está desterrado y lo mandan ahí para que acabe su carrera sin pena ni gloria. Pero una circunstancia anecdótica va a revelar su verdadera naturaleza. Lo mismo pasa con Lanzarote, que es una isla de apariencia tranquila. A mí me apasiona porque hace más de treinta años que voy allí. Es una tierra donde aparentemente no pasa nada, pero donde por dentro hay una fuerza telúrica impresionante que cuando se destapa estalla el mundo. La última erupción volcánica de Lanzarote fue en el siglo XVIII, pero eso no significa que no vaya a haber más. Cuando la lava encuentra una grieta, emerge. Eso es lo que pasa un poco con Soria: es un tipo anodino, sin ningún interés heroico, pero tiene una fuerza interior que cuando encuentra su salida natural, se muestra tal cual es.
—A usted le gustan mucho ese tipo de personajes que destacan por no presentar ningún atractivo en especial, ¿no es así?
—A mí me gustan las personas normales, si es que eso existe. Me gustan las personas como Soria, que son héroes a su pesar. No me interesa alguien que busca el heroísmo, sino que prefiero a alguien que es empujado a superar sus límites en contra de su voluntad, y eso es lo que nos convierte en heroicos a los seres humanos. No me interesa el papel que las personas vayan a jugar en la historia, por eso huyo de los ególatras y de los narcisistas. Prefiero a la gente que quiere vivir su vida en paz, pero a veces el destino te obliga a dar un paso adelante. Los héroes de verdad son la gente que ha hecho avanzar el mundo, es decir, la gente normal obligada a hacer cosas extraordinarias. Cuando se da una circunstancia extraordinaria se revela tu verdadera naturaleza, y esa puede ser heroica, la de un villano, la de una fiera o un cordero. Por eso me gusta llevar a mis personajes a esas situaciones extremas de violencia, porque en la cotidianeidad sólo mostramos la parte de nosotros empática, pero en situaciones como las guerras, en las crisis personales o sociales, es cuando uno da el tono y se perfila si es un delator, un narcisista, un asesino o si es simplemente una persona que no renuncia a sus valores, como es el caso de Soria.
—¿Qué diferencia hay entre Julián Leal y el subinspector Soria?
—Julián Leal, que era el jefe de Soria en 'Nadie en esta tierra', es para mí un héroe trágico, más propio de la tragedia griega. Es un hombre que está marcado por su destino, por el fatum de Shakespeare, mientras que Soria es Sancho Panza, alguien sacado de la tradición cervantina. Es ese hombre que simplemente funciona con instinto. Luego hay una diferencia fundamental entre los dos: Soria no tiene deudas con el pasado ni traumas que solucionar, pero Julián es quien es porque su pasado le ha hecho. Soria es como es porque las circunstancias y la adaptación a estas le han hecho como es. Julián cree en la justicia, pero Soria no. Pero precisamente quien acaba haciendo justicia es Soria.
—Los lectores destacan de sus novelas el ritmo trepidante, pero a la vez el hecho de que tengan un estilo muy bien cuidado. ¿Qué opina al respecto? Sobre todo porque dentro de la novela negra se está publicando mucho, pero con una calidad literaria dudosa.
—Yo tengo muy claro que yo soy un creador, y por tanto, lo que hago es corregir la realidad a través del arte, en este caso la literatura. Para mí la literatura es un vehículo a través de la cual se le tienen que transmitir una serie de cosas a los lectores. La más importante de todas ellas es la empatía, esto es, la comprensión de nuestra naturaleza. Eso se tiene que hacer, desde mi punto de vista, creando un artefacto literario que se llama libro, que es un equilibrio entre ritmo y profundidad. Tienes que jugar con elementos de la narrativa actual, como pueda ser el thriller, la novela negra, la psicológica o la novela histórica, pero a través del lenguaje llegar a una profundidad. Para mí es fundamental el equilibrio entre entretener y compartir. Si esa es tu vocación, naturalmente tienes que cuidar el lenguaje. Yo me considero un artesano y la materia prima o arcilla con la que trabajo es la palabra. La palabra es una cosa maravillosa, aunque sea un eufemismo de la realidad. El escritor tiene recursos ilimitados del lenguaje y es una pena no explorarlos todos.
«Julián Leal está marcado por su destino, por el fatum de Shakespeare. El subinspector Soria es Sancho Panza, un personaje cervantino»
Víctor del Árbol
Escritor
—El problema es que hoy en día se venden muchos libros como si fueran casi guiones.
—Creo que esa es la diferencia entre un buen novelista y un gran escritor, el utilizar el lenguaje como metáfora de la realidad. Si sólo te quedas con lo anecdótico, puedes construir un thriller muy entretenido, y eso te convertirá en un buen novelista, pero si tu aspiración es ser un gran escritor, tienes que usar el lenguaje para, sin ser discursivo, llegar a despertar en el lector emociones profundamente humanas, como por ejemplo el dolor. Yo trabajo mucho sobre el dolor porque nos duele lo que nos importa. A mí me gusta que mis libros duelan porque significan que importan. Si tú lees una anécdota, pero no te afecta nada, eso quiere decir que no te importa, que no has llegado a empatizar con el lector. Yo quiero que cuando alguien lea 'El tiempo de las fieras' se pregunte dos cosas: si tú tienes un precio y si tienes dentro la semilla de la rebeldía. Eso vale tanto para una generación de personas de 19 años como para la generación de gente como la de Soria, que está a punto de jubilarse.
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