Crítica de teatro
Aventuras de la adaptación
El Teatro Lope de Vega presenta una versión brillante del clásico de Isabel Allende ‘La casa de los espíritus’

El particular realismo mágico de la famosa novela de Isabel Allende , que se eleva desde un contexto histórico delimitado —desde el Chile de principios del XX al Golpe de Estado de Pinochet , aquí innombrable—, se expresa aquí dramatúrgicamente mediante una escena ... policéntrica, ancha, dividida en planos según la cercanía o la lejanía que delimiten los haces de luz, fijando en una parcela nuestra atención; sólo cerrada, en parte, por ese ‘juego de sillas’ que advierte del protagonismo coral y de la naturaleza de la refriega, del combate y sus implicaciones intergeneracionales, pues mientras algunos esperan sentados a reaparecer, otros irán perdiendo definitivamente el asiento.
La primera parte de esta fina adaptación, a cargo de Carmen Portaceli y Anna Maria Ricard , saca el mejor partido posible a esta escena flotante, y la exactitud de movimientos, tránsitos y coreografías hace posible verter una determinada exuberancia literaria (más allá de gustos, filias y fobias) en fórmulas teatrales que funcionan. Así, el espectador siente el rondó mudo que aquí se baila, los vaivenes de las repeticiones que van marcando el ascenso de la espiral del destino, esa fuerza que revela, rebela y releva a los miembros de la familia Trueba. Se trata de un ‘tour de force’ complicado , del que la obra sale victoriosa gracias a los pequeños gestos y a una particular finura tragicómica, virtudes del despliegue de un elenco fabuloso al que se le exige quizás demasiado —cambios de registro, incluso corporales, sujetos a la simultaneidad de temporalidades— y que encabeza un Francesc Garrido en plenitud de facultades, maestro de ceremonias y aciago demiurgo.
Cuando, en su última hora, la obra se vuelve más lineal —del triunfo de Salvador Allende al asalto al Palacio de la Moneda y la instauración de la dictadura militar—, esta escena se estrecha y achica, haciéndose más reconocible (la ingrata labor de la representación; sobre todo de la recreación): aumentan dramatismo y desgarro, pero, paradoja, baja la intensidad, pues algunos resortes dramáticos (apartes frente al espectador, al que se mira y habla demasiado en este segmento) ya se desvelan como trucos con los que esta impecable troupe nos embauca. Curiosamente, y al mismo tiempo, esta última hora que se hace tan larga permite apreciar mejor, en el recuerdo, las dos horas previas de fluidez, de ballet en el alambre y ebriedad escénica.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete