Locus amoenus
Calaveritas mexicanas en Sevilla
Al menos existe un país hispanohablante -México-, que tiene una tradición que le planta cara a Halloween. Y como a nadie le gustan las calabazas, recomiendo calaveritas de azúcar a todos los sevillanos
![Calaveritas mexicanas en Sevilla](https://s3.abcstatics.com/abc/sevilla/media/cultura/2021/10/30/s/calavera-mexico-k5NG--1248x698@abc.jpeg)
He preferido mentar a las risueñas calaveritas en mi artículo de hoy, porque -a pesar de la universalidad de la fiesta mexicana- todavía no está el patio para titular «Altares de muertos en Sevilla», que sería lo más apropiado en esta víspera del Día de ... los Muertos. Y, sin embargo, gracias a la globalización, en más de un punto de Sevilla y su provincia, los curiosos tienen la posibilidad de apreciar genuinos altares preparados por mexicanos avecindados entre nosotros, dispuestos a celebrar el Día de los Muertitos en Sevilla.
No se me escapa que Disney y Pixar contribuyeron a la difusión mundial de esta bella tradición mexicana a través de la película ‘Coco’ (2017), aunque no está de más recordar que aquellas multinacionales trataron de registrar como propia la marca «Día de los Muertos», oportunismo que les salió rana porque la comunidad latina en Estados Unidos le ganó el pulso a Disney después de una rotunda campaña en prensa, en la calle y en las redes. ¿Se imaginan que una multinacional gringa quisiera registrar «Madrugá» o «Feria de Abril» como marcas propias? Pues eso, que no salió porque la oposición popular lo impidió, y por eso la película se llamó ‘Coco’y no ‘Day of the Dead’, como era la intención original.
No está claro que la iconografía de la tradición -calaveras y esqueletos- tenga un origen prehispánico. Por lo tanto, como se trata de una fiesta católica, parece obvio que estamos ante un fenómeno sincrético, mal que le pese a los críticos del mestizaje y la transculturación, pues sin las vivencias comunes con España en México no habría ni calaveritas, ni Virgen de Guadalupe, ni sor Juana, ni Juárez, ni muralismo, ni Frida, ni cochinita pibil (que está padrísima). Con todo, la posible raíz precolombina de la iconografía arraigó hacia 1650 en la figura esquelética de San Pascualito Baylón y germinó a través del culto a la Santa Muerte, otra devoción sincrética del siglo XVIII representada por una calavera. Por otro lado, el primer artista que recurrió a las calacas o calaveras garbanceras como caricaturas políticas fue el hidrocálido (genial gentilicio de Aguascalientes) José Guadalupe Posada (1852-1913), en quien se inspiró Diego Rivera para su célebre mural ‘Sueño de una tarde dominical en Alameda Central’ (1947), donde convirtió a la «Catrina» (la Muerte) en el personaje central. Así, entre calacas, San Pascualitos, «Catrinas» y Santas Muertes, los mexicanos fueron creando una fiesta que hoy es famosa en todo el planeta y que allí donde haya mexicanos, se celebra regalando calaveritas y montando altares de muertos, como los dos únicos que conozco en Sevilla.
En primer lugar, el que montan todos los años desde 20 en Villanueva del Ariscal las mexicanas Paloma del Valle, Alejandra Ramírez y Rosalba Mancinas, con la participación entusiasta de familiares, amigos y vecinos, quienes llevan dulces y chocolate caliente para celebrar el Día de Muertos desde el 30 de octubre por la tarde. Como es costumbre, los visitantes pueden colocar fotografías de sus seres queridos en el altar para celebrar su regreso, porque no estamos ante una fiesta triste sino alegre y risueña. Y, en segundo lugar, tenemos el fastuoso altar de muertos que el restaurante «Sed de México» instala en su sede de Tomares, con el atractivo de que elabora su propio ‘pan de muertos’ -un dulce bollito de leche que tiene un toque de anís y naranja- y que el personal atiende al público caracterizados como caninas, amén de que todos los clientes pueden colocar fotos de sus difuntos y que los niños son invitados a dibujar calaveritas y exponer sus dibujos en el propio altar.
No se me escapa que la noche del 31 de octubre, miles de niños hispanohablantes saldrán disfrazados a pedir golosinas festejando la noche de «Halloween», esa mojiganga gringa que se ha colado en todas las casas a través del cine y la tela. Por eso he pensado que al menos existe un país que habla nuestra lengua -México-, que tiene una tradición que es la única que le planta cara a la Noche de Brujas, que -por cierto- tampoco es ‘all American’ sino europea. Y como a nadie le gusta que le den calabazas, recomiendo calaveritas de azúcar a todos los sevillanos.
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